La tarde caía suavemente sobre el apartamento que Sofía y Luna compartían, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados. Habían pasado la mayor parte del día juntas, disfrutando de la tranquilidad de su hogar, un refugio construido con amor y confianza mutua. Habían hablado de arte, de sus sueños, de las pequeñas cosas que hacían su vida cotidiana tan especial.
Mientras preparaban la cena, un silencio cómodo se instaló entre ellas. Sofía observaba a Luna picar verduras con esa concentración tranquila que siempre la había cautivado. Una idea, que había estado germinando en su corazón durante semanas, comenzó a tomar forma, volviéndose más clara y urgente.
"Luna," comenzó Sofía, su voz un poco más suave de lo habitual, captando la atención de Luna.
Luna levantó la vista, una sonrisa en sus labios. "¿Sí, mi amor?"
Sofía dejó el cuchillo sobre la tabla de cortar y se acercó a Luna, rodeándola con sus brazos por la cintura. Apoyó la cabeza en su hombro, sintiendo el latido tranquilo de su corazón. "He estado pensando mucho últimamente."
"¿En qué?" preguntó Luna, girándose para mirarla, sus ojos llenos de curiosidad y afecto.
Sofía levantó la cabeza y la miró a los ojos, su propia mirada cargada de una emoción profunda. "En nosotras. En nuestro futuro." Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas para expresar la magnitud de lo que sentía. "Luna, te amo más de lo que creí posible. Y siento que nuestra vida juntas está lista para crecer."
Luna la observó atentamente, percibiendo la seriedad en el tono de Sofía. "Crecer, ¿cómo?"
Sofía apretó suavemente su cintura. "Quiero que tengamos un hijo, Luna."
La sorpresa inicial en el rostro de Luna se transformó rápidamente en una profunda emoción. Sus ojos se humedecieron ligeramente, y una sonrisa radiante se extendió por su rostro. "Sofía..." susurró, incapaz de articular completamente sus pensamientos en ese momento.
"Sé que es un gran paso," continuó Sofía, sintiendo la necesidad de explicar la profundidad de su deseo. "Pero imagínate, Luna. Imagina tener un pequeño que sea nuestro. Que comparta tu risa y mi pasión por el arte. Un pequeño que nazca de nuestro amor."
Luna la abrazó con fuerza, enterrando su rostro en el cabello de Sofía. "Oh, Sofía. Siempre he soñado con eso, pero nunca pensé que lo dirías tan pronto. ¡Por supuesto que quiero! ¡Quiero tener un hijo contigo!"
Las lágrimas de Luna comenzaron a rodar por sus mejillas, lágrimas de pura felicidad. Sofía se separó ligeramente para mirarla, secando sus lágrimas con sus pulgares. "Entonces... ¿es un sí?"
"¡Es el más grande de los síes!" exclamó Luna, su voz vibrante de emoción. Se separaron un poco para mirarse a los ojos, la promesa de un futuro familiar flotando entre ellas. "Seremos madres, Sofía. Juntas."
El resto de la cena transcurrió en una atmósfera de anticipación y alegría. Cada mirada, cada gesto, estaba cargado con la emoción de este nuevo y maravilloso sueño que habían decidido perseguir juntas. La idea de un hijo no era solo un deseo, sino la extensión natural de su amor, un testimonio de la profundidad y la plenitud que habían encontrado la una en la otra.
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Editado: 24.09.2025