Capítulo 23
Violet
En mi mente está plasmado que debo mantenerme alerta ante cualquier situación. Quise salir adelante por mis propios medios, pero no funcionó, ahora debo aceptar la ayuda de cualquier persona que me la ofrezca.
Ha trascurrido una semana, pasado mañana es navidad lo que me pone bastante triste por no estar con mi familia, lo bueno es que parezco una niña chiquita adornando el árbol de navidad que hizo llegar Eric anoche.
Y hablando de él, no he platicado mucho sobre la situación, he intentado evitarlo de todas las formas posibles, pero ¿cómo hacerlo si dormimos juntos?, solo encontré una solución, despertar antes que él o después y acostarme antes que él y viceversa.
Siempre me repito que los besos que nos dimos solo fueron algo que pasó sin previo aviso y que no volverá a pasar. Como él lo aseguro.
Dentro de una hora iremos al centro comercial para hacer las compras navideñas y como siempre Alba no podrá acompañarnos.
Termino de ponerme mi camiseta para salir a secar mi cabello, acabo de bañarme e intento estar lista para la salida. Al pasar la puerta del baño hacia la habitación me llevo una gran sorpresa. Eric permanece sentado sobre la cama con una pequeña caja en sus manos.
—Alba me dijo que necesitabas la crema cicatrizante —comenta con la mirada seria mientras se levanta.
¿Por qué es tan frio conmigo?
—sí, aun no cicatrizan del todo —respondo dirigiéndome al peinador.
—muéstrame —ordena acercándose.
—¿Qué? —digo confundida mientras Eric pone la crema sobre el peinador.
—tus heridas —y sin previo aviso toma mi mano derecha para examinarla.
—ya cicatrizaran —inmediatamente me libero como si su toque me quemara, no solo la piel, sino también el alma.
Me alejo, caminando hacia la ventana. Creo que necesito un poco de aire, pero no puedo abrir las ventanas por el viento helado que ingresaría. En conclusión, me enfermaría.
—¿Por qué te comportas así? —pregunta desde atrás.
—¿así como? —inquiero sin voltear a verlo.
—tan distante…
—siempre he sido distante contigo Eric, nada cambia —intervengo—, pusiste tus reglas sobre la mesa —le recuerdo.
—¿Qué pasa si cambien de opinión? —pregunta
—eso no importa —respondo segura.
—¿ni siquiera los besos que nos dimos? —pregunta.
—ni siquiera eso —susurro.
—¿Qué te molesta? —pregunta y es allí donde volteo encontrándolo a un metro de mi—, me disculpe por ambos besos robados —dice mirándome fijamente.
—déjalo como esta —digo seria y con un poco de enojo, porque la verdad es que… no necesito disculpas de algo que disfrute y que sé que él también lo hizo, pero que no lo acepta.
—¿Qué debo hacer? —se acerca peligrosamente.
—Eric basta —le advierto—, por favor vete —le pido suplicante ya que siento que no podré soportar por mucho.
¿Cómo es posible que me esté pasando todo esto con él?
—deberíamos dormir juntos —no sé si eso fue una sugerencia o una demanda.
—eso hacemos… —le indico señalando la cama, pero me detengo al sentir su aliento chocar contra mi rostro, mi piel se eriza al sentirlo tan cera y no puedo evitar jadear—, creí que eras un caballero —comento en un intento de alejarlo.
—lo soy, pero ahora no quiero comportarme como uno —dice aun cerca.
—Eric detente —digo con la poca cordura que me queda.
—no —susurra—. Detenme Violet, si así lo quieres, porque yo no parare —advierte antes de tomarme de la cintura para atraerme hacia él.
Lo observo sin saber cómo reaccionar, me pierdo en sus ojos grises que parecen tener una tormenta dentro, su respiración cerca de la mía me hace desearlo con locura ¿Cómo es eso posible? Eric me mira a los ojos y luego desvía su mirada a mis labios, lo que me hace entender que se está conteniendo.
—hablemos —sugiere.
—¿a qué jueg… —y no logro terminar de formular mi pregunta cuando siento la presión sobre mis labios. Cierro los ojos e inmediatamente paso mis brazos por su cuello para atraerlo más a mí, talvez en un intento de tenerlo más cerca.
Abro un poco mi boca dándole paso a su lengua para jugar con la mía. La sensación es tan agradable que intento evitar emitir un gemido, pero para mi suerte Eric se me adelanta.
Me alejo bruscamente al sentir como Eric baja sus manos a mis caderas y empieza a hace presión. Los recuerdos del día que volví a ver a Sean se apoderan de mí, deseando no tener nada, ni nadie cerca.
—Violet…
—lo nuestro no puede ser —me adelanto con la respiración agitada—, mantén tu distancia Eric —digo disgustada.
—tú lo quieres así… pero yo no —asegura—. Eres mi esposa y estaré a tu lado el tiempo que sea necesario —dice con una sonrisa arrogante.