Ya la luz del día comenzaba a ceder para dar paso a las sombras apacibles de la noche, esto significaba que había llegado tristemente la hora de la despedida de los jóvenes enamorados hasta el día siguiente; arreglando sus cosas se disponían a regresar a sus respectivos hogares como era costumbre de su rutina de lunes a viernes. Era el momento de salir de forma obligada de ese refugio de amor en que se había convertido la modesta biblioteca donde compartían cada tarde su amor y compañía.
—Espero que no te desanimes en venir mañana. —Le decía Michael más como un ruego que un anhelo cuando lo despedía en la puerta, para guardar las apariencias que no se viera sospechoso el salir juntos para los dos guardias de la escuela, por este motivo hacia que Nathan saliera unos minutos antes que el.
—Si, vendré... Esas chicas no van a privarme del deleite de tu presencia —Murmuraba en voz baja soltando su mano salía con prisa levemente sonreía.
Para los dos era una pequeña tortura diaria el separarse físicamente sin embargo en sus pensamientos se llevaban tanto como en sus corazones de forma mutua, Michael se arreglaba también para salir no podía evitar que la tristeza se apoderara de su ser cuando el otro se marchaba. Minutos después se lo veía salir de la escuela, despidiéndose de los guardias hasta el día siguiente se colocaba sus audifonos para emprender el camino de regreso a casa, no estaba tan cerca pero un paseo por la brisa fresca de la noche que apenas empezaba siempre le sentaba bien; además no era como si anhelara fuertemente el llegar.
Aunque amaba a Nathan de alguna forma le envidiaba, porque a pesar de tener en común por así decirlo una familia disfuncional, al menos él al llegar a su casa tenía una madre amorosa que lo esperaba ansiosa como para compensar con su afecto la ausencia de su padre, pero el en cambio cuando llegaba a su "hogar" no había alguien que lo esperara. A veces sentía que su padre a propósito buscaba el turno de la noche en el trabajo para que sus horarios se cruzaran y así verse lo menos posible, lo que no entendía era el por qué de este alejamiento ¿Qué había hecho mal para que su padre pareciera odiarlo? ¿De qué lo culpaba? La única respuesta que venía a su cabeza era la muerte de su madre hace cinco años, ese hecho que hizo que su vida diera un vuelco por completo y todo cambiara para mal.
Esa tristeza tan arraigada en su alma la que venía arrastrando de todos estos años la mantenía en secreto para si mismo, escondiéndola tras esa sonrisa amable y buen ánimo ante todos, la escuela, su trabajo parcial, de Nathan también. Se esforzaba para mantener esa fachada de positivismo y alegría, porque por nada del mundo deseaba que los demás notaran su vulnerabilidad, esa debilidad que tanto odiaba de si mismo con vehemencia.
Seguía caminando sumergido en esos profundos pensamientos suyos siendo acompañado por la melodía suave de la música que escuchaba, en un suspiro prefería no pensar en ello aunque era inevitable no hacerlo cuando sentía que la soledad como ahora lo agobiaba sutimente. Consideraba que los minutos junto a Nathan eran su mayor deleite en sus apagados días, aunque pudiera sonar un poco miserable que su estabilidad emocional dependiera de un muchacho un poco menor que el; ese detalle no cambiaría este sentimiento que le embargaba, con extraña resignación aceptaba que solo a su lado sentía llenar el vacio de su alma, de su existencia en si.
El timbre de su celular interrumpía su usual pensamiento romántico y nostálgico que en esa caminata también le acompañaba, sacándolo de su bolsillo notaba el mensaje que le llegó aunque intuía de quien era y que diría igual con cierta emoción entre alegría y alivio lo leía. "Apenas llegué a mi casa, ve con cuidado a la tuya. Te quiero." Era la pequeña pero significativa línea que leía con una sonrisa enamorada, ya iba a la mitad del camino todavía le faltaba una media hora para llegar.
"Voy llegando, cariño. Cuando llegue hablamos mejor" le escribía en respuesta, pequeños detalles que le hacian darse cuenta de lo perdidamente enamorado que estaba, era la primera vez que vivía a tal intensidad este sentimiento tanto que lo que antes había sentido por otras personas pareciera simplemente insignificante. ¿Qué le había enamorado de este solitario muchacho? Quizás era eso, la soledad mutua que les embargaba pero expresada en diferente forma los atrajo.
Muchas personas podrían decir que su homosexualidad fue resultado de su confusión, depresión, inseguridad o la soledad, uno de estos factores o todos a la vez que lo han venido atormentando en estos años de adolescencia. Aunque veía impertinente si alguien se atreviera a cuestionar sus "gustos" tratando tal vez de hallar una causa para curar lo que no era una enfermedad en si, pero si en el caso extremo no tenía más remedio con fingida amabilidad podría dar una respuesta y esta sería "Simplemente el amor es libre, no conoce obstáculo alguno ni siquiera el género"
El hace unos meses tampoco creía o más bien desconocía este concepto del amor que por ahora receloso lo guardaba para el mundo y solo como un secreto de dos, porque fue solo que al conocer a Nathan pudo descubrirlo, definirlo como tal, viviéndolo a flor de piel cada día desde hace casi un año cuando estos sentimientos comenzaron a aflorar. A pesar de este agradable y cálido amor que le reconfortaba, una agobiante sensación se superponía en lo profundo de su ser en ocasiones ¿Qué tan "afortunado" puede ser alguien para ya saber su destino? Y lo más lamentable de todo era que es ¿Cuanta resignacion se necesita para aceptar un destino que no parecía tener un final feliz?.
Y no... Michael no era un clarividente que pudiera visualizar el futuro aunque el pensaba que esa opción le hubiera sido más favorable, porque así de alguna forma le daba la leve posibilidad de cambiar su futuro al desconocer su destino marcado como lo tienen todos, esos todos que desconocen que tipo de final tendrán, viviendo el día a día con la dulce incertidumbre que conlleva la vida misma hasta el irremediable día en que esta termina. ¿Qué beneficio podía obtener de esto? No le hallaba lógica alguna era como el diagnostico de una enfermedad terminal sin estar enfermo, una sentencia de muerte sin haber cometido un crimen. Sabiendo a la edad que su vida acabaría sin mucho que detallar, tristemente pensaba que sin importar las decisiones que tomara nada de esto cambiaría ya estaba establecido su final.
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Editado: 10.04.2019