“El la miro como si se diera cuenta que es el amor en verdad”
Lucien
Xavier le conto que no le agrada que este cerca de mí, lo cual no me agrada el no decide por ella con quien llevarse o no. Y noto que le afecta después de todos es su mejor amigo y debo aceptar eso aun que quiera mandarlo a golpear para hacerle recapacitar que esta perdiendo a una gran persona como su mejor amiga.
Decido llevarla a casa, cuando la dejo en la casa justo frente a su puerta me voltea a ver con esos lindos ojos que intentan ocultar tristeza.
—Gracias por traerme.
—Me quiero quedar a acompañarte.
—¿Qué?
—¿Están tus padres en casa? Veo que esta vacía.
—Salieron, pero –
La interrumpo entrando y ella me toma del antebrazo.
—¿Qué crees que haces Lucien?
—¿Puedo quedarme contigo Ángel?
—No.
—Gracias, ¿Dónde está tu habitación?
No espero a que responda y comienzo a subir las escaleras
—¡Lucien! Estás loco ven acá.
Entro en la habitación en la cual supe solo por mero instinto era de ella, me confirmo el piano electrónico y las fotos de unos chicos en la pared el cual estudio atentamente la cama con sábanas blancas.
—Lucien — ella me vuelve a llamar.
La veo y sonrió al ver el color rojizo que pinta sus mejillas.
—Tienes suerte de que mis padres salieran de viaje Lucien.
—¿Y por que tu quedas sola en casa?
—Me gusta mi soledad — dice evadiendo mi mirada —Además odio ir a esas cosas las montañas no son lo mío prefiero quedarme y practicar mi piano.
La comprendo totalmente, la soledad suele ser una buena compañía ya que solo existe la compañía de uno mismo y es mas que suficiente. Pasan las horas y estoy ahí con ella mientras termina sus deberes y hablamos. Pero llega la hora de acostarse y Davina me mira.
—Creo que ya deberías irte.
—Hmm... creo que no.
—¿No?
—No — me quito la chaqueta y lo acomodo en una silla de su habitación y a continuación me acomodo a un lado de su cama —Ven descansemos ángel.
—... ¿Al diablo se le zafaron los tornillos?
—Nop, están igual que siempre — le sonrió volviendo a señalar la cama.
—Los juegos con el diablo son peligrosos.
—Solo quiero dormir y besarte, en especial besarte.
La forma en que su rostro cambio de forma sorpresiva con su distinguido sonrojo, e de admitir que adoro sonrojarla, pero esa sonrisa que se le dibujo en los labios al final encendió mi pasión por ella.
Lentamente se acerco a la cama y se recostó junto a mí. Apenas se acerco, pero la tome de la cintura y borre la distancia para así poder tomar su rostro y acercarlo al mío.
—Mi pequeña ángel— besar su labios era la mejor sensación del mundo —jamás me cansaría de besarte
Los besos solo fueron subiendo de tono lo cual me llevo a acariciar su muslo suavemente con mi mano y creo que eso ayudo a ponerla tan deseosa como yo estoy con ella.
La siento ponerse a horcadas sobre mi intensificando el beso y sentirla encima mío con esos movimientos de sus caderas en las mías solo provocaba que me pusiera duro como una roca. A lo que soy obligado a detener el beso.
—Ángel... ¿estás segura? — pregunto, aunque mi respiración esta acelerada.