Susan era una mujer de veinte años, morena de ojos oscuros, le gustaba vestir muy discretamente, no quería destacar en ninguna forma. Cuando murió su padre entró a trabajar a la misma empresa que su progenitor, el dueño se llamaba Tao Pai Pai, un sujeto de pasado oscuro, que con el dinero que junto de sus antiguos negocios, invirtió para convertirse en un gran empresario de seguridad, usando sus conocimientos sobre técnicas de robos.
Cuando quedó a cargo de su madre por el fallecimiento de su padre, Tao Pai Pai le ofreció a la muchacha un puesto como encargada de informaciones en recepción ya que ella conocía el lugar mejor que nadie por haber ido allí desde que era una niña.
Con el tiempo la muchacha se pagó varios cursos en la noche, luego del trabajo, así fue escalando, hasta que con el tiempo empezó a trabajar de secretaria con el Sr. Pai Pai directamente.
Su vida era tranquila, se dedicaba a su madre y a su trabajo, incluso los fines de semana iba a adelantar sus labores, allí se encontraba con su Jefe, incluso comían juntos, lo que no hacían en la semana para no levantar comentarios entre los empleados. Hasta que la muchacha conoció a un contador, Héctor, recién llegado a la oficina, aunque era más joven que ella, Susan se enamoró de él inmediatamente, de esa relación nació una hija, todo iba bien aparentemente bien con la pareja, aunque la madre de la joven tenía sus reticencias.
— No es un buen hombre.
— Madre, ama a la niña y a mí.
— ¿Y por eso sigue viviendo aquí? No se casó contigo, además tú eres quien lo mantiene.
— Eso es porque está juntando para comprar una casa para todos. Incluso tendrá una habitación para ti, solo hay que tener paciencia. Cuando nos mudemos nos casaremos.
— Eso lo quisiera ver.
Pero cuando la pequeña cumplió 3 años, los médicos le diagnosticaron autismo.
— Esa no es mi hija, no tenemos idiotas en mi familia.
— No es idiota, si recibe la terapia necesaria ella podría tener una vida casi normal.
— ¿Y cuánto costara? Yo no voy a poner un peso para eso.
— Héctor, tú eres su padre, yo sola no podré con todo — mamá tenía razón, yo puedo soportar estas cosas, pero no mi niña — hasta ahora no gastas nada de tu sueldo en nosotras.
— Tú ganas más que yo... seguramente te metiste con algún tarado. Me voy, busca otro idiota que te ayude con tu idiota ja ja ja — puso su ropa en una maleta y se marchó, cuando la niña quiso abrazarlo la separó, cerró la puerta para no volver más.
— No te preocupes hija, las dos la sacaremos adelante.
— Exacto mamá, a ese no le pediré ni un peso, lo siento por no creerte, si pudiera le quitaría su apellido a mi niña, él no merece tener una hija.
Cuando Tao Pai Pai supo todo, recordó lo orgulloso que era el padre de la muchacha.
"Si es igual que él, ese tipo la perdió para siempre".
— Srta. Susan, lamentó lo que pasó con Héctor.
— Gracias Sr. Pai Pai, disculpé la indiscreción de mi madre, le pedí que no contará nada.
— No fue ella, sino mi ahijada, me contó que su papá no ha vuelto a casa, me pidió ayuda porque quiere tener uno nuevo, que le preste la atención que el otro no le daba.
— Lo siento, todavía no sé cómo explicarle a ella todo esto.
— Si lo desea, tengo una amiga psicóloga infanto juvenil, ella puede asesorarla en esto.
— Gracias, pero no podría...
— Es por mi ahijada, quiero que este bien, considérelo un regalo de cumpleaños adelantado.
— Usted es muy amable con nosotras. Quería pedirle que no despida a Héctor, lo que yo vivo con él no debe afectar lo laboral.
— Esta bien, como quiera.
Una semana después el empresario hizo que un abogado de la empresa asesorará a Susan por lo de la niña y su padre.
— No quiero que se acerque a mi niña, seguramente solo la tratara mal.
— No se preocupe, todo será como usted quiere, solo firme estos papeles para que yo pueda actuar en su nombre — dijo el abogado, cuando tuvo todo listo se fue.
Al otro día el tipo no apareció más por la oficina, por suerte dejó el documento renunciando a los derechos sobre la niña.
— A sido muy amable Sr. Pai Pai, con mi sueldo no podría haber conseguido una asesoría de esta calidad.
— De nada Srta. Susan, a todo esto ¿Mi ahijada ya empezó las terapias?
— Cuando pueda pagarlas lo haré, no se preocupe, usted ya ha hecho mucho por nosotras.
— Entiendo — la miró de forma especial, y se retiró como siempre, con paso lento y sus manos atrás de su espalda.
El día de pago, ella recibió un bono especial.
— Sr. Pai Pai ¿Puedo hacerle una pregunta?
— Supongo que quiere saber porque tiene más dinero, con todo lo que pasó no tuve tiempo de decirle que desde ahora usted deberá hacerse cargo también del Departamento de Seguridad, la secretaria se irá como gerente a una nueva oficina en la ciudad vecina. Ese trabajo extra será recompensado con ese bono. Si considera que es mucho trabajo puedo buscar a otra persona.
— No, no es problema para mí, gracias.
Susan estaba feliz, con esa cantidad mensual podría pagar las cuentas médicas de su hija sin problema.
Pero su nuevo cargo le trajo un problema que nunca pensó, el encargado de vigilancia era un ex militar que a pesar que estaba retirado, seguía exigiendo que le dijeran General. Blue era un tipo que siempre iba impecable, con su antiguo uniforme, apenas vio a Susan quiso conquistarla.
— General, acá tiene el informe que me pidió — la mujer le dejó el documento, cuando ella abrió la puerta para salir él llamó su atención.
— Espere, esta tarde le gustaría acompañarme a tomar algo luego del trabajo — le sonrió encantadoramente.
— Lo siento, pero tengo otro compromiso, muchas gracias — respondió con la excusa de siempre.
Esto duró por un par de años, hasta que lamentablemente la madre de Susan sufrió una caída que le rompió la cadera, aunque se operó, ya no tenía la movilidad de antes, así ya no podría seguir cuidando a su nieta, la muchacha decidió dejar de trabajar, no le alcanzaría para pagarle a alguien que cuidará a su pequeña y a la anciana, le dolía mucho pensar en separarse de la empresa, había pasado muchos buenos momentos compartidos con su padre alli , quien la llevaba desde niña.