El amor de un millonario

Capítulo 20: Despedida

Elián.

Escuchamos el relato de Miriam, me es difícil creer que ella haya hecho todo esto. Y mucho más tratándose de su hermana, entiendo que quería defender a su hijo, pero pudo hablar con nosotros y buscar una solución. Se trata de su hermana, el propósito de ese hombre es dañar a mi esposa y Miriam no se detuvo a pensar en la mujer que ha dado todo por ella, claro que hay más opciones que aceptar las amenazas de un poco hombre.

Recuerdo lo que siempre dice Fernanda, la comunicación es primordial y fue precisamente la falta de comunicación lo que nos llevó a esto.

Termina su relato y me intriga saber a quién se refiere cuando lo menciona, tiene que ser alguien cercano a mí, alguien que conoce mis pasos y, sobre todo, con un propósito específico; destruirme. ¿Quién podrá ser? ¿Es posible que el destino nos juegue de este modo y el mismo hombre que la dañó este a unos pasos de nosotros?

—No nos has dicho quién es él. —Veo la duda en su rostro, estoy segura de que no nos lo dirá, pero no importa lo que tenga que hacer, voy a recurrir a cualquier cosa con tal de que hable. No estoy dispuesto a permitir que ningún loco que quiere hacerle daño a mi familia, ande por ahí, suelto y sin pagar.

—No será necesario que ella se los diga, aquí estoy. —Volteamos todos a la vez. El tipo nos apunta con una pistola y mi instinto hace que me coloque frente a Fernanda para defenderla.

—Javier —murmuro más para mí, la impresión me deja mudo por un segundo.

—Así es primito soy yo, de quien menos sospechaste, el destino me puso todo en charola de plata. —habla mientras nos sigue apuntando con la pistola, nadie dice por la impresión.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunto en tono bajo para no provocarlo más.

—¡Todo!, lo quiero todo. Mi abuelo me prometió la presidencia cuando pudiera cumplirse la cláusula del testamento, solo que las cosas no salieron como los planeamos y cuando me acerqué a él para seguir con los planes, el idiota del abuelo de pronto le entró el arrepentimiento y se negó a seguir haciendo algo contra ti.

Se sigue acercando hasta llegar donde se encuentra Miriam.

—Pero el destino es maravilloso y de pronto, me puso en el camino a Miriam, solo usé las palabras correctas y a ella no le quedó más remedio que ayudarme, ¿verdad muñeca? —Acaricia su rostro con el arma sin quitarnos la vista a ninguno de nosotros.

—¡Reacciona Javier!, nada de lo que hagas te pondrá en el puesto que anhelas —dice el abuelo y yo ya estoy desesperado, ¿para qué carajo doblé la seguridad en esta casa?, ahora no veo a nadie.

—Te equivocas, aún tengo mi boleto, necesito que me firme esto. —Tiende hacia mí, unos papeles que ha sacado de su caco. Leo, analizo y dudo si hacer lo que me está pidiendo.

—Lo harás si no quieres ver morir al mocoso —responde leyendo mis dudas.

Vemos a Amalia entrar trayendo en los brazos al pequeño quien ha comenzado a llorar. También viene armada.

—Tus ganas, los firmaré —le aseguro tratando de mantener la calma y que nadie de aquí salga dañado. Busco la manera de hacer tiempo, trato de idear el mejor plan para poder librarnos de esta situación.

Tomo los papeles que me ha tendido.

—Lo firmaré, pero deja que el niño se acerque a su madre. —Trato de negociar, mientras que saco la pluma de mi camisa y finjo estar firmando sin quitar mi vista de sus movimientos.

Lucas comienza a llorar mucho más fuerte haciendo que Amalia lo sacuda para que se calle.

—Déjalo en paz —grita Fernanda, quién me preocupa por su estado.

—Ven tómalo —reta Amalia y mi esposa de inmediato se acerca. Error. No debió confiar en ella, ya que en un movimiento rápido suelta al niño y ahora tiene como rehén a Fernanda.

Busco con la mirada a que los guardias se dignen a salir.

—Ni los buques, primito. —De nuevo, parece que lee mis pensamientos—. Ninguno llegará, a la mitad los compré y a los que no, en estos momentos están siendo sometido, así que tendrás que hacer todo lo que te pida si no quieres que tu familia pague por esto.

—Javier, no hagas esto por favor —habla mi madre con súplica.

—Tú te callas que nadie pidió tu opinión. Más vale que tú — se dirige a mí — firmes de una maldita vez si no quieres que comience por desaparecer a cualquiera de los integrantes de tu querida familia.

—¡Javier, por favor, reacciona! —mi abuelo trata de hacerlo entrar en razón.

—¡Cállate!, anciano tonto, estábamos a punto de lograrlo, llevábamos planeando esto por muchísimo tiempo hasta que tu maldita conciencia hizo que desistieras. Amalia no lo hizo y afortunadamente el destino me puso en charola de plata a Miriam —habla sin quitarnos la vista.

—Deja de hablar como estúpido y dispárales de una buena vez —por primera vez escucho a Amalia, a quien jamás creí capaza de esto.

—Amalia, tú no eres como ellos, por favor suelta a mi esposa.

Escucho como suelta una risa macabra mientras sigue apuntando sobre la cabeza de Fernanda.

—Que tonto e ingenuo eres Elián, siempre fuiste alguien de un corazón demasiado blando. ¿Sabes cómo es que llegue a ti? Pregúntaselo a tu abuelo.




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