El chico de la biblioteca

Capitulo VI. Cambio de horario

A la mañana siguiente Nathan desayunaba tranquilo en la mesa junto a su madre, quien daba una ojeada al periódico que estaba a un lado de su taza de café caliente.

—Creo que iré a recogerte a la escuela, aquí dice que hay una ola de secuestros. —Comentaba con evidente preocupación— No quiero que secuestren a mi bebé. 

—¿Quién va a secuestrarme? Seguro deben haber personas más valiosas que este "bebé" —Le decía con una sonrisa sarcástica no tomando en serio el tema porque no quería que su madre se preocupara en vano eran pocas las posibilidades que lo secuestraran o algo así. 

—No sé... Aquí dicen que procuren no andar solos menos cuando ya oscurece... Y que coincidencia que alguien por aquí —Le insinuaba mirándolo fijamente refiriéndose a el— Anda solo por las calles cuando ya está oscureciendo, creo que eso de que te quedes en la biblioteca hasta tarde ya no es buena idea.

Entonces esa sugerencia no alegraba para nada al muchacho que disimuló su molestia con una falsa sonrisa, mientras bebía un sorbo de jugo de su vaso pensaba que responderle sin sonar sospechoso. 

—Ni me des excusas de que no quieres... Cuando salgas de la escuela vienes directo a casa, así podré estar tranquila en el trabajo.

—Mamá... Si mi destino es que me secuestren lo harán a cualquier hora antes o después de que vaya a la biblioteca porque mejor no salgo de la casa y ya... —Dijo con molestia ante su imposición, su madre un poco extrañada le miraba por su enojada actitud repentina ya que usualmente su adorado hijo no se enfadaba con facilidad.

—Creo que hoy estás de mal humor... O... ¿Qué tiene esa biblioteca a la que no quieres faltar? —Curiosa cuestionaba.

—Nada... Solo que prefiero pasar la tarde en esa biblioteca que venir a casa y estar solo hasta que llegues.

Con esa respuesta algo deprimente callaba a su madre que se sintió mal por imponerle algo de esa forma, desviando la mirada entendía en parte su motivo así que para no quería crear un conflicto entre los dos por algo tan sencillo, pensaba en una solución que a ambos les conveniera.

—Lo siento Nathan— Se disculpaba sinceramente a su hijo quien no se atrevía a mirarla no porque estuviera muy enojado estaba más bien avergonzado por su pequeño aunque justificado berrinche. 

—No te preocupes... Mira si te preocupa tanto, tengo una idea —Le hablaba más animado dejando su molestia a un lado— Qué te parece si mejor me pasas recogiendo cuando salgas de tu trabajo y nos venimos juntos.

—Pero tendrías que quedarte unos minutos más en la escuela... ¿No? 

—Solo una media hora no es para tanto. 

Su madre le miraba fijamente aunque le parecía una buena idea intuía que algo extraño había tras esta fascinación de su hijo al preferir quedarse hasta tarde en la escuela que llegar temprano a casa junto a sus demás compañeros. 

—¿Qué sucede mamá? —Se atrevía a cuestionarle al notar la mirada que le dedicaba.

—Nada... —Le respondió en un murmullo pero sonriendo, no quería avergonzarlo diciendo lo que sospechaba en realidad, seguramente había una persona especial en esa biblioteca por eso el empeño de su pequeño al anhelar permanecer allí el máximo de tiempo posible, entendía el sentimiento ella también lo había sentido solo esperaba que esta situación, si la había, no le causara sufrimiento futuro.

—Entonces ¿Qué dices? —Cuestionó el joven al notarla pensativa.

—Si, podemos probar para ver como nos va hoy. 

Quedaban de acuerdo madre e hijo mientras terminaban de desayunar, a los pocos minutos salían para dirigirse cada cual a sus obligaciones como era la rutina del día a día.

—Oye, Nathan... ¿Hiciste la tarea de Inglés? —Cuestionaba su compañero de clases con quien tenía un poco más de afinidad que el resto. 

—Si... ¿Vas a copiarla? 

—No, no... Hoy si hice mi tarea. —Con orgullo le respondía— ¿Te has dado cuenta que te andan mirando mucho?

Le hablaba el joven muy bajito en confidencia mientras frente a él miraba de reojo a quienes se refería al disimulo se arreglaba los lentes, el otro lo escuchaba a la vez que se encogía de hombros como dándole a entender que no sabía a que se refería. 

—Nathan... Si una de esas dos te ha echado el ojo deberías aprovechar, es raro que unas chicas así se fijen en unos nerds como nosotros. —Le hablaba en un tono de envidia pero también de ansiedad, como si deseara que eso le pasara a él pero no era así.

—¿Echado el ojo? No ando con tuertas. —Le decía con una pequeña sonrisa burlona, su animada conversación era interrumpida por la profesora que entraba año aula con prisa.

Ciertamente era otro día para soportar de nuevo Carla de su acoso disimulado que le resultaba tedioso, esa fijación que le tenía sin tener sentido alguno porque ni siquiera lo conocía, al parecer esta chica no entendía la verdadera realidad de que si alguien te ignora es porque no le interesas, no como algunos utilizan esta táctica para cobardemente demostrar que hay interés. Pero cada quien interpreta su realidad de la manera que les haga sentir mejor y a ella al parecer se sentía bien así; a el no le inquietaba ella de ninguna forma, su pensamiento estaba en alguien más, ese alguien al que ya quería contarle ansioso que hoy se quedarían juntos unos minutos más por causa de su madre tan preocupada.

—¿Vamos a la biblioteca hoy? —Le cuestionaba Dana a su amiga en la hora del receso, esta se notaba un tanto desanimada. Dudando un poco al asentir la cabeza— Bueno sino quieres podemos ir mañana.

—¿No se verá muy sospechoso?

—Sería más sospechoso si vas con ese gesto de desanimo ¿Así quieres conquistarlo? 

La otra solo daba un sorbo a su bebida pensando en la respuesta sincera que quería darle o darse a si misma. 

—Iremos mañana... Hoy no tengo mucho ánimo la verdad. 

Masculló en voz baja en medio de un suspiro, no le gustaba la idea de rendirse a la primera pero al parecer no tendría más opción, quizás al dia siguiente con mejor humor haría el intento y es que hasta para mantener un capricho hay que tener cierta dignidad pensaba. Mientras tanto en ese momento Nathan en un lugar apartado del patio esperaba la respuesta de su novio secreto a quien le había contado la novedad del día aunque no se emocionaba tanto porque quizás solo sería por hoy también cabía la posilibidad de que su madre le obligara a regresar temprano a casa. Todavía era un poco incierto el asunto y le agradara o no aún debía obedecer a su madre en su calidad de hijo menor de edad.




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