El bebé del Jefe

• No lo pienses mucho, o no quedamos con el botín •

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Tomo aire para aligerar la carga de lo escuchado, liberando el exhalo de manera profunda al sentir pasos de tacones tras de mí.

No me giro, ni me inmuto a la llegada de la fémina, quien trae en sus manos una copa de champán que, al parecer, han abierto para el brindis, durante los minutos en que estuve hablando.

No quiero volver adentro tan pronto, por lo que decido procesar lo dicho en la conversación, devuelto a lo ocurrido en la sala de la oficina en la intervención sobre su padre que tuvimos.

No puedo olvidar la forma en que se cohibió al hablar de él, ni el modo en que sus brazos se unieron alrededor de sí como especie de un sostén, antes de poner las manos sobre su falda, pudiendo sentir alivio al descubrir que no iba a preguntarle nada más sobre el tema.

Y no solo lo hizo al tocar la fibra de la ausencia de su madre, puesto que la mayor parte venía de su conexión paternal, sin embargo, no por sus reacciones significa que deba investigarla; no es algo que quiera hacer, mucho menos ahora que acepto un poco que me gusta.

A pesar de la separación con Jessica y todo el tema del divorcio, no puedo olvidar que lo sentido es demasiado contradictorio, aun así, no gano demasiado ocultando de mí lo que es obvio en lo interno, lo mismo que hace que me preocupe por su bienestar, por encima de que sea mi empleada.

Puesto que Maeve es más que cualquier cosa que haya pasado antes en su vida, mi decisión reside en no querer echar abajo la confianza que tiene sobre mí; aunque todavía no me cuente todas las partes de su vida que podrían hacer que la entienda, o quizás, que entienda lo que sucede alrededor de su dinámica familiar, creo que prefiero quedarme con los esfuerzos que ha hecho para estar sobre sus pies.

Haber llegado a donde está ahora, ocupando ese puesto conmigo, no fue algo que ganó de la nada y es parte de las cosas que noté cuanto estuvo en la entrevista.

Si bien no era experta en nada de lo que se hacía, a diferencia de tejer conocimientos para canalizar llamadas y hacer reservas, así como atender a los clientes, su tiempo pasado había sido como tutora en la Universidad donde estudiaba. Luego continuó haciendo ese tipo de cosas de forma independiente, con la aprobación de los maestros a los que servía y casi de último, estuvo atendiendo la recepción de un edificio en el que seguramente vivió.

No tenía la más remota idea del mundo de la arquitectura, incluso falló el test con respecto a eso y me hizo preguntas en el instante donde la supervisé, que lo único que hicieron fue hacerme reír al salir de ahí.

Era graciosa antes y lo es ahora, puesto que esa es una característica que no ha dejado morir con el paso de los años; cuando la escuchaba, podía entender su comentario de 'no tengo ni idea de qué rayos es esto', así que lo maquillaba con preguntas algo tontas y a veces más profundas, con las que intentaba descubrir la respuesta al examen.

No me pasó desapercibido ese esfuerzo; pidió un diccionario en un momento, no obstante, luego desistió al tomar aire y poner toda su confianza en sí.

La verdad, no necesité su historia de vida completa, solo saber que no estaba sola; de eso me di cuenta gracias a la empleada de mi padre, quien al saber que la aceptamos, fue generosa para enseñarle cómo hacerse cargo de sus responsabilidades.

Al pasar el tiempo, sus funciones se fueron puliendo, por lo que atender mis pedidos, moverse en la organización y mantener el orden del departamento para que se pudiera trabajar mejor, hicieron que añadiera una parte más al equipo; contraté, bajo su aprobación de la idea, a Scarlet, y ese tiempo de entrenamiento también se hizo muy suyo, porque a pesar de que esta chica no me respondía a todo lo necesario, era una mediadora entre ambos y se encargaba de aligerar la carga de trabajo que había sobre sus hombros.

Ahora que no está con ella, es probable que piense que la necesita, sin embargo, Maeve puede mantener la empresa en pie aunque no estoy, lo que de igual modo quiero recompensar ante el pensamiento de darle unos días libres.

Lo más probable es que no quiera aceptarlo, pero tengo en su contra que ha hecho trabajos extras, lo que puede servir como una ventaja para que lo acepte, imaginando esa expresión de desacuerdo y resignación para el momento en que le suelte tales palabras.

Habrán excusas, eso sí, solo que no las suficiente fuertes porque he visto que Scarlet se ha enderezado en cuanto a darle prioridad a su función; pienso que está en modo automático, pero aprecio la firmeza de su actitud como profesional, y el hecho de no hacerme pasar más vergüenza.

Suspiro, metiendo las manos en los bolsillos bajo la sensación de un frío no tan fuerte como el que a veces tiene la ciudad que nunca duerme, lo que me parece más cálido que otra cosa, viendo un poco de niebla en el alrededor.

Admito que haber pensado, por un segundo en buscar más detalles, no me complace en lo absoluto. No podría tan solo hurgar en la intimidad de su vida, por lo que acepto estar bien con haber alejado la idea de mi cabeza, antes que Francis la oyera de mis labios.

Mivi ha sido realmente buena; su desempeño ha sido sin problemas y su rango laboral, hace una bola de humo la escena con ese hombre, el punto mínimo de todo el bien que ha hecho y todavía hace en su espacio.

Si tan solo descubre que he hecho algo invasivo, no podría seguir mirándome a los ojos igual; prefiero mantener la distancia, haciendo la excepción al tema del trabajo para saber si es verdad, aunque para lo otro, prefiero que ocurra en alguna conversación trivial o privada, en todo caso.




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