PRÓLOGO
Nunca imaginé que la vida pudiera dividirse entre dos luces tan distintas:
una que te deslumbra hasta cegarte y otra que ilumina tu camino sin herirte.
Nunca pensé que yo sería el punto medio entre dos mundos…
Ni que estaría obligada a elegir entre quemarme para sentirme viva o abrazar la calma que tanto miedo me daba reconocer como amor.
Esta historia no trata de elegir entre dos hombres.
Trata de elegirme a mí, después de haberme abandonado por tanto tiempo.
Trata del dolor que aprendí a callar.
Del silencio que aprendí a escuchar.
Y del amor que aprendí a aceptar.
Yo soy la voz de esta historia.
Y esta es la explicación de cómo me encontré…
cuando por fin dejé de huir de mí misma.
CAPÍTULO 1 — EL INICIO DEL FUEGO
Adrián entró a mi vida como entran los incendios:
rápido, impredecible, hermoso… y devastador.
Lo conocí una tarde común, de esas que no prometen nada.
Yo estaba sentada en una cafetería revisando mi celular, con la mente perdida en mis pendientes, cuando alguien pasó a mi lado y dejó un rastro de perfume amaderado que me hizo alzar la vista.
Ahí estaba él.
Alto, sonrisa ladeada, mirada intensa… esa mirada que parecía desvestirte el alma.
No fue su belleza lo que me atrapó, sino la sensación de que él sabía algo que yo no.
Se acercó a la barra y pidió un café; luego volteó hacia mí con una seguridad que nunca había visto en nadie.
—¿Ese libro es bueno? —preguntó señalando el que tenía en mis manos.
Yo tartamudeé. No estaba acostumbrada a que me hablaran así, tan directo, tan decidido.
No sé cómo ocurrió, pero en cuestión de minutos estábamos hablando como si nos conociéramos desde siempre. Él reía fuerte, yo reía suave; él preguntaba cosas profundas, yo respondía sin darme cuenta de que estaba revelando demasiado.
Cuando se despidió, me dijo:
—Voy a volver por ti.
Y lo hizo.
Al día siguiente.
Y al otro.
Y al siguiente.
Sus mensajes eran como descargas eléctricas que me mantenían despierta, activa, emocionada.
Nunca había sentido tanto… tan rápido.
Pero todo lo que arde intensamente, en algún punto, empieza a consumir lo que toca.