¨El diablo besó mi cuello y me sentí como el cielo¨
Lucien
Ren me sigue hasta las motocicletas con la misma mirada sobre mí, una mirada de el que ya conozco.
—¿Ahora qué? — cuestiono.
—Se sincero conmigo
—¿Sobre qué?
—Ya sabes
Juego con las llaves en mi mano a la vez que volteo a verlo a los ojos. Es mi mejor amigo, pero no creo que metiche deba ser requerimiento de la amistad. Sin embargo, es la persona que mas me conoce, para bien o para mal el sabe todo en mi gris historia. También sabe cuando algo anda diferente en mí.
—Ella es... quiero conocerla — decido ser sincero. Este hombre me conoce lo suficiente para notar si evado o oculto informacion.
—Mira que interesante
—No molestes o te romperé la nariz otra vez — replico subiendo en mi moto esperando a que el haga los mismo en la suya. Su expresión molesta me causa gracia lo que no evito sonreír, aun recuerdo esa vez en primero de primaria. Desde ahi somos inseparables quien lo diria, aunque jamás volví a golpearlo, pero amenazarlo es algo que sigue siendo bastante divertido.
—Tenia seis años, ahora se defenderme mejor — replica.
—Como digas amigo.
Ambos nos acomodamos el casco y partimos camino a casa. Al llegar espero en el sillón mientras el pide comida, es el momento que aprovecho para tomar mi celular y escribirle.
¿Pensaste él lo que te dije angelito?
Tal vez
¿Decidiste ya?
Solo si es bajo mis condiciones
Tu dilas
No se hará nada en lo que no esté de acuerdo
Está bien por mi ¿Dónde podre verte?
No sé, mañana no puedo tengo clase de piano después de clase
¿Te puedo ver después de tu clase?
Okay ¿A dónde?
¿Conoces el manzanero? Esta cerca del parque, un pequeño lugar turístico pero los miércoles no es muy transitada.
Si, lo conozco. Me parece bien
Bien dime la hora que puedas
Cuatro de la tarde
Bien te veo ahí ángel.
(...)
Llega el siguiente día, como muchos otros todo va de forma automática, en modo avión. Me concentro en hacer todo lo que necesito. Las clases, ver a Ren, ignorar a Vilma. Pero una vez llega el final del día escolar puedo arreglar unos asuntos sobre peleas futuras, necesitare dinero para el mes que viene. De los otros asuntos me encargare luego.
Tomo la motocicleta al notar que faltan quince para las cuatro. Al llegar noto que el lugar no esta tan vacío como me esperaba, pero no son muchas personas.
Se podría decir que detesto a las personas, no es exactamente correcto. Solo no me gusta estar alrededor de ellos. Algo así como lo que una vez Albert Einstein dijo. "Me encanta la humanidad, pero odio a los seres humanos" y estoy de acuerdo.
Miro a mi alrededor y me doy cuenta que he llegado unos minutos tarde. Levanto la mirada buscando a la cabellera castaña oscura llena de rulos cuando la veo en una de las bancas sentada con su libro a mano, el mismo libro que vi que tenia el otro día en la cafetería. Ella aun no capta mi presencia por que esta entretenida leyendo, pero verla ahí en el banco distraída leyendo entre los manzanales.
Me es casi imposible no alejar la mirada. A veces su belleza me fascina, parece un ángel que bajo del cielo para tentar a los mortales. El diablillo en mi interior no puede evitar queda embelesado ante su presencia. Sus ojos se suavizan y aparece un pequeño brillo en ellos a la vez que se le forma un pequeña sonrisa. Se ve inocente y pura, aun que su actitud es más fría y testadura. Eso provoca que quiera corromperla, hacerla ver el mundo de maneras diferentes.
Decido dar vuelta hasta quedar detrás de ella, en ese momento noto los audífonos en sus orejas lo que me permite poder acercarme mas a gusto. Cubro sus ojos con mis manos logrando que se sobre salte. Procede a quitarse los audífonos sin moverse de su lugar.
—¿Quién es?
Me inclino un poco hasta estar lo suficiente cerca de su cuello, mi respiración cálida es su piel parece poner eriza su piel.
—Adivina — digo para luego depositar un beso en su suave cuello.
Ella de inmediato se levanta y voltea a verme con el rostro estupefacto.
—Hola ángel
—¿Por qué hiciste eso?