“No puedes derrotar a los demonios con los que disfrutas jugar”
Lucien
Existen personas demasiado buena para nosotros.
Así que está decidido, me alejare de ella, volveré a mi tempano de hielo y la dejare en paz. Mi curiosidad por la dulce flor tiene que anularse.
Y eh de admitir que me cuesta verla de lejos, quiero volver a oler su aroma al estar cerca de ella. Pero volveré a mis propios objetivos. Este mundo es demasiado cruel y merece ser purgada.
Creo que será mejor no ir a clases hoy.
Reviso mi teléfono celular y tengo nuevos mensajes de Oscar, el me ayuda a purificar esta ciudad junto a Ren. Un policía corrupto en realidad. Pero tanto el como yo compartimos el mismo ideal. Castigar a aquellos que lo merecen, eliminarlos para que no causen mal.
En mí siempre ha existido un deseo, uno con buenas intenciones, pero con muy malas acciones. Además de amortiguar ese deseo a golpes en peleas clandestinas no me es suficiente. Así que hace tres años me convertí en un asesino.
Con ayuda de Oscar puedo deshacerme de personas horribles, con delitos incontables como violadores, estafadores, asesinos. Yo sé que es hipócrita que sea yo quien quiera encargarse de esa tarea, si incluso talvez yo merezca un mismo destino.
Pero se necesita oscuridad para matar oscuridad. La ley y justicia no aseguran nada. Y en esta las personas que se van la mayoría son la buenas, personas de luz me gusta pensar y se quedan quienes no merecen, nosotros la oscuridad. Así que me gusta pensar que soy oscuridad con deseo de luz, ese es mi deseo. Los malos podemos hacer el bien, aunque no se vea así.
Eso es lo que no sabe mi pequeña ángel y la que nunca sabrá. Yo he quitado vida con mis manos y ella en cambio es vida la cual no podría lastimar. Ren esta tan loco como yo y apoya lo que creo. Por eso me llaman el Diablo, soy una asesino y me gusta serlo.
Me reúno con Oscar y como siempre el me aporta información de la persona que sigue en mi lista. Ren negocia el trato que él es mejor en eso que yo, para nuestra ventaja y nuestro silencio el policía nos debe pagar por el trabajo sucio y limpiar sin evidencias y solo dejar las necesarias.
Espero detrás de Ren mientras espero que terminen de negociar, mi teléfono empieza a vibrar continuamente. Son mensajes de texto, me congelo un momento en mi lugar mientras veo el nombre de Davina en la pantalla.
¿Por qué no llegaste hoy a la escuela?
Pensé que querías hablar
Lucien, contéstame vamos
Reviso la hora y si, son pasadas de las dos de las tarde así que ella debe estar en casa. Mi dedos quieren apretar las teclas, pero mejor me quedo en silencio. Ella dejara de escribir.
No me ignores diablo grosero
Quiero hablar contigo
.....
No seas un idiota por favor, contesta no solo me dejes en visto
Sonrió para mí mismo, extraño a esa chica, pero es simplemente mejor si me olvida. Guardo el celular ya en modo silencio.
(...)
Ya en mi departamento Ren se pone a revisar las armas escondidas en el armario que podríamos utilizar esta noche. Siempre nos es más fácil trabajar cuando el cielo oscurece.
Se escuchan golpes en la puerta a lo que mi mejor amigo y yo nos ponemos alerta. El cierra el armario y va hacia la puerta para revisar quien es por el pequeño agujero. Cuando ve de inmediato se voltea a mí con expresión preocupada.
—Amigo es Davina — susurra de manera exagerada.
Vuelven a tocar la puerta
Le señalo que salga por la ventana, ahí sabe que debe irse por la escaleras de emergencia.
—No, yo quiero ver esto — vuelve a susurrar ahora expresando suplica con sus manos.
—Lárgate hombre
Lo empujo para que empiece a caminar a lo que ríe y aceptar salir por la ventana.
—Buena suerte idiota.
Lo veo desaparecer por las escaleras y volteo a la puerta que vuelven a golpear.
—¿Lucien estas ahí? — la oigo hablar.
Aprieto mis manos en puños varias veces mientras me acerco a la puerta, al abrirla lo primero que percibo es el olor a cerezas que me confirma su presencia. Cuando mis ojos la ven es como si algo pinchara en mi pecho. Odio que siempre se vea tan linda.
—Ángel... ¿Cómo llegaste aquí?