El bebé del Jefe

• No es que tenga un manual de las cosas que te gustan o no... •

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Farouh

Descanso la espalda contra la pared, al nos tener un reposo en el área, en cuanto la contemplo en el descanso a mi lado, sentado con calma para alejar las hebras que se han aunado a su rostro, atento a cómo hace poco esas facciones estuvieron peladas de sudor.

Uno sutil, debido a que no he ignorado que bajó otro poco la calefacción, lo que me ha hecho sentir un poco más caliente de lo normal, solo que no es algo que me cause incomodidad, dentro del rango en que está.

Si la tengo en este espacio, es por una razón y por ahora no pienso cambiar nada de lo que acomodó a su forma, porque es su manera de estar en confianza en un sitio tan desconocido. Además, debo admitir que este lugar no se siente igual a cuando regresaba a casa; se vuelve distinto con solo verla, incluso si no hacemos nada distinto a sostener nuestras manos, a ver nuestros ojos o a estar acostados, porque lo que cada uno experimenta, habla solo en medio del aire.

Suspiro, cerrando los ojos para asimilar todo lo que ha pasado en medio de estos días; no tardo en acomodar esos mechones a un lado para que la libertad cubra su rostro, contemplando la tranquilidad que la embarga.

Deseo acompañarla en el sueño, pero no puedo descansar con esa facilidad, cuando ha sido demasiado lo ocurrido en las semanas; el cambio tan raro, brusco e igual de gratificante, es la única cosa que se enreda en mi pecho al no poder obviar que también ha menguado de a poco la sensación de soledad en mi pecho.

Todavía recuerdo sus palabras al decir en ese instante, consciente de que bajó su compañía ya no estoy solo, no obstante, eso no me asegura que lo de ambos pueda durar para siempre, ni que podamos estar juntos para toda la vida; lo que nos rodea es difícil y creo que cada uno considera el punto en el que se encuentra, aun si ninguno lo demuestra.

Maeve es una mujer increíble a mi parecer; no quiero hacerle daño que ni siquiera pueda reparar, a pesar de que sé que es adulta y es mi empleada, pero no le quito el mérito a que sea un ser humano que merece todo claro, por encima de las circunstancias.

Y si bien, no me molesta el hecho de poder presentarla como mi pareja ante las personas que me importan e incluso, ante el personal, estoy al tanto de que no es el momento para hacer algo de esa índole. Mivi lo sabe más que yo, por eso ha sabido mantenerse al margen y no cumple con las mismas características que puedan ser parte de mí.

Sobre todo, no quiero abrumarla, ni exigir de ella lo que no me puede dar; la he conocido por años y sé en qué radica su diferencia: en no dar más de lo que tiene, ni querer acaparar lo que por ahora, no está listo anunciar.

Quizás por eso he sentido tantas cosas extrañas por ella; no las había logrado explicar, hasta ahora, porque ese deseo, que se abrió paso de forma inconsciente dentro de mí, es lo que ha hecho que ella logre quedarse muy dentro, abarcando pequeños gestos que me dan una segunda oportunidad.

Con Jessica no tuve algo así; no era la misma complicidad, no era el mismo tiempo, no estaba esa chispa de incluso hablar con seriedad y continuar sin miedo a lo que ocurriera y si bien, no es que no tuviéramos la capacidad de hablar las cosas, ni de mejorar en ciertos sentidos, sé que de haberse presentado un escenario similar entre nosotros, la única resolución a eso, habría sido continuar cada uno su camino debido a las diferencias. Y en serio, no la culpo, porque durante muchos años entendí su temor, su regla básica, igual que su forma de vida, por lo que no es alguien con quien intentarlo dos veces, si vas a obtener la misma respuesta definitiva que dio en la primera vez.

Eso es parte de lo que llevo enredado en el fondo con Maeve; sin duda, no tengo idea de lo que pasa por su cabeza con respecto a nosotros, aun así, estoy atento a lo que quiere y lo que pide, porque eso es algo que ella ha decidido, sin miedo alguno a lo que pueda ocurrir, o quizás sí lo tiene, solo que no lo demuestra con ese ímpetu, sino que decide lo que es necesario en el instante para los dos.

De todas formas, no me molestaría escucharla expresar sus conjeturas; la oí desde el inicio y presté atención atención su negativa en el segundo, por eso no seguí tocando un terreno que todavía no estaba listo para recibir de mí.

Si algo sé, es que la entiendo y que para ninguno de los dos es fácil aceptar lo que hay en frente; verla siempre hace que recuerde que ha sido mi secretaria durante mucho tiempo y los dos estamos lejos de aquellas barreras que alguna vez, se alzaron entre nosotros.

A pesar de eso, si algo tiene ella, es la ventaja de que di el primer paso en su dirección; eso puede usarlo en cualquier instancia, si no quiere seguir con esto, por lo que no voy a estar en desacuerdo, aun si me cuesta aceptarlo en ese punto.

Exhalo en la tranquilidad, posando un beso en su sien, antes de salir de la cama para ver todo lo que hizo en la cocina.

No hay muchos platos sucios, en realidad, ninguno, y ha llenado unas jarras con diferentes tipos de pastas que ha hecho con esa máquina que no es nada impresionante, aunque hace un trabajo maravilloso.

Nunca pensé ver, ni tener algo así en casa y eso hace que la sensación de gusto se expanda por todo mi pecho, al encontrar el recipiente de la lasaña que en serio hizo; los trozos están separados, así que no tardo en apartar uno, mientras los demás aun reposan en su sitio.




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