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Cuando la estancia se quedó en completo silencio, dejó su cuerpo descansar contra el sillón, con su espalda sintiendo el alivio en ese pequeño gesto y, sus manos cubriendo su rostro durante un momento para aliviar la tensión que había dejado ese instante.
Podía sentir la pesadez volver a su sistema, cerrando los ojos en la respiración de calma para buscar las fuerzas, reposando los brazos a cada lado.
El techo recibió su atención unos segundos, exhalando al sentir una familiaridad extraña en ese lugar, algo que no se había ido en ninguno de esos días, como un pequeño gesto o escalofrío que cubrió sus hombros, negando por el recuerdo de la calma que la embargó, a pesar de la falta que tenía.
Estaba cansada, un poco asueñada, si era sincera, puesto que la noche anterior, apenas logró conciliar el sueño por el murmullo de sus palabras en su cabeza.
No había podido ordenar su mente desde que dejó el despacho; haber puesto la mano en su corazón, solo fue un señal de que estaba perdiendo frente a él y ni siquiera sabía si ese hombre hacía las cosas porque quería algo con ella, o simplemente era porque la valoraba como empleada.
No podía apostar a ninguna de las partes, aunque sabía que la última era la más sensata, a pesar de que no lograra hacerla dormir, como hubiese esperado en una ocasión distinta.
Estaba, a decir verdad, un poco afectada por el temor, lo que ninguno podía controlar o simplemente, ella no lo hacía de la forma correcta.
Necesitaba mirar cada extremo, no quedarse hundida en la soledad de la noche por algo así, pero, no lograba echar a un lado que se sintió diferente al oírlo decir eso, que supo que no se lo dijo solo porque sí, o por las veces en que cruzaban conversaciones de trabajo con halagos simples o triviales; hubo otra cosa en esa confesión, aún si trataba de ignorarlo con todas sus fuerzas.
Tenía que aceptar que prefería llevar sus responsabilidades con una fuerza que no sabía que tenía, tratando de organizarse hasta que volviera, antes que ahondar en lo que experimentaba, porque no era correcto, ni justo, recibir ese instante de su vida.
No se sentía cómoda pensado que no pudo enterrar las emociones en el momento en que estaba transitando una relación; todavía intentaba comprender qué fue lo que pasó, cómo era que un acercamiento tan simple terminó por sacudirla de esa manera y aunque no hubiera amado a nadie o no tuviese experiencia en el mundo amoroso, entendía que eso no fue lo indicado; al menos no, estando su jefe casado.
A pesar de eso, sabía que iba a ser difícil alejar el cumplido de su mente, aún con el repaso anterior, notaba que le estaba costando mantener en pie sus negativas, opacada por los detalles que no dejaba de poner en sus manos, casi como una clase de cuidado que le dejaba en claro que estaba pendiente de ella, aún si quería quedarse en el espacio empresarial.
Ya no estaba en la línea de las ilusiones, de no pensar con claridad, sin embargo, quería ser sincera, por lo pronto, consigo misma, al aceptar que no recordaba la última vez en que se sintió vista, quizás querida y a la vez, apreciada, con una frase de esa índole que abrió paso a un torbellino.
A lo mejor debía dejarla en el mismo sitio donde ponía las de Jacobs; su amigo no era un experto en cumplidos, pero esa conversación también la animó.
Quizás le hizo sentir que aún no iba a llegar alguien que la viera distinto, pero tenía a su compañero, al que podía contarle casi todo, para aligerar esas penas.
—¿Interrumpo?—Maeve lo vio en el umbral, habiendo tocado después de abrir, con la mano todavía sobre el pomo.
Enarcó la ceja, segura de que había escuchado sobre la situación con Esmirna, y que tuvo la oportunidad de escuchar cada versión de los presentes, e incluso también, de los que no estaban ahí.
La verdad era que no se sentía orgullosa de nada de lo que pasó, ni siquiera de darle lo que quería; de algún modo recordó lo pasado en días atrás por haber salido con él a ese desayuno, lo que para ella fue casi un crimen, a pesar de que estaba haciendo su trabajo.
No le importaba mucho lo que pensara de ella, tampoco que le tuviera alguna clase de vendetta, lo que sí le incomodaba era ver su actitud, como si el mundo fuera suyo, o en todo caso, él, y del mismo modo, pudiera manejarlo a su conveniencia..
Tal vez había hecho algunas cosas para darle un respiro de esos ataques, pero no fue suficiente; por lo mismo, trató de aligerar esa carga con esa nota que la hizo enfurecer, cuando debía alegrarla, por no tener que lidiar con esa circunstancia.
—No, no he hecho nada—murmuró, bajando un poco el rostro, al saber que le estaba costando un poco, mantenerse otro rato ahí.
—No es necesario, ya hiciste mucho—se burló, acomodado como todo un señor chismoso, colocando una pierna sobre la otra para unir las manos sobre esa rodilla.
—Jacobs...
—Me dijeron que le hiciste así, ¡zas!—Imitó con sus palma el tirón de pelo, con el que luego arrastró al personaje en la escena, deshaciendo la alfombra en medio de sus risas—. Y que luego le hiciste así, ¡pam!—fingió dar una bofetada y luego otra, movido en el espacio bajo su risa al ponerse en otra posición—. Y por último le hiciste así, ¡toma, toma!—Elevó, alzando la rodilla que simuló el golpe en el estómago y la nariz, volviendo al espacio, divertido—. Si fue así, amiga, le sacaste todo el plástico.