Fernanda
Escuchar aquellas palabras nos ha dejado pensando a ambos, después de que se fue escucho que llama a su jefe de seguridad y pide que a partir de ahora tengamos a alguien vigilándonos, un guarda espaldas en pocas palabras.
No me agrado para nada la idea, después entiendo que es por nuestra seguridad, por lo menos hasta que estemos seguros de quien es el causante de todo esto, aunque, no es difícil adivinar quién está detrás del envío de las fotos.
Cuando nos estamos dirigiendo a la casa me hablan del hospital indicándome que mi hermana se encuentra despierta y ha asimilado la noticia con más calma. También el doctor me pide que programemos su encuentro con Lucas, ya que en días próximos la dará de alta para que se recuperen casa. Eso me pone muy feliz.
Tengo que prepararlo a él también para esta noticia. Aun cuando es pequeño puede comprender ya ciertas cosas.
Al colgar el teléfono, volteo a ver de reojo a Elián mientras está concentrando en la carretera, puede parecer indiferente a la llamada que he recibido, pero puedo ver más allá y lo noto tenso, todavía no olvidamos que el motivo de nuestra primera discusión lo tuvo a él de protagonista.
—¿Te pondrás de este modo cada vez que hable con el doctor?, te recuerdo que seguiremos en contacto por mi hermana, así que te pido que vayas cambiando esa actitud.
Se detiene en algún punto para poder responderme viéndome a los ojos.
—Siempre sentiré celos de cualquier hombre que te mire, pero prometo que no seré más un cavernícola, tú eres mi esposa y me amas a mí. —Me da un beso antes de retomar su camino.
No tocamos más el tema y preferimos olvidar por un momento todo eso. Llegamos hasta la casa y yo estoy nerviosa por la situación que tengo que hablar con mi hijo.
—Ánimo, mi amor, estoy contigo siempre. —Sus palabras no me ayudan mucho.
Camino hasta la habitación de Lucas a quien encuentro sentado en el suelo armando unos legos. Me siento a su lado sin decir nada y me pongo a jugar un rato con él.
—Mi amor. —Voltea a verme poniendo su total atención en mí olvidando los juguetes—. Recuerdas que te dije que tienes otra mami y que estaba de viaje.
Mueve la cabecita diciendo sí.
***
Por fortuna el diálogo con mi hijo ha ido mejor de lo que esperaba y está noche duermo más tranquila.
Con los primeros rayos del sol, me dirijo al hospital, sonrió al verla, su semblante ha mejorado y el doctor nos explica el procedimiento y los cuidados que debemos tener con Miriam para su recuperación adecuada.
Así como dijo el doctor asimilo las cosas y ahora está ansiosa por salir del hospital y poder ver a su hijo, ya le han dicho que va a permanecer un par de días más, esto más por su seguridad.
—Quiero que conozcas a alguien —le digo al encontrarnos solas y yendo a la puerta para invitar a Elián a que entre.
—Quiero que conozcas a Elián, el hombre que se ha convertido en nuestro ángel de la guarda. Él nos ha ayudado mucho incluso, fue quien contrato al especialista que hizo que despertaras.
Le cuento un poco sobre él, sin llegar a decirle que es mi esposo, no se lo diré aún, ya que no quiero responder algunas preguntas que estoy segura, me va a hacer, esto ya lo he hablado con mi esposo y a regañadientes, estuvo de acuerdo.
En realidad, hay muchas cosas que no le voy a contar, y que tampoco quiero que llegue a saber, como las dificultades que pasé junto con el niño o que incluso tuve que hacer un trato con Elián para que ella no fuera desconectada.
Después de esto, espero con ansia que pasen los días necesarios para poder llevármela a casa, esa casa que estoy segura le va a encantar, porque es más de lo que alguna vez soñamos tener.
***
—¿Y en qué nos iremos a casa? —pregunta cuando ya estamos saliendo del hospital.
El día tan esperado al fin había llegado, el médico nos ha dado el visto bueno y estamos caminando al fin fuera del hospital, vamos lento porque Miriam se está acostumbrando a volver a caminar, las terapias le han ayudado a mantenerse en pie un poco más de tiempo, después dispondremos de la ayuda de la silla de ruedas.
—Elián nos llevará a casa. —Durante estos dos días a estado conmigo cada vez que venimos a verla.
—He observado cómo te toma de la mano y las miraditas que se dan, así que espero que al fin me cuentes cuál es la relación que tienen.
—Ya que lleguemos a la casa prometo contarte todo.
Elián la ayuda a subir al auto y nos dirigimos a la casa en completo silencio.
Cuando llegamos, la ayudamos a bajar y antes de dar algunos pasos, dejo que ella admire desde aquí la casa en que va a vivir. Observo su cara de sorpresa recordándome a mí el primer día que estuve aquí, en esa ocasión era de noche, aun así, se podía admirar lo impresionante de esta casa por fuera, aún falta que la vea por dentro.
Ya adentro la acompañamos directamente a la que será su habitación. Elián sale dejándonos solas, yo la ayudo a ponerse cómoda mientras que regresa en compañía de Lucas.