Maeve sintió el peso de la soledad en cuanto la silueta de Farouh desapareció por el pasillo, oyendo a lo lejos los pasos del hombre que deseó que regresara, al menos para que le diera un nuevo beso de despedida, que de alguna forma u otra, le hizo falta.
Si era sincera, no estaba acostumbrada a estar sola, ni al hecho de no hacer nada, por lo que, aunque no se sentía maniatada ante las circunstancias, no tenía kdea de cómo empezar a disfrutar el día.
Quería llamar a Scarlet para decirle que iba a su casa, no obstante, prefirió escribirle que no estaría en la empresa, así que iba a informarle después lo sucedido, considerando que quería ir a su casa para acompañarla en medio de su situación.
Le alegraba saber que fue la tercera persona a la que le dio la noticia en cuanto llegó a la oficina; no tuvo que preguntar cómo lo supo, la joven le contó con lujo de detalles todo lo sucedido con el vuelo, el asiento al lado de Farouh que fue cancelado, sus pies que terminaron siendo afectados por una tontería y todo el drama que le hizo pasar a ese hombre en tan pocos días.
De hecho, supo de su boca que básicamente fue él quien la impulsó a deshacerse de sus sospechas; no lo pensaba, porque ambos se estaban cuidado, aunque no negaba que había ocurrido una que otro desliz.
Escucharla hablar sobre esos días, le hizo un pequeño meollo en el pecho; no era un secreto que todavía no 'superaba' el que su jefe terminó por dejarla fuera de la ecuación solo por ese beso, lo que también estaba pasando, de alguna manera, con esos días que le dio libre, aunque no tenía segundas intenciones de por medio.
En realidad, lo había decidido como su superior, no como el hombre con el que se acostaba y podía leerlo en su mirada; incluso esa decisionnde que su compañera se quedara en casa hasta que estuviera mejor, también venía de esa faceta de empleador, no de ser alguien diferente frente a ella.
Por lo mismo, quería optar por hablar directo con la mujer que le brindaba ayuda; era la única forma, si no es que se le ocurría llamarla durante las siguientes horas, en caso de no llegar a su casa por alguna situación.
Bloqueó la pantalla para dejar de ver la hora, echando echando un lado la sensación de ansiedad que quiso embargarla al estar en ese espacio medio desconocido, porque lo único a lo que se sentía aferrada y segura era a esa cama, los edredones y el baño, donde tenía privacidad.
La verdad, Farouh no era indiferente a las cosas que necesitaba, por lo mismo, si hablaba con su amiga, no iba a delatarse, ni a darle una noticia de la que si bien, no se sentía segura de mencionar, no podía decir que tenía orgullo por lo que estaba haciendo.
Claro que le gustaba su jefe, que hacía tiempo desarrolló sentimientos por él, no obstante, enunciar esas palabras era algo serio y no estaba en sus plenas facultades para decirle que ambos estaban compartiendo intimidad, por encima de los parámetros impuestos por cada uno desde que estaban en la empresa.
Sabía que había pasado sus límites, todos; incluso aquellos que se planteó desde que se dio cuenta de lo que ese hombre le hizo sentir, los mismos que eran ni negociables y terminaron dejando huellas en su casa, en su baño, al igual que en la residencia en donde él se encontraba.
Suspiró, llevando las palmas a su rostro al no querer volver a lo que había experimentado en esas noches, ni a recordar las marcas que dejó en su espalda, arrasada por ese aroma de su presencia que no sólo estuvo en su auto, también lo tenía en la ropa que llevaba.
Sin duda, de haber sido otra, estaría en el borde de un colapso por la sensación de martirio que pudo haberla embargado, no obstante, la decisión que tomó fue la de aceptar la realidad en la que se hallaba, limpiando las manos en el pantalón que llevaba puesto y le cubría hasta las uñas de los pies, liberando un inspiro al haber inflado el pecho.
No quiso tomar asiento en la cama, por mucho que estaba aburrida; no quería desarreglar lo que él acomodó antes de partir.
Eso le gustaba, que fuera un hombre ordenado hasta en ese ámbito, que en serio le sumaba puntos a la situación; pero lo que la tenía en vilo era si iba durar el resto de esa semana ahí o si volvería a su apartamento días antes de volver al trabajo.
No tenía idea de qué hacer, ese no era su sitio y aunque no buscaba permanecer ahí la semana completa, al mismo tiempo quería acompañarlo, para desarrollar un poco de seguridad hacia la estancia, como la tenía hacia su casa, que había dejado hacía ya un día, por la hora que iba corriendo.
No se sentí intimidada ante esa suite, pero no era su tipo de lugar; además, Farouh llevaba su tiempo viviendo en ese espacio, por lo que invadirnos tampoco era su necesidad, aún si él no veía problema en ello al estar 'juntos' de ese modo.
Mordió su labio un instante, buscando entre los cajones que encontró, alguna revista para familiarizarse con el lugar, encontrando un folleto en el último cajón dentro del gabinete del baño, leyendo la primera hoja donde se exponía la estructura del lugar.
Por lo que vio, algunas cosas habían cambiado desde que su jefe se mudó; él había llevado a cabo algunas remodelaciones que ampliaron el espacio, dejando el sitio lo más acorde a su gusto posible.
La sala era amplia y aunque frente al ventanal pudo haber colocado dos sillones de muebles grises, con una mesa blanca y alguna planta verde en torno a decoración, optó por dejar el área libre y solo tener esa mesa y la extensa vista del ventanal.