El ángel de los ojos de vidrio arrancó cada pétalo de la rosa diciendo -¿Por qué me importaba tanto si sólo sabía hacerme daño?- Caminó de lado a lado viendo el cuchillo le entró una ansiedad, una impotencia de no poder hacer nada porque cada pelea con el miembro supremo lo lastimaba, cada palabra se quedaba grabada en su memoria y cada una se repetía atormentándolo.
Cuando sentía que mejoraba su propia familia se burlaba y hacía que empeorará. Ahora su cabeza catalogaba y asociaba la comida con pelea, evitaba la mesa a toda costa porque cuando se sentaba todo explotaba.
Él escribía todo lo que le dolía, él esperaría y ojalá todo mejoraría porque gracias a las personas las lágrimas brotaban de sus mejillas. Aunque el ángel aún no suelta su lado humano, se siente arrastrado por el pasado dónde todo recuerdo que lo quemó lo sigue dañando. Ahora ya no se sentía ansioso, la tinta lo ayudaba, lo escuchaba, lo comprendía porque él también sangraba con cada letra escrita.