El Carmesí

Capítulo 2: Cisne

29 de Junio de 2016

Habían pasado doce años, desde la muerte de los Queen.
Noah que para ese entonces tenía 19 años, se había convertido en un jovencito apuesto, en especial para las muchachitas de su edad. Aunque para muchos otros no pasaba de ser un muchacho sin vida, pues, a pesar de que poseía unos hermosos ojos de color café claro, cierta frialdad los opacaban.  Y no era para menos, luego del infierno que tuvo que pasar, y con la vida que aún tiene que lidiar.

Ese día, como todos los otros se levantó muy de mañana y salió a correr para poder disipar su rabia, una que ya cargaba hace mucho tiempo, pero que esa vez se intensifico más. Pues luego  de ello, debía prepararse e ir a la oficina, ya que sería el día en el que Hunter lo presentaría frente a toda la comunidad Queen & associates, como el nuevo integrante de la empresa. Después de todo, el nombre de la compañía no tendría sentido si no hubiera un Queen de por medio. Y tal vez todo sería perfecto si Hunter no estuviera en su vida. 

Para el resto de las personas, Hunter es considerado como el piadoso, y bondadoso hombre que rescató a Noah del accidente de auto que tuvieron sus padres, y a quién pudo salvar antes del que el auto explotará con ellos dentro de el. Para Noah, no es más que el rufián que le quitó a sus padres, robó su felicidad, y también todo lo que le pertenecía a su familia. Él sabia que utilizaba la compañía como una simple fachada para tapar sus negocios sucios, y todos los que lo integraban ahora, estaban consciente de ello. Eso realmente le carcomía aún más el alma, ya que Hunter no sólo era considerado como aquel hombre que se hizo cargo del inocente y huérfano niño sino también como el filántropo que sacó adelante a la compañía de la que ya se habían escuchado rumores de su posible quiebra. Y ahora luego de 12 años de suplició él deberá pisar aquella oficina para seguir aparentando la vida perfecta que todos creen que tiene, pero no podía hacer nada. Al menos no por ahora.

Al terminar su ardua carrera por las calles de su vecindario, Noah se dirigió a alistarse, ya que dentro de unos minutos uno de los Porsche color negro enviado por Hunter pasaría a recogerlo con algunos de sus hombres. Estaba tan acostumbrado a aquello, que cierta parte de él tenía cierta resistencia a cualquier cosa que llevará ese color, para él no era solo un color lúgubre como muchos, sino que también representaba una serie de malos recuerdos que le recordaban en quién se había convertido cada noche en las calles de White Ville. Lo cual resultaba irónico, dado que las noches de aquella ciudad hace mucho tiempo que no tenían nada de blancas. 

Noah se encontraba ya listo, cuando recibió una llamada de un número conocido. Aquel hombre larguirucho de cincuenta y tanto años, lo estaba esperando ya en el auto. Por lo que no perdió mucho tiempo, y se dirigió al ya conocido automóvil. Se llevó una gran sorpresa, cuando vio que no estaba solo, pues un niño de aproximadamente 8 años los acompañaba. Este se encontraba amordazado y en su gran pero débil esfuerzo le pedía ayuda.

—¡¿Por qué rayos hay un niño en el coche?!—empezó a gritar Noah— ¿Es acaso que no tienes nada en esa maldita cabeza?—dijo esta vez fulminándolo con la mirada, luego de dar un fuerte golpe al asiento del hombrecillo.

—Solo sigo órdenes—dijo secamente Rob, y se volteó sin más.

—¡¿Y qué órdenes son esas, que incluyen secuestrar a un niño?! —exclamó una vez más Noah. Quién sentía hervir su sangre, pues no quería que nadie pasara por lo mismo que él. Y sin esperar respuesta alguna salió del auto, llevándose al niño consigo. Rob, con quien ya hace varios años había entablado un vínculo de amistad, negó con la cabeza y lo dejó irse con el pequeño. <<Te vas a meter en serios problemas, Noah, y lo peor es que yo estaré ahí para apoyarte>> fue lo único que murmuró.

Al percatarse de que ya estaban lo suficientemente lejos de Rob. Noah se detuvo con el pequeño en uno de los callejones, le soltó de las cuerdas que tenía, dejándolo libre. El niño aún temeroso pero sorprendido de lo que hizo le ofreció las gracias. Noah sólo asintió con la cabeza. Y le preguntó:

—¿Sabes como regresar a casa?

El niño negó con la cabeza, y bajo la mirada.

—No te preocupes, la encontraremos.—le animó— Aunque me ayudaría mucho si recordarás la dirección o una referencia como una tienda.

—Bueno, recuerdo que mi hermano y yo solíamos ir a comer helado cerca de casa.

—Eso podría ayudarnos, ¿recuerdas el nombre del lugar?

—Bueno...—contestó el pequeño pensativo—Creo que se llama Frossy.

Noah rió por lo bajo y trato de guardar la compostura, pues el niño se refería a un lugar que el conocía pero sin duda no se llamaba así. 

—Creo que ya sé donde ir—le dijo seriamente. 

—¿En serio? Eso significa que podré volver a casa con mi hermano.—Al niño le brillaban los ojos de la emoción. 

Noah por su parte solo asintió y empezó a caminar, por lo que el pequeño empezó a seguir sus pasos. Para Noah caminar por las calles por la mañana le resultaba tan extraño, para él era como ver un mundo irreal, donde el día es más alegre y colorido, y la gente parece ser feliz, todo lo opuesto a lo que estaba acostumbrado, dado que la mayor parte de su tiempo pasaba encerrado, ya que por la noche tenía una ardua tarea de la cual no se sentía muy orgulloso. Estar por aquellas caminando, le recordaba a los días en los que sus padres aún estaban con él. Finalmente habían llegado al lugar que había antes mencionado el pequeño, por lo que no dudo en quedarse callado. 

—¡Ese es el lugar!—exclamó el niño con inmensa felicidad—Mi casa está cerca de aquí—le indicó el pequeño, tomando la mano de Noah consigo. 

Ese acto desprevenido sin duda le tomó por sorpresa, pero decidió seguirle. Después de todo, lo único que quería hacer era regresar al niño con su familia. El niño halo de él rápido y no tardaron mucho en llegar pues la casa se encontraba a tan solo una cuadra de "Frossy". Cuando llegaron al lugar Noah pudo visualizar una pequeña casa de color melón con blanco, aunque la pintura de aquella se veía ya desgastada por el tiempo pero muy pulcra. Al tocar la puerta el pequeño, salió una anciana del lugar. Noah no tardó mucho en darse cuenta de que se trataba de la abuela del pequeño, pues este se apresuró a abrazarla. 




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