El Arco de Artemisa - Primer Episodio, Prefacios de Batalla

35. Prefacios de Batalla...

Un Yo despojado de toda moral, de todo dogma, indiferente a los engaños del mundo pero abierto a la memoria de sangre, podrá marchar imporable hacia el Origen y no habrá fuerza en el universo capaz de detenerlo. El hombre tiene fuerza, tiene poder, y no necesita ni necesitó jamás del cobijo de nada superior a su propia voluntad. Esa es la naturaleza del super-hombre.

Valya Escorpio de piedraEpicus Tabula.

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Con toda honestidad, detesto la Navidad. Solo me trae el recuerdo de mis anhelos rotos, y aquello que podría rescatar como "lindo recuerdo" ha sido consumido por los remolinos de mi paranoia. La Nochebuena de 1999 fue agradable para mí, cuatro años más tarde me preguntaba: "¿Acaso Papa Noel agoniza?". Sí, el muy goloso se murió de diabetes hace tiempo por beber mucha Coca Cola y ha sido relevado por sus hijos a lo largo de los años. Santa Claus es como "El Fantasma que camina", inmortal por acuerdo tácito. Pero volvamos a Rodrigo, Diana, su Navidad y los eventos de 1999.

Al tocar las campanas de la media noche, todos se abrazaron y felicitaron. Según el mito comercial, es una fecha para consumir estupideces so pretexto de compartir en familia; según el mito religioso es el día en que nació el Rey de los Judíos; pero para Rodrigo y su familia había un significado muy diferente, se trataba de la noche en que Kristos se crucificó en el Árbol del Terror para salvar a sus hermanos. De acuerdo al mito, regresó del mundo de la muerte con el secreto de la vida eterna. Los paganos solían celebrar la fecha con alegría, porqué festejaban que el secreto de la muerte había sido develado. Este ritual pagano, tan acostumbrado entre Rodrigo, sus amigos y sus familias, se camuflaba bastante bien con la tradición católica, apostólica y romana. Ni siquiera entre mi familia nos dimos cuenta lo que, en realidad, festejaban nuestros europeizados y lejanos familiares.

La familia de Rodrigo había preparado la casa con mucho esmero para recibir a sus invitados. Como la propiedad iba a ser vendida, aquellas fiestas de fin de año eran también las últimas que vivirían en aquel lugar que durante tantos años habían concebido como su hogar. Los padres de los muchachos se gastaron casi todo su aguinaldo en los obsequios para sus hijos y en la cena de Navidad. La madre de Diana se esmeró en la comida, cuidadosamente preparada con la ayuda de las mamás de Rocío y Gabriel, y elaboroda con finísimos y sofisticados ingredientes. Ellos se felicitaban y abrazaban, pero habían muchas lágrimas durante su Nochebuena. Las despedidas siempre son tristes.

Al terminar de abrir los regalos, hubo un espacio para jugar y divertirse. Diana, su enamorado y sus amigos se dieron el lujo de ser niños normales por última vez. Jugaron por un buen rato hasta quedar exhaustos. Oscar y Jhoanna, cerca, jugaron con ellos, pero guardaban una cierta distancia. Rocío y Gabriel fueron los primeros en dormirse, luego lo hizo Diana. Rodrigo la cargó en brazos hasta su habitación, la recostó en su cama y la tapó con cuidado. Ella dormía sonriendo, debía estar soñando cosas muy bonitas. El chico jugaba con los cabellos de su enamorada mientras la veía dormir, perdido en la contemplación de su rostro. Él lo sabía, Diana era su Pareja Original y vino a este mundo para rescatarlo. Pero una duda crecía dentro de él: un lobo... dos lobos... ¿dos lobos?

Como sea, una duda lógica que cualquier persona tendría —te incluyo— es: ¿Por qué este primer episodio se llama "Prefacios de Batalla"? La razón es una de las muchas cosas misteriosas que hallé dentro de la caja de Rodrigo. Ahora, como dije al empezar, no me interesa si vas a creer lo que voy a decirte, o no; pero debo hablar de este tema por el bien de este libro —que me sigue desagradando—.

En la mentada caja, había un par de hojas fotocopiadas. ¡Era imposible!, tenían mi firma y estaban fechadas en 14 de noviembre de 2009. Recibí la caja en 2005 y, a no ser que hubiera sido una magnífica joda para Video Match, estaba más que seguro que jamás firmé esas hojas. Si lo hubiera hecho, debería haber viajado al pasado para poner esas hojas en la caja y luego mandármelas a mí mismo. No tenía sentido, pero luego todo empezó a aclararse. Las hojas tenían por título —y aún lo tienen, no las destruí—, "Prefacios de Batalla". ¿Cómo llegaron a dar a la caja de Rodrigo?, pues esa es la historia final de esta novelita.

Era 31 de diciembre de 1999. Diana cumpliría sus trece dulces añitos pocos minutos antes de la media noche. Vaya que escogió una fecha muy incómoda para nacer, su pobre madre dio a luz un 31 de diciembre a las 11:57 de la noche de 1986; realmente es una fecha peculiar. De acuerdo a las fotografías que habían en la caja, concluí que la singular niña llegó de forma muy abrupta a su adolescencia. Es fácil imaginar las razones que me llevaron a sacar esa conclusión.

Ese día, Diana y sus amigos tenían que realizar la esperada visita a "Rowena", quien, supuestamente, sería su mentora. Ella habría de guiarlos a la mañana siguiente durante su viaje a la Ciudadela de Erks. Todos estaban muy ansiosos por su cita, era una fecha clave, su último día como humanos normales.

Eran como las tres y veintitrés de la tarde. Una nublada jornada de verano que marcaba la frontera con la época de lluvias. La comitiva estaba compuesta de Diana, su madre y su hermana. Rodrigo, su madre, su tía y su primo. Gabriel y sus padres. Rocío y su mamá. Todos reunidos en la Plaza del Stadium, listos para ir a la dirección que Qhawaq les proporcionó. Debían llegar a la calle George Rouma de la zona de Alto Obrajes.

Cargaron todo su equipaje en la camioneta del padre de Gabriel mientras que los valiosos pasajeros iban en una vagoneta. Llegaron a la zona señalada tras 20 minutos de viaje. Pasaron y repasaron varias veces las calles hasta que dieron con la casa. Se trataba de una hermosa construcción con jardín. La madre de Rodrigo se bajó, tocó el timbre y esperó. Alguien respondió por el portero eléctrico, luego una señora de pollera salió y los hizo entrar.




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