Capítulo 15
Violet
El chofer me deja en la entrada de un restaurante elegante, son alrededor de las cinco de la tarde y el cielo amenaza con una llovizna. No sé si se trata del frio calando mis huesos o simplemente son los nervios en forma de miedo que me acechan, logrando que mi cuerpo tiemble. Creo que no debí venir, talvez le hubiera presentado una excusa y todo estaría bien.
Ingreso al lugar y una mujer con uniforme me recibe, me observa desde la punta de los pies hasta la última hebra de mi cabellera. Me puse un vestido, para mí eso ya es mucho.
—¿en qué puedo ayudarla? —sonríe, aunque puedo decir que esa sonrisa no es totalmente sincera.
—me están esperando —indico, insegura por todo.
—¿podría darme el nombre de la persona que la espera? —pide.
—Eric —respondo. Observo como la mujer me observa esperando que le diga el apellido.
¡No lo sé!
Porque no me dijo su apellido, ni Alba me comentó su apellido y se supone que dentro de dos semanas me casaré con él y no lo conozco.
Eric eres un imbécil. Mierda. Por eso no debía venir.
—ella viene conmigo —Eric aparece detrás de la mujer. Siento que ahora puedo respirar con más calma— vamos —me tiende su mano para que lo tome, muy dudosa lo hago.
La mujer se queda observándonos, con los ojos fijos en cada paso que damos. No tiene disimulo al hacerlo y estoy casi segura que me está juzgando.
—mi nombre es Eric Carter —comenta caminando— practico varios deportes, entre ellos, basquetbol, natación y golf que son mis favoritos —solo quería su estúpido apellido, ¿Por qué me dice todo esto?—, todo esto es en caso de que mi padre te pregunte algo al respecto —ahora entiendo—. Estudiaba la misma carreta que tú, solo que yo me gradué hace dos años —¿Qué?
—espera, espera —lo detengo en uno de los pasillos.
—¿Qué? —pregunta totalmente tranquilo.
—¿Cómo es que tienes una empresa si apenas egresaste la carrera hace dos años?
—la empresa no es mía, es de mi hermano —responde inmediatamente— luego te aclararé tus dudas —nuevamente me toma de la mano, jalándome hacia una sala privada.
—bueno, no tengo algo que contarte, lo siento —me disculpo cerca de la entrada.
—no menciones a mi madre, ella murió hace tres años —me sorprendo aún más por su comentario— nos conocimos en la universidad y paso lo que tenía que pasar —concluye antes de ingresar al salón.
Tan pronto como estamos dentro, observo el lugar. Hay simplemente una mesa en el centro, las paredes están adornadas, y cada rincón tiene floreros con rosas hermosas.
Un hombre yace de espalda y no puedo ver su rostro. Solo sé que es un hombre mayor ya que su cabello canoso lo delata. Yo lo calcularía de entre 50 a 60 años, tal vez.
Nos acercamos cada vez más y siento que mis nervios están a flote, a punto de reventar. Todo empeora cuando Eric entrelaza nuestras manos como muestra de nuestra falsa relación.
¿Por qué hacemos esto?
—esto de debe ser una broma —esa es la primera impresión de su padre la mirarme. ¿Qué demonios le pasa? Me observa con desprecio y sin pudor.
Ahora estoy segura que de nada sirvió el maldito vestido incomodo que llevo puesto y como todo mundo dice, aunque la mona se vista de seda, mona se queda y al parecer este hombre sabe mucho de monos.
—padre, ella es la mujer de quien me enamoré —menciona Eric aun sosteniendo nuestras manos entrelazadas.
—no —se niega— mírala toda… simplona —esas palabras me llegaron como agua fría—, no es de nuestra clase social —apenas ingreso y siento que todo acabo en unos segundos. Lo siento Eric, pero tú y tu padre se pueden ir al mismo infierno.
—¿sabe quiénes tuvieron que pasar por mucho para que un imbécil como usted se siente en esa silla de una manera arrogante? —Eric y su padre se sorprenden por mi comentario, pero no he acabado—. Aunque no lo crea, antes de usted hubo alguien que inicio desde abajo para lograr todo lo que posee ahora, ya que todo lo obtuvo a través de alguien —Eric me agarra de la cintura para que no me lance encima de su padre ya que empiezo a perder la cabeza—, estoy segura que no entiende de humildad y espero que no sea tarde para darse cuenta que puede ayudar más con palabras menos hirientes —respiro profundo para tranquilizarme—. Fue un placer conocerlo —aleándome de Eric y de la mesa, camino hacia la salida sin importarme nada.
La mujer que me atendió me observa con una sonrisa en sus labios, decido ignorarla. Lo que más deseo es salir de este lugar tan desagradable. Todos son unos hipócritas, aparentando ser algo que no son, simplemente quieren aumentar su maldita fortuna, otros solo quieren divertirse a costa de su dinero sucio.
Estando a varias cuadras del maldito lugar siento que puedo respirar, camine muy rápido. Claro ¿y quién no lo haría si te tratan como basura?
—Violet, espera —Eric viene corriendo en mi dirección—, te dije que solo debías conocerlo y nada más —me regaña al llegar.