Ya había 1 semanas desde que conocí a Eli y empecé mi amistad con ella, una amistad que cada día crecía más y más, a pesar del poco tiempo de conocernos, era extraño, pero ella me hacía sentir como si la conociera siempre, pues era tanta la calidez que transmitía, que era imposible no sentirte bien junto a ella.
Eli, desde el día en que la conocí, se convirtió en una especie de ángel para mí y mis hermanos, ella siempre me esperaba todas las tardes junto a la ventana de la cocina para darme un pequeño canasto con algún recipiente de comida y bebida que su madre junto a ella había preparado, y este día no fue la excepción, tras una larga mañana buscando entre los contenedores de basura de la ciudad alguna cosa que me sirva para reciclar y con esta poder comprar algo para compartir esa noche especial con mi familia, llegue a la casa de Eli, exactamente a la ventana de la cocina, y allí la vi, parada junto a la ventana con un pequeño canasto apoyada en el borde de la misma.
—¡Hola! — dije.
—¡Hola! respondió ella con aquella calidez que me brindaba tanta tranquilidad. ¿Qué tal el día hoy?, aparte del frio que puedo sentir — dijo.
—No me fue tan mal, encontré algunas cocas que sirven para vender — conteste.
—¡Qué bien! respondió ella, haciendo un breve silencio para acotar — Les hable a mis padres de ti.
—¿Qué? — dije un tanto preocupado, pues los recicladores no éramos bien vistos en el pueblo, y sentí temor de solo imaginar que los padres de Eli se interpongan entre nuestra amistad.
—Quieren invitarte a ti y a los tuyos a la cena de Navidad — pronunció.
—Es broma — dije.
—No, claro que no, eres mi amigo, y tu familia y amigos también quiero que lo sean — contesto ella.
Ante las palabras de Eli sonreí, sin duda era una chica con un corazón de oro, ella no me rechazo al saber a lo que dedicaba, sino al contrario me brindo su amistad, y ahora me estaba ofreciendo su hogar para pasar la nochebuena junto a mi familia.
—Navidad es compartir, dijo ella.
—Cierto, pero yo no aportare nada para la cena — exprese apenado.
—Si gustas me puedes ayudar hacer las galletas o hasta el chocolate, ¡ah! me gustaría conocer a la señora Ángela y al tuerto — añadió ella.
—Veré si se animan a venir — dije.
—Espero que se animen — contesto ella.
Algunos minutos después me retiré de la casa de Eli y fui a mi hogar, una modesta casita a base de cartones y palos, a un costado de un puente. Al llegar a la misma, transmití el mensaje de la invitación a Rafa, Carola y Mauri, quienes felices aceptaron ir a casa de Eli, luego fue donde la señora Ángela y el tuerto, tras varios minutos tratando de convencerlos, solo logré mi objetivo con la señora Ángela, quién decidió acompañarnos, para pasar la nochebuena juntos.
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Editado: 17.12.2023