La noticia llegó como un trueno en un cielo despejado. Ana, la figura que había marcado un antes y un después en la vida de Sofía, había regresado a la ciudad. No había sido una llamada telefónica, ni un mensaje, sino un encuentro casual en una cafetería que Luna frecuentaba. Luna, siempre honesta, se lo había contado a Sofía de inmediato, con la preocupación pintada en su rostro.
"Sofía, me encontré con Ana hoy. Dijo que quería hablar contigo," le comentó Luna, su voz teñida de aprehensión.
Sofía sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La herida de la ruptura con Ana había sido profunda, pero el tiempo y el amor de Luna la habían sanado. Ahora, la idea de volver a enfrentarse a esa historia, a esa persona, le generaba una mezcla de incomodidad y una firme determinación.
"Lo sé," respondió Sofía, su mirada fija en la de Luna, buscando reafirmación. "Pero no me preocupa. Mi vida está aquí, contigo."
A pesar de sus palabras, Ana no tardó en contactarla. Un mensaje apareció en su teléfono, un simple "Necesito hablar contigo. Es importante." Sofía dudó por un momento, pero la curiosidad, y quizás una necesidad de cerrar definitivamente ese capítulo, la impulsaron a aceptar. Acordaron encontrarse en un parque neutral, un lugar público donde la intimidad forzada sería mínima.
El día del encuentro, Sofía sintió la familiar ansiedad, pero la contrastó con la solidez de lo que había construido con Luna. Cuando Ana apareció, luciendo un poco más madura pero con la misma mirada que Sofía recordaba, sintió una punzada de nostalgia, pero nada más.
"Sofía, me alegro de verte," dijo Ana, su voz tratando de sonar casual. "He estado pensando mucho en nosotras."
Sofía la miró directamente, sin rodeos. "Ana, entiendo que quieras hablar, pero quiero ser clara. Lo nuestro terminó. Y estoy en un lugar diferente ahora."
Ana frunció el ceño, sorprendida por la franqueza. "Pero Sofía, tú y yo teníamos algo especial. Sé que lo que pasó fue difícil, pero..."
"Lo que teníamos fue doloroso, Ana," la interrumpió Sofía, su voz firme pero no hostil. "Y sí, me tomó tiempo sanar. Pero gracias a ese proceso, encontré algo mucho más valioso, algo real. Encontré a Luna."
Una chispa de incredulidad cruzó el rostro de Ana. "¿Luna? ¿Estás con ella?"
"Sí, Ana. Estoy enamorada de Luna. Ella me ha mostrado lo que significa ser amada y apoyada. Lo que viví contigo, por más que intentemos revivirlo, no se compara con lo que tengo ahora." Sofía respiró hondo, sintiendo una liberación al pronunciar esas palabras. "No hay vuelta atrás para nosotras. Mi presente y mi futuro están con Luna."
Ana pareció atónita, con la boca ligeramente abierta. Intentó argumentar, pero Sofía mantuvo su postura, negándose a ser arrastrada de nuevo a las viejas dinámicas.
"Ana, te deseo lo mejor," concluyó Sofía, con una sinceridad que no dejaba lugar a dudas. "Pero no puedo darte lo que buscas. No puedo darte a ti lo que Luna me da todos los días."
Se despidió con un gesto educado y se alejó, dejando a Ana en el parque, enfrentada a la realidad de un pasado que Sofía había decidido dejar atrás. Al regresar a casa, encontró a Luna esperándola, la preocupación aún latente en sus ojos.
"¿Cómo estuvo?" preguntó Luna, dando un paso para abrazarla.
Sofía se acurrucó en sus brazos, sintiendo la calidez y la seguridad que solo Luna podía brindarle. "Terminado," respondió, su voz llena de convicción. "Lo nuestro es lo único que importa."
Luna la miró, sus ojos buscando la verdad en los de Sofía, y la encontró. Una sonrisa de alivio y amor profundo iluminó su rostro. "Siempre contigo," susurró, y Sofía supo que era verdad.
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Editado: 24.09.2025