El Ángel del Diablo

"¿Estas dispuesta a averiguarlo?"

¨Ella es un criatura muy misteriosa, una con una gran sonrisa y alma cerrada¨

Lucien

—Adivinen quien esta a cargo de la fiesta de medio año — la voz de Vilma llega interrumpiendo la conversación que tenía con Ren.

Ella se sienta a mi lado con su libreta donde parece tener apuntado todo lo que planea hacer para la fiesta que viene en una semana. Ren parece fingir prestarle atención mientras que yo aprovecho a dar una ojeada a toda la cafetería.

—Lucien no me estas escuchando — reprocha la chica sentada a mi lado. Trato de sacar un poco de mi escasa impaciencia cuando la volteo a ver y modero mi voz para no gritarle.

—No me interesa los preparativos de la maldita fiesta Vilma — ella trata de ignorar que mi indiferencia le afecta.

—Por favor, a ti te encanta esta fiesta tanto como a mí, además — su mano baja hasta colocarse sobre mi muslo encima de mi pantalón —Podemos divertirnos como siempre.

Veo a Ren, pero esto solo nos lanza su mirada de asco, y se voltea y nos ignora. Con mi mano tomo la de Vilma y la alejo gentilmente. Se que ella quiere atención, en específico mi atención, pero, simplemente ella y yo ya no funcionamos si no siento nada por ella ni siquiera adrenalina.

Algo que la pequeña Davina está despertando en mí, aun no puedo creer el sueño que tuve anoche, fue tan... Mi erección en la mañana podría describir mejor lo asombroso que fue.

—Vilma, no — ella se da por vencida esta vez y vuelve a ver a su cuaderno. Su expresión apagada es forzada con una sonrisa, sé que esconde desilusión detrás de esa sonrisa —Bien... cuéntame algo de la fiesta.

Termino aceptando escucharla aun que en parte presto atención a sus palabras que comienzan a emocionarse mientras me explica los preparativos pero mis ojos están atentos en toda la cafetería queriendo captar una cabellera castaña y ojos azules.

La encuentro entrando con libros abrazados a su pecho y la cabeza cabizbaja, pone sus cosas en una mesa y se encamina a ir por comida.

—No me estas escuchando ¿verdad? — volteo a ver a la chica a mi lado.

—Perdón, prosigue — suspiro, pero no pierdo de vista a la pequeña ángel.

—Ve... acompáñala. Ren tendrá que ser quien me aguante — dice y al principio no logro procesar verla de este modo. La miro con mi ceja arqueada en interrogación —Ve antes que te obligue a ayudarme con la decoración — sonrió y le guiño el ojo al la vez que me levanto ignorando las protestas de mi mejor amigo.

No tardo mucho en estar detrás de ella y el aroma a cerezas inundar mis fosas nasales parecen relajar mis músculos. Se que no debería saltar fila, pero nadie reprocha mientras me coloco a su lado y aparto su cabello para poder ver su rostro. Ella se sobre salta un segundo me voltea a ver y al reconocerme se relaja, pero de inmediato baja su rostro volviendo a ver su bandeja en sus manos. Pero por lo rápido que fue su movimiento no evito que viera la rojez en sus ojos.

—Davina — la llamo, intriga y preocupación se instala en mi pecho al imaginarla llorando.

—Buenos días Lucien — dice secamente y sigue caminando parece como si quisiera escapar de mí.

—Hey — insisto en que me mire, pero se apresura a tomar una rebanada de pan una manzana y mermelada para después pagar e irse trotando a su mesa. Me está intentando evitar, pero nada de lo que intenta funcionara. Se sienta en silencio y yo al lado de ella. Siento las miradas en mis espalda levanto la vista con una mirada fulminante logrando hacer que todos los que nos miran se ocupen de sus malditos asuntos.

Ve su plato de comida y me preocupe la poca comida en él. Ni siquiera la esta comiendo solo juega con la manzana en su mano.

—¿No vas a comer?

Ella hace que su cabello caiga sobre sus mejillas lo que me dificulta ver su rostro y es frustrante, pero decido no empujar mucho para no llegar a molestarla. Luego de un momento en silencio me contesta.

—Es que hoy no tengo mucha hambre

No me gusta para nada el tono apagado en su voz. No me gusta verla así.

—Come por favor — pido.

—Lucien déjame sola.

—No.

—Lucien-

—Lucien nada, come.

Ella sigue sin voltear a verme, pero prosigue a tomar su pan untarlo de mermelada u darle un mordisco. Eso es un avance así que suspiro en aprobación.

—¿Me quieres contar? — pregunto.

—Estas loco si crees que te contare mis problemas.

Ahora esta usando un tono defensivo, pero no me molesta, prefiero que este a la defensiva que triste.

—Vamos angelito, puedo ser bueno escuchando si me lo propongo — aparto el mechón de su mejilla y lo dejo sobre su oreja ella cierra los ojos ante mi tacto, pero por suerte no me aleja —Dime a quien debo matar y te aseguro que no habrá ni evidencia de que alguna vez existió.

Ella ríe, su risa. Logré hacer que riera y quise celebrarlo, pero solo mantengo mi sonrisa viéndola.

—Por que no me sorprende — dice parta luego comer otro bocado y voltea a verme. La evidencia de sus lágrimas aún sigue ahí sin embargo ya su expresión está un poco más relajada.

—Soy capaz de cualquier cosa por ti — insisto queriendo hacer que vuelva a reír, pero solo me sigue sonriendo aun así no me quejo.

—Gracias, pero no gracias diablillo.

La veo sacado de onda ante el apodo que me otorgo.

—¿Con que diablillo? — me burlo.

—¿No se supone que eres el diablo en persona?

—Solo para las personas que lo hacen aparecer.

Ella sigue comiendo y estoy tentado a jugar con los rulos de su cabello suelto pero abierto mis manos controlándome.

—Hmm... ¿Y que cosas hacen que el diablo salga a la luz?

—Bueno, la curiosidad mato al gato — me acerco a su rostro rozando mi nariz en su mejilla que logra que me voltee a ver y nuestras miradas hagan contacto visual.

Estudio su mirada y no hay una pisca de miedo en ellos, al contrario, brillan con curiosidad.




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