El Ceo cree que soy su esposa

Prólogo

—¿Tú… eres mi esposa?

Por un instante, pensé que había escuchado mal.

Las luces del salón aún me cegaban, la música se había detenido y todos, absolutamente todos, las personas más relevantes de la industria, nos miraban.

Logan Reed, mi jefe, el hombre más arrogante y detestable del planeta, estaba tendido en el suelo, con el ceño fruncido y una mano sobre la cabeza ensangrentada por culpa del golpe de una bandeja pesada.

Y lo peor: me miraba como si realmente me amara.

—¿Qué…? —alcancé a murmurar, paralizada.

Él sonrió débilmente, ese tipo de sonrisa que podría derretir a cualquiera, menos a mí, obviamente.

—Eres hermosa —dijo, con voz ronca—. Mi esposa es muy hermosa.

Mi respiración se trabó. Alrededor, los murmullos comenzaron a crecer.

Mi jefe, el temido CEO de Reed Enterprises, acababa de golpearse la cabeza frente a las personas extranjeras con la que haríamos una alianza y ahora, me estaba confundiendo con su esposa inexistente.

Yo, su pobre secretaria.

Yo, la secretaria que odiaba.

Yo, la mujer que él consideraba incompetente.

Fantástico.

Simplemente fantástico.

—Señor Reed, no soy su… —intenté explicarle, agachándome, pero entonces escuché la vocecita que selló mi desgracia.

—¡Papá! —gritó mi hijo, corriendo hacia él con su corbatita torcida y una sonrisa inocente.

El salón entero contuvo el aliento.

Yo sentí cómo el alma se me escapaba por los tacones.

—¡No, amor, espera! —intenté detenerlo, pero ya era tarde.

Mi pequeño se arrodilló junto a Logan, tomó su mano y repitió, muy convencido.

—¡Papá, estás bien! Te dolió, ¿verdad?

El silencio que siguió fue mortal.

Su director ejecutivo me miró con ojos sorprendidos.

Pude sentir cómo cien pares de ojos se clavaban en mí, esperando una explicación.

Y Loga, bueno, él seguía mirándome con esa mirada cálida, perdida entre la confusión y la ternura.

—Entonces —susurró él, apenas audible—, tenemos un hijo.

Yo tragué en seco.

Los flashes de las cámaras comenzaron a brillar.

Y todo lo que pensé fue: trágame, tierra. O al menos dame mi indemnización antes de que esto llegue a Recursos Humanos.

Pero no.

El universo decidió que no era suficiente.

Entonces, alguien gritó.

—¡Llamen a un médico! ¡El señor Reed ha sufrido un accidente!

Y en medio del caos, de los murmullos y las miradas, su mano rozó la mía con una suavidad que me heló.

—No te vayas, cariño —susurró, antes de cerrar los ojos.

—¡Ah! No sabía que el señor Reed estaba casado y tenía un hijo. Esta noticia es una bomba—habló una periodista invitada.

Y ahí, frente a todo los inversionistas y la prensa, comprendí algo.

Acababa de convertirme, sin querer queriendo, en la esposa del CEO más temido de Nueva York.

N/A:

Hola, lindas, vengo con nueva novela <3 Es una novela más ligera a diferencia de la otra jajaja. Espero les guste, vamos a conocer a una chica bien sarcástica.




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