El asesinato de Lucas

4. Lo que a veces uno calla

 

CAPÍTULO CUATRO

“LO QUE A VECES UNO CALLA”

POV MADRE DE LUCAS

 

Despertar es una de las cosas maravillosas que hago por las mañanas, tal vez fue desde que dí a nacer a Lucas y tenía el deber de cuidarlo por las madrugadas, pero desde aquel día mis mañanas son despertar temprano.

Lucas ve a desayunar, Lucas ve a la escuela, Lucas ayuda a tu papá… 

Papá. Desde que lo llamé asustada aquel día en la escuela, me dijo que iba a arreglar algunas cosas antes de llegar… que tonta fui, si hubiera sabido que huiría de los oficiales por deudas que ahora tengo que manejarlo, no le hubiera dicho nada.

No fue para ver a su hijo, tan sólo un día en la tarde llamo para preguntarme que estaba bien y que no era necesario alterar a nuestro hijo, el muy idiota ni siquiera preguntó por él y ni por mi, cuando le dije, tan sólo dijo que estaba muy liado tratando de acomodar sus pensamientos. Después de aquello, dejó de llamar.

Agarro el paquete amarillo lleno de hojas que se encontraba en la comoda y salgo, Lucas veía la televisión cuando de pronto supo de mi presencia cuando abrí la puerta.

—¿A dónde vas? —dice él mirando el paquete amarrillo

—A buscar tu nuevo colegio, vuelvo luego

—Mamá te dije que… no lo hagas —dice él, agarrando la puerta para cerrarla.

—¿Y tú quién eres para decirme qué hacer? Y ya lo hablamos, cuida la casa —dije saliendo de la casa, abro las rejillas negras de afuera y salgo hacia la izquierda en busca de la nueva escuela.

A veces la vida suele ser predecible. Creo que siempre lo he pensando, la vida es una tortura del día a día y aveces suele ser tu peor enemiga, aunque también la gente que más querias puede tracionarte.

Como cuando le quitan vida a una flor por lo bonita que es y dejan las feas en el jardin, es lo mismo con las personas cuando uno se enamora: Se fijan en la bonita de la escuela y la que tiene popularidad aunque su conducta sea la más mala, pero dejan a la inteligente que se dedica a ser una mejor persona para el mañana, la que vive una vida en su mente por la soledad que le dan. Mi hijo no merecía ser rechazado por un error que cometió por casualidad, pero ahora todos lo tachan de asesino.

Es feo que las personas que creías que te querían, de una te den la espalda y comenten falsedades de ti, es feo ser hipócrita en nuestra propia cara, pero uno no debe demostrar que es débil con ello, siempre debemos seguir caminando ese estrecho camino lleno de burlas y golpes. A eso me refiero que la vida puede ser la más mala, porque aunque estés de lo malo, debes mostrar tu mejor rostro a todos.

Cuando ya estoy frente a la primera escuela, ruego al de arriba porque me pase bien… pero no funcionó. Salgo de la escuela con una motivación por encontrar otro.

Y otro.

Y otro.

Y otro.

Y otro…

Ninguno quiere a un niño problemático y la misma frase: Debemos de cuidar a nuestros alumnos, no podemos romper nuestras políticas con los otros padres.

En una esquina, me detengo con el sobre amarillo arrugado de tanto sacar y voto lo que más he guardado: El dolor. Mi hijo no merece ese trato porque fue por accidente, mi esposo no me apoya y estoy sola en esto. Estoy en presión, pienso que lo mejor es seguir luchando pero hasta cuando tendré aquella motivación… seco mis lágrimas y me levanto del suelo, creo que lo mejor es regresar al mismo lugar.

Cuando ya estoy frente de la escuela en donde sucedió todo, lo pienso. Me van a rechazar, ya va hacer las seis de la tarde y posiblemente llegue tarde a casa. Ignoro las posibilidades y entro, porque mi dilema es arriesgar antes que no haber hecho nada durante el tiempo estimado.

Al entrar me siento de frente a la oficina de la dirección, la directora me mira con el ceño fruncido.

—Vengo a inscribir a mi hijo.

—Señora, ¿sabe que no puede hacerlo aquí? Busque otra escuela.

—Se lo suplico… porfavor

—Lo siento, no puedo hacer eso

—Ningún colegio me acepta, mi hijo debe estudiar… usted sabe que es el mejor de su clase…

—Señora le he dicho que no

La directora se levantó con un gesto de retirarme de su oficina, cuando yo me arrodillo con la cabeza gacha. Estoy humillada suplicando por el futuro de mi hijo, lloro, soy débil frente a una persona que no quiere ayudarme. Siempre han dicho que el llanto no soluciona nada, pero estoy perdiendo mi dignidad y mi orgullo estando bajo.

—Se lo suplico. Pagaré lo que sea, usted es madre. Imagine que todos le den la espalda por cometer un error que no tenía planeado hacerlo, imagine que su hija esté llorando pero lo oculte por la felicidad de usted… tan sólo imagine a su hija no tener un futuro, ¿usted qué haría si todos le dan la espalda para que estudie? ¿Qué haría?

Sigo llorando moviendo mis manos suplicando, cuando la directora me levanta del suelo y me hace levantar la cabeza. Está llorando.




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