La luna se ve incluso más grande desde aquí. La noche está en calma lo que me da calma a mí misma.
He estado recibiendo mensajes de Henry, está en su último año de escuela y se metió en algunos problemas debido a sus amistades poco beneficiarias. Esos chicos son un dolor de cabeza y están empujando a mi hermano a sus andanzas. Mamá le quitó el teléfono y hasta ahora se lo devolvió.
No hablo con ella desde mi graduación. No es que no lo quiera, es ella quien no lo quiere. Aun se siente traicionada por mí de alguna forma. Piensa que yo fui la responsable de la decadencia en su relación con papá, incluso aun me pregunto por qué sigo llamándolo así, supongo que en alguna parte de mis fantasías, tengo un padre, uno de verdad que vela por mí.
Acaricio el brazalete en mi muñeca y me pregunto si en algún momento podré estar en paz con mis demonios. También me cuestiono el si se hacen más fuertes con el tiempo o si solamente soy yo quien está cansada de acarrearlos donde quiera que voy.
— ¿Interrumpo tus pensamientos? —la voz de Theo me sobresalta pero me repongo de inmediato.
— No, —sonrío tímidamente volviendo mi atención al cielo— por supuesto que no. Gracias por lo de ayer. Oliver me dijo que te quedaste hasta que él llegó.
Siento a Theo tomando asiento junto a mí. — Estoy seguro que aun ebria podrías haberte defendido a ti misma—su opinión me saca una risa.
— Esa es demasiada expectativa sobre mí.
Por primera vez desde que lo conozco, Theo permanece en silencio mirando hacia el frente. No puedo saber con exactitud si eso es bueno o malo pero me incomoda de cierta forma. Supongo que me llegué a acostumbrar a sus comentarios inesperados, sarcasmo inapropiado y el cómo logra aligerar cualquier ambiente tenso.
— ¿Cómo puedes hacer esto? —pregunta luego de unos minutos. Su tono roza lo serio sin dejar esa pizca de curiosidad.
— ¿El qué? —giro mi rostro para mirarlo.
— Ver a quien amas haciendo un gran compromiso con alguien más.
Esa respuesta me deja sin habla por un segundo.
— Vaya, —suspiro sonoramente— sin rodeos.
— Es que de verdad no lo entiendo, —suelta una risa sin gracia— yo no podría. Estaría lejos de aquí para este momento. —créeme que es lo que más deseo en este momento.
— Rompí su corazón, —expreso en voz baja— estamos a mano.
Lo digo como si esa fuese la excusa para todo lo que merezco.
— Oliver aun siente cariño por ti… —cruza sus brazos.
— No es justo para él. —Lo interrumpo antes de que pueda continuar— Pero por mucho que lo quiera no puedo irme de aquí. —Explico con honestidad— Es como si algo me mantuviera atada. Quiero correr lejos pero sé que cuando lo haga, esta fantasía se terminará.
Theo me observa de lado— ¿Qué fantasía?
— El poder sentirme querida de nuevo por él.
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El camino a casa se hace demasiado rápido para mi gusto porque el tiempo con Oliver pasa con prisa aunque quisiera que dure por siempre.
— Voy a reprobar. —digo lastimosamente mientras caminamos por la acera. Oliver suelta una risita y pasa un brazo por mi espalda acercándome a él.
— Tu negatividad es refrescante.
— Sólo soy realista. —lo miro de reojo.
— No vas a desaprobar, —afirma— voy a ayudarte.
Bufo y niego— No quiero decepcionarte. —mi tono se asemeja al de una niña pequeña.
— Nunca lo haces.
A unos metros de mi casa el sonido de una risa masculina me atraviesa la espalda como una cortada profunda provocando que me detenga de golpe. Sin darme cuenta mi mano empieza a temblar por lo que la guardo con rapidez en mi bolsillo y me separo de Oliver interrumpiendo su paso.
— Estudiaré por mi cuenta. —coloco una mano sobre su pecho. Por favor que no salga y lo vea. No quiero que arruine esto también. —No es necesario que te quedes.
Oliver sonríe y me empuja con suavidad hacia un lado. — Ambos sabemos que eso es mentira, vamos.
— ¡No! —levanto la voz. Su sonrisa decae logrando una expresión un tanto seria en su rostro— De verdad, prometo que voy a estudiar yo…—pienso por un segundo alguna excusa que valga la pena— quiero demostrarte que puedo hacerlo por mis propios medios, dame un poco de crédito.
Oliver me observa con cuidado.
— Estás pálida, ¿estás bien?
— Es el sol, —respondo con rapidez— sabes que mi presión baja cuando estoy mucho tiempo expuesta a él. —lo cual no es mentira. El chico asiente aun no muy convencido pero pellizca mi nariz.
— Pequeña vampiro. —dice con un ápice de diversión en su tono.
— Te llamaré esta noche, —le doy un empujón para que se vaya— ¿bien?