Cierro la puerta detrás, dejando el maletín en el reposo para quitarme el saco.
Las luces tenues se alzan en automático y el ventanal, muestra la noche en cuanto se abren las ventanas.
Mi hogar me recibe cálido mientras me quito el saco, dejándolo sobre el lecho con la muda de ropa de esta mañana.
Mis ojos se van al suéter blanco y no sé porqué se siente tan significativo mirarlo.
Tal vez porque pasé parte de la mañana con él haciendo asuntos de trabajo o quizás porque Maeve estuvo conmigo en ese tiempo del trabajo.
No quiero pensar en hacerme ilusiones, pero su presencia fue agradable.
Ese muñeco del hombre casi me hizo reír porque quería destrozarlo con sus manos o pies, no lo sé, pero al menos admito que tiene buen ojo para identificar lo extraño.
Llevo con ella desde que mi padre se fue de retiro; si bien él sigue al tanto de la empresa, no se inmiscuye en lo que hago, aunque sí analizamos juntos los trabajos.
Antes de firmar un contrato, él debe aprobar que sea convincente, por eso también hice esto con el proyecto de los hoteles.
El señor Fowles es alguien íntegro y de mucho cuidado.
Antes había trabajado con él y las ganancias todavía se reflejan en los honorarios.
Por lo mismo, sé que aunque algunos de mis empleados con los que tuve la pequeña Junta, piensen que el proceso es algo precipitado, la realidad es que no es así.
Papá me enseñó a ser cuidadoso, por lo que también me tomé el tiempo para dejar la firma y darle marcha a ese proyecto de trabajo.
Lo que sucedió esta mañana no es nada comparado a lo que llevo años viendo.
No estoy convencido de nada de lo dicho por ese hombre, así que me preparo para el tema legal, mandando un mensaje a uno de mis conocidos en el Departamento de la Policía.
Para cuando llega la información, ya he dejado el baño, secando mi cabello, rodeado por una toalla en mi cintura.
Tuve tiempo para ejercitarme, aunque no para recoger las prendas de la cama que siguen ocupando espacio ahí.
No las quiero alejar de ese lado.
Quiero entender la indecisión, sentado al ver esa tela que toco despacio.
Es curioso cómo no quise que Esmirna pusiera su mano sobre mí, de la misma forma que se la puse a Maeve.
Fue algo sutil, extraño y no planeado, pero supe que no le molestó.
Además de eso, pude disimularlo hasta que pasó lo de la foto. Aún recuerdo que ese chico tiene una imagen de ella poniendo la mano sobre mi y lo que implica eso, es caos.
Toco mi frente, doblando despacio el suéter para ponerlo en el cajón de la ropa que he usado.
Por un instante, pienso en llevar el objeto a mi nariz para ver si tiene su olor, solo que decido dejarlo a un lado, pensando en lo tonto que es esto.
Acabo de perder un matrimonio, ¿por qué se supone que debo encontrar un vínculo en tan poco tiempo?
Descarto la idea, no sin antes caer en cuenta de la discusión al llegar a la oficina.
Esmirna fue... dura, muy personal con sus palabras y por su mirada, supe que Maeve no le agradaba.
Cuando vuelva, seguro que sentirá cosas peores por ella, a pesar de que no me lo haga saber de forma directa.
Pienso en escribirle, lo que descarto luego de organizar las ropas en su respectivo espacio.
Voy por algo que me permita dormir cálido, eligiendo un pantalón de chándal gris y otro suéter color vino en cuello V que cubre hasta mis muñecas.
Preparo una sopa de caja, encendiendo un poco la tableta, sentado en la mesa antes de salir al balcón para ver un episodio de Doctor Who.
Me concentro en eso hasta que me rasco el pecho, sintiendo un pequeño caliente en las yemas al recordar lo que pasó.
Ese acercamiento nos sacó de balance a ambos, solo que yo no hablé; en su voz estaba ese tinte como si hubiera corrido una maratón y solo estábamos jugando con una tarjeta. Misma que encontré después en el suelo, habiendo caído sin tomar en cuenta su cansancio.
De todos modos, debo admitir que no ignoré ese retazo. Ella estaba cerca, pero su respiración no era tan suave como para causarme eso en aquel lugar.
Algo más hubo ahí, quizás alguna que otra chispita o los nervios por haber pasado los límites con una persona de autoridad.
No sé si en algún momento vaya a descubrirlo, tampoco me preocupa, puesto que no creo que eso vuelva a suceder y no estuve incómodo con nada.
La compañía de esa chica siempre es amena en cuanto a ambiente se refiere, lo que hizo que la contratara de inmediato en cuanto Sonya de fue.
Tal vez pude quedarme con ella, es solo que su decisión de renunciar fue más fuerte.
Servir al hijo del hombre que la hizo crecer en su puesto, le traería demasiada nostalgia y verme evolucionar ahí, le recordaría el golpe de los cambios.
Maeve llegó como una recomendación aislada. No tenía un currículo amplio como las otras candidatas y siendo sincero, me arriesgué al elegirla esa mañana.