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En cuanto termino de apreciar su escritura en la pantalla, aparte de tocar la muestra de forma intuitiva por encima, me sumerjo en lo que queda del trabajo, durante las horas que faltan.
Reviso las señalizaciones que Scarlet ha dejado en la libreta, que usa como agenda y donde tiene el itinerario, remarcada la hora de comida en un rojo intenso con esa pluma que guarda en el bolso de mano.
Evito sonreír por lo graciosa que es, al menos en este punto; creo que si no come, no puede ser feliz y si no es feliz, entonces no puede hacer el trabajo que le corresponde, por lo que no me equivoco si pienso que mira todo como si fuera comida o bien, si trabaja, pensando en lo que llenará su sistema para seguir haciendo su labor.
Vuelvo a verla en lo que paso por los reportes anteriores y los cálculos que le hice al plano, apartados de los demás, quienes siguen conversando sobre el proyecto.
Cada uno trabaja a su manera, por lo que me ocupo de seguir los pasos de la floreada, a quien le indico que anote lo que me parece mejor para los materiales en algunas áreas, buscando alternativas más sostenibles al alcance del país, en cuanto entiendo que hacen un juego con el estilo sólido del sitio, lo que evitaría problemas en circunstancias atenuantes a futuro.
En cuanto termino de indicar, me dirijo hacia ellos para conversar las anotaciones a las que cada uno, parece atento; en el proceso, atisbo a lo lejos a Scarlet, quien parece llamar la atencioknde algunos cuando les dejo saber lo que ella hizo, antes de complementar todo con lo que indiqué.
Por la mirada que le doy, a pesar de estar de espaldas a nosotros, admito que también fue bueno traerla hasta acá; no toso siempre es usar a la misma persona de siempre, y aunque Maeve, para mí, es como tener un cable aunado a la tierra, esta chica tiene su propia forma de abordar las cosas.
Una de ellas puede ser ponerle humor a todo lo que se mueva o hacerme sentir un gruñón al que debería temer de todas las formas, dependiendo del ánimo con el que amanezca o en el que esté, porque también se puede pasar de la raya.
De todos modos, no soy el único que la observa de forma apreciable, por la forma en que sacó sus conocimientos de arquitectura a flote y ciertas medidas a las que está más afinada, a diferencia de mi primera al mando, desde el lado de mi secretaria.
Por lo que veo, el proceso es más lógico en esta mujer, como si supiera de cálculos, aún si ahora mismo parece estar imaginándose en algún escenario mientras baila en la pista desde un pie, con su cabeza movida de lado a lado, logrando sonrisas en los hombres al continuar con los vistazos del plano y las medidas que han afinado los detalles necesarios.
Cuando llega la hora del almuerzo, Scarlet se encarga de preparar mi plato de comida, posando más cosas en el recipiente que me toca, que en el suyo.
Le doy una mirada extraña, hundiendo el ceño al ver que se esmera demasiado en lo que ha puesto, descubriendo con su ceja alzada, que no desea, de ningún modo, que deje de comer o haga una 'huelga d hambre' en contra suya y a favor de Maeve, a quien, desde el principio, debí traer.
A pesar de ello, no me quejo de su trato y ya no me siento tan mal como al principio; la culpa no es una buena amiga, sin embargo, he podido hacer las pases con ella, por el trabajo que ha hecho, aun con todo lo que me atraviesa.
Tomo el objeto, lleno de carbohidratos, antes de que me pase un bowl de ensalada, movidos a las mesas en el lugar, donde disfruta de su plato no tan grande, aunque parece que carga con lo suficiente para su estómago.
El teléfono vuelve a sonar entre mis bolsillos, recordando la notificación que hace poco llegó al correo, por lo que saco el aparato del espacio al ver la información que me ha hecho llegar mi segunda al mando.
—¿Es urgente?—Lo reviso por encima, un poco atento a lo que ha remarcado con respecto a esa cifra y a lo dicho por Jacobs, quien parece que vio la información para sacar algún derivado al que debo revisar con pinzas.
Parece ser que tiene más conexión con el tiempo de cuando mi padre me entregó la empresa, lo que indica que todavía no habían concluido sus trabajos y otros procesos que dejó.
—¿Está bien?—Alzo la mirada, ya posando el celular boca abajo al tomar el tenedor junto al cuchillo, preparado.
—Nada grave—esquivo, aunque parezca que lo es, pero no puedo tentar ese tema ahora—. Y que sepas que no me voy a comer todo esto.
—Es para que me deje—la carcajada que sale de mí, es realmente inesperada; Scarlet sigue probando lo poco que se sirvió, mientras almuerzo con una sonrisa de lado a lado que me hace sentir un ser curioso alrededor de todos y alguien divertido, al elegir lo que quiero para guardar las partes de ella, sin afectarlas ni un segundo.
Creo que en otras instancias, estaría compartiendo una que otra conversación trivial con esa mujer; hubiera tenido sonrisas leves, más cómplices que otra cosa, pero esto, no es algo que esperé.
Me apena un poco, aunque sigo riendo cuando termino de comer y cambiamos de plato de la forma más sutil posible, viendo que devora lo demás, llena de gusto.
Me termino la ensalada que no se me hace indiferente, para luego levanta los platos, a pesar de que puedo llamar a uno de los presentes para que lo haga; no me dejo regir por el protocolo, yendo con mi acompañante hacia el área donde limpiamos los utensilios, para dejarlos colocados en su respectivo espacio.