El bebé del Jefe

• ¿Está así porque le descubrió un novio? •

Casi puedo sentir que pierdo la noción de las palabras que salen de la boca de cada persona en la reunión. Las veces que no he podido intervenir, lo ha hecho Scarlet, de una manera sorprendente, que ni siquiera me veo venir, después del modo en que esto comenzó.

Haberme arrepentido, no le quita el salto de fe que ha dado por sí misma, de la misma manera, que ha logrado canalizar mi estado de ánimo, en un punto donde debo observar sus acciones y aprobar lo que hace, sin poder dejar de apretar el teléfono entre la palma de mi mano.

Estoy inquieto, no molesto, porque si bien podría tener razones para estarlo, sé, por en los intentos de devolver la llamada, que la línea fue la culpable de haber dejado de funcionar, si no es que lo hizo el aparato.

En ese caso, la verdad está en que no escuché el sonido de batería baja; de haberme dado cuenta, no estuviese atravesando el maremoto que ha ido haciendo mello en mi pecho, bajando el rostro los minutos siguientes, puesto que no tengo mucho que decir.

No quiero ser tan obvio, pero no puedo evitar la desilusión, ni la incomodidad que han asentado sus palabras en lo hondo de mí; apenas puedo creer que sea verdad que he sido el primero en decirle a esa mujer que es hermosa. Maeve..., Maeve es preciosa.

Es una fémina de porte firme, no tan alta como yo, pero tampoco tan pequeña, aunque muchas veces los tacones le ayudan a alcanzar un poco mi tamaño; su cabellera castaña oscura, casi echando a un negro, es igual de abundante que la primera vez que la vi y en ese instante, recuerdo que sus hebras estaban más unidas a las ondas hechas por algún utensilio de peinar, habiendo recogido un poco más su melena.

De igual modo, no la tenía tan larga como ahora; creo que he notado esa rareza que tiene de solo acomodarse las puntas, porque no desea volver a tener el cabello un poco debajo de sus hombros, como aquella vez.

Quizás por eso se sintió tan apenada el día que fuimos a dar la declaración; ese recogido le sentaba bien en esa coleta, pero prefería verla suelta, como todas las veces que ha ido a trabajar.

Le temía al hecho de haber tenido sus hebras aun sucias por la leche de almendras que ese estafador nos derramó; para su mala suerte, fue la que más afectada salió, y a pesar de todo, seguía viéndose igual de linda que siempre, porque nada la hacía perder ese equilibrio entre su femineidad y la forma en que se veía a los ojos de los demás, por no decir de los míos.

Aun con todo eso, no logro asimilar que tampoco se le haya cruzado algún otro hombre para dejarle saber la realidad, lo que es imposible de ignorar y lo que he notado desde antes de captarla como mujer y no empleada; quiero pensar que estoy equivocado, que a lo mejor debe haber alguien intentando estar cerca de ella, por mucho que no lo note, en su alrededor.

Jacobs no es uno de ellos, eso lo tengo bastante claro, aunque podría ser alguien cercano a él, o algún chico de algún otro departamento que la ha visto de otra manera, por mucho que no haya tenido la oportunidad de confesarlo, si no es que lo ha seguido intentando el mismo Roshard Fowles.

Todavía me duele en el hígado haber dejado ese espacio libre desde que me lo soltó, pero he tratado de confiar en Maeve y si ella no me ha dicho nada de lo que pasó, es porque tal vez, lo que pensaba, no sucedió.

Estiro el cuello, con la cabeza en alto, intentando ignorar esa mirada que lleva rato sobre mí, porque sé que se trata de Enrico, quien me ve, e intenta entender lo que me pasa, solo que no quiero verlo a los ojos.

No deseo que descubra que esto tiene que ver con algo personal, que tiene nombre y apellido y que es, la mujer de la que también se ha interesado por su atención y destreza; pensar en eso me lleva a pensar que esas han sido cosas por las que tal vez, he desarrollado interés hacia Maeve.

Creo que nada ha sido casualidad, pero muchas de esas cosas encajan en lo casual que ha sido estar rodeado de su esencia, al punto de sentir tanto por ella, como ahora.

Paso las manos por mi rostro e intento volver a los puntos que Scarlet lleva en escalonada en su libreta, hablando cuando es debido, lo que hace que todos me vean, por mucho que busco no fijar la vista en ninguno.

El tema se excede, por lo que la reunión no termina en el tiempo planeado, tomando cerca de las cinco, otro receso, para degustar de algunas cosas dulces que no me quitan lo amargo de la garganta.

¿Quién iba a decir que volvería a estar de esta forma y por otra mujer? No me lo habría imaginado ni cuando puse la firma en el divorcio, ni en la disolución de mutuo acuerdo.

La verdad, yo no me esperaba ese golpe, ni el tener que firmar esos papeles, en medio de lo que cada uno estaba atravesando, solo que Jessica tenía muchos puntos no negociables, y luego de lo que pasó, fui uno de ellos.

Por lo mismo, no esperé volver a sentir, aunque no me considerara un hombre indispuesto a abrirse paso al amor por segunda vez; no creí que podría ser tan rápido, eso sí, lo que hace que también me cuestiono si lo estoy haciendo bien, o si esto en serio, es correcto.

Yo..., no quiero estar solo, no obstante, tampoco quiero estar a costa de nadie, porque no es algo que soy, debido al transcurso de mi vida.

Suspiro, cabizbajo, viendo el nombre y la última vez; los minutos que esa llamada duró, al igual que la capacidad de volver a escuchar cada palabra, que parece estar grabada dentro de mí.




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