El camino hacia la redención

1.La confrontación

 

Advertencia de contenido:
Este texto ha sido traducido al español desde su versión original en inglés. A pesar de nuestros esfuerzos por garantizar una traducción precisa, pueden existir algunas diferencias o errores en la interpretación del contenido. Por favor, téngalo en cuenta al leer este texto.

 

La animada mesa del desayuno se quebró abruptamente con el sobresalto de la señora Amin. Una llamada telefónica entró, y la habitación se sumió en un silencio atónito. "Azlan se ha divorciado de María", anunció con voz pesada.

 

El señor Amin se atragantó con el jugo de naranja, la incredulidad grabada en su rostro. "¿Qué? ¿Por qué? ¿Ha perdido la cabeza?" La noticia era inimaginable, especialmente con María acercándose a su séptimo mes de embarazo.

 

"María... abortó el embarazo", reveló la señora Amin, su voz apenas un susurro.

 

La revelación sacudió a la familia como un golpe repentino. La alegre anticipación de una nueva vida se había desvanecido, reemplazada por un silencio asfixiante.

 

Finalmente, Hena rompió el silencio. "¿Pero por qué María haría eso?", preguntó, con la voz cargada de preocupación.

 

La señora Amin, con las sienes palpitantes, se levantó y se disculpó, dejando un rastro de preguntas sin respuesta. El señor Amin, incapaz de continuar con su desayuno, la siguió.

 

Sin embargo, no todos compartían el ambiente sombrío. Fariba, la esposa del hermano menor del señor Amin, Tanvir, no podía ocultar su retorcido placer. La envidia, una compañera constante, la cegaba al dolor que infligía. Estaba tan acostumbrada a la envidia que olvidó que esta destruye la fe como el fuego consume la madera.

 

Hena también albergaba una oscura alegría secreta. Su hijo, creía ella, era el heredero legítimo del imperio de su padre, y el hijo de Azlan había representado una amenaza. La avaricia, un susurro prohibido en su corazón, nublaba su juicio. Ella también olvidó que nuestro amado Rasul Sallallahu Alaihi Wa Sallam nos advirtió a todos contra ella. "Cuídense de la codicia, pues fue solo la codicia la que destruyó a los que os precedieron", advirtió. Pero a veces, la gente está tan cegada por la codicia que lo olvida todo.

 

El señor Amin, buscando respuestas, entró a su dormitorio y encontró a la señora Amin caminando inquieta, con el teléfono pegado a la oreja. Escuchó un fragmento de su conversación con Ruksana, la madre de María.

 

"Le impuso tantas restricciones", la voz de Ruksana crujía a través del teléfono. "Azlan empezó a pensar que todas las mujeres son como su primera esposa. Mi hija no podía vivir con un misógino así."

 

El peso de la acusación aplastó al señor Amin. Sabía que su hijo tenía un pasado problemático, pero ¿era realmente capaz de tal prejuicio?

 

"No hay vuelta atrás", concluyó Ruksana con voz firme. "Azlan se ha divorciado de María. Debemos respetar su decisión".

 

Con un suspiro de derrota, la señora Amin colgó la llamada. El sueño de un nieto, antes una esperanza vibrante, ahora yacía hecho pedazos. El señor Amin la tomó de la mano, ofreciéndole consuelo. "¿Lograste hablar con Azlan?"

 

La señora Amin negó con la cabeza, la voz cargada de emoción. "No, pero me comuniqué con su secretaria, James. Dijo que Azlan regresará a Bangladesh pronto".

 

"Towsif, por favor", lo calmó, su voz como un bálsamo contra su creciente preocupación. "Superaremos esto".

 

La señora Amin negó con la cabeza, sus ojos nublados por la desesperación. "No lo sé, Towsif. Yo solo... no lo sé. Hena no ha estado en casa en un mes, prácticamente vive aquí. Mim sigue rechazando todas las buenas propuestas, sus planes... simplemente no las entiendo. Y ahora, el divorcio de Azlan, el bebé... es como si todo se estuviera desmoronando".

 

Towsif la tomó de la mano, y su contacto la ancló a la realidad. "Sé que es difícil, Haya. Pero recuerda, esto es la vida. No te agobies."

 

Haya asintió con un gesto de cabeza.

 

"Haya," comenzó con delicadeza, "creo que es hora. Sería lo mejor si perdonaras a Shahana. También es tu hija."

 

Haya miró su mano, donde los dedos de Towsif se entrelazaban con los suyos. Su respiración se entrecortó, el peso de sus palabras se asentó sobre ella. "Me lo dices a mí, Towsif. Ella mató a tu hija", susurró, con la voz cargada de emoción.

 

Towsif cerró los ojos y luego dijo: "Lo sé. Pero han pasado dos años desde ese incidente. Y Shahana ha aprendido de su error. Yo la he perdonado. Tú también debes perdonarla."

 

El corazón de Haya se llenó una vez más de respeto por su marido. "Lo intentaré."

 

Sus labios se curvaron hacia arriba, pero las comisuras no llegaron a alcanzar sus ojos, dejando una sombra de tristeza detrás.

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Shahana estaba en la cocina, ocupada lavando platos. Había notado que la atmósfera en la casa se había vuelto sombría desde el desayuno esa mañana. No sabía qué había pasado para que un velo de tristeza se hubiera extendido por toda la casa, pero no le importaba. Continuó fregando los platos, ayudada por otra criada.

 

"Señora", dijo la criada, "escuché a la señora decir que el señor Azlan va a regresar."

 

Lipi esperó alguna reacción por parte de Shahana, pero se decepcionó al no ver ninguna.

 

"Sabe usted", continuó la criada, "el señor Azlan se ha divorciado de María."

 

Las manos de Shahana se detuvieron por un momento ante esta noticia.

 

"¿Qué quieres decir? ¿Cómo pudo pasar eso? María... María iba a ser madre", exclamó con sorpresa.

 

"Sí." Esta vez, la criada se acercó un poco y susurró conspiradoramente: "María tuvo un aborto."




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