Fernanda
El abuelo llegó aquí hace unos días diciendo que estaba arrepentido de todo lo que hasta ahora había hecho, nos pidió que confiáramos en él. Fue difícil, pero hasta hoy nos ha demostrado que podemos hacerlo.
Algo planean, hay cosas que Elián no quiere contarme, dizque por mi estado. ¡Por Dios!, son ridiculeces, es peor no saber nada, la desesperación de no saber de Lucas me pone mal, a veces entro a la cocina imaginando que lo veré ayudando a María a hornear galletas o que esté viéndola cocinar, solo que no está y la angustia cada día me consume más.
A mi trabajo tengo que renunciar, también hablo con Adela y le explico lo que sucede, ella me entiende y me reafirma su amistad y que cada vez que necesite de alguien ella va a estar ahí; lo he comprobado y por eso hablo con Elián para ver la manera de ayudarla. En el momento en que voy a visitarla, no crean que lo hago sola. Perecía el mismísimo presidente con tanto cuidador.
Me encuentro en la habitación tratando de descansar, por órdenes de mi esposo nadie me debe molestar y si necesito algo que me lo traigan a la cama. Está loco si piensa que no me voy a levantar de la cama. Justo me da antojo de comer algo dulce, estoy por levantarme cuando escucho demasiado ajetreo, personas que hablan todos a la vez, incluso un grito al parecer de María. Salgo de la habitación dispuesta a averiguar lo que sucede.
Salgo del cuarto y camino siguiendo las voces, lo que veo me deja muda. El abuelo tiene tomada del brazo a una mujer, se ve distinta y hasta que me acerco lo confirmo, es ella; Miriam.
Mi primera reacción es acercarme a ella y lanzarle una bofetada, nunca imaginé que alguna vez haría esto, jamás me vi en una situación así con mi hermana, ella era mi vida, era la única persona que consideraba mi familia de sangre. La amaba y la sigo amando a pesar de todo esto que me ha hecho.
Se lleva las manos al lugar en donde ha caído la bofetada, sospecho que el golpe fue fuerte, ya que me duele la mano y además la mejilla de Miriam va tornándose de otro color. Comienza a sollozar.
—Perdón —es la primera palabra que sale de sus labios y el sollozo ahora se convierte en lágrimas.
Busco con la mirada a Lucas, necesito abrazarlo y comprobar que esté bien.
—¿Dónde está el niño? —pregunto a nadie en específico.
—Me lo quitaron —dice al tiempo que empieza a llorar más fuerte, quiero llorar con ella exigirle que me traiga de vuelta a mi pequeño. ¿Cómo fue tan inconsciente para permitir que se lo quitaran?
—Elián, dime dónde está el niño. —Me dirijo a hora a mi esposo esperando encontrar respuestas.
—No lo sabemos, el abuelo logro dar con el paradero de tu hermana —me explica Elián.
—Así es, solo que cuando llegué a ella el niño ya no se encontraba.
—¡No! No es posible, tenemos que encontrarlo. —Volteo a ver a mi hermana —Habla de una buena vez, ¿qué sucedió?
La guiamos hasta la sala, nos sentamos esperando escuchar lo que nos quiera decir.
—Contaré todo, pero prométanme que encontraran a mi hijo. Todo esto lo hice por él y no es justo que me lo hayan arrebatado —apenas y logra decir, ya que el llanto se hace cada vez más fuerte.
—Lo buscaré, lo encontraré y te aseguro que voy a hacer lo posible para que se quede conmigo. —Suena a amenaza y lo es. No pienso permitir que Lucas sufra más de lo que ya lo ha hecho en su corta vida.
Mi hermana agacha la cabeza, es consciente de que ha hecho mal, no solo a mí, sino que se llevó entre las patas a su propio hijo.
Flashback:
Miriam
Cuando volví a la vida, creí que solo me había dormido por un par de días, incluso horas, lo que jamás imaginé fue que había estado dormida por tres años.
Mi hermana me contó lo que había sucedido en ese tiempo, al principio me fue difícil creer lo que había pasado en este tiempo. Me perdí tres años en los cuales no pude disfrutar a mi hijo, quien según me cuenta Fernanda registro como suyo para salvaguardarlo.
No me alcanzaría la vida para agradecerle todo lo que ha hecho por mí, no desde que supo de mi embarazo siempre me poyó y fue ella que me sacó de ese sitio para buscar un nuevo futuro, de no haber sido por ella, no puedo asegurar que siguiera viva. A quien también tengo que agradecer es a Elián, el esposo de mi hermana, un hombre que la ama y que acepta mi hijo como un miembro más de su familia. Me alegro saber que mi hermana encontró el amor en alguien como él.
Cuanto me hubiera gustado jamás haber conocido al padre de Lucas, un tipo que por fuera pareciera alguien decente, solo que por dentro es la peor escoria que el mundo puede tener.
Después que salí del hospital al fin pude conocer a mi bebé, un niño realmente hermoso. Lucas me aceptó enseguida como su madre, el llamado de la sangre es fuerte y sabe que nuestros corazones latieron al mismo ritmo, porque fui yo quien lo creo, quien lo tuvo en el vientre. Fernanda ha hecho un excelente trabajo con mi hombrecito.
Ahora vivía en una casa de cuento, uno como en el que nunca siquiera soñé en vivir. Es tan inmenso que no termino siquiera de recorrerla. En estos días Elián y Fernanda se fueron de viaje, él habló conmigo diciendo que viajaban para darme tiempo a mí de convivir con mi hijo. Es algo que agradezco, ya que a pesar de Lucas conocer la verdad sobre que soy su mamá y aceptarme, en ocasiones prefiere estar pegada a Fernanda.