El chico de la biblioteca

Capítulo VIII. Posesivo sentimiento.

Al día siguiente, Nathan era llevado por su madre a la escuela era lo usual cada mañana además así tenían la oportunidad de tener una pequeña y vaga conversación en el transcurso del camino ya que no se verían practicamente en todo el día.

—Tu amigo Michael se nota que es un chico agradable y respetuoso su madre debe estar orgullosa de él. —Comentaba la mujer para volver a traer a la conversación a ese joven que la noche anterior conoció.

—Supongo que si... Desde el cielo. 

Ella se quedó un poco sorprendida ante lo que su hijo decía de forma tan extraña. 

—¿Ella está muerta? Pobre Michael... —Se lamentable con tristeza— Hubiera sido muy incómodo si se lo mencionaba. ¿Por que no me dijiste antes? ¿Y por qué me lo dices de forma tan frívola? 

—Mamá... Primero, no creo que a él o a nadie le guste que le tengan lástima por perder a su madre así que no digas "pobre Michael". Segundo, no es algo como que se deba aclarar cuando conoces a alguien tipo "Hola, te presento a mi amigo huérfano de madre" y por último solo quería ver tu reacción cuando lo dije así y lo conseguí. 

Sonreía perverso al terminar de hablar mientras se visualizaba la escuela a una cuadra junto con los estudiantes que presurosos caminaban para dirigirse a ella.

—Eres muy malo conmigo, tu pobre madre no merece que le hables de esa forma. —Le insinuaba con un gesto dramático.

—Lo siento... —Dijo con fingido arrepentimiento— ¿Vas a venir a recogerme o me voy solo como antes? 

—Yo paso por ti, primeto que hoy si llego a las siete si quieres podemos llevar a Michael a su casa así que dile que no se vaya antes.

Nathan la miraba con extrañeza un poco receloso por ese repentino interés y aprecio en su supuesto "amigo", ella solo le sonreía un poco burlona.

—No te pongas celoso... Tu siempre serás mi bebé. 

—Me voy... —Murmuró malhumorado bajándose del auto hacia un ademán de manos para despedirse, no era ese tipo de celos que sentía, del que su madre insinuaba sino de cuando alguna mujer mostraba interés especial en Michael, no podía negar que su inseguridad al estar en un tipo de relación prohibida casi cohibida le hacia revelar su oculta naturaleza recelosa y desconfiada, que lo dominaban a veces aún llegando a pensar mal de su propia madre. 

El lo sentía de su propiedad solo por amarlo, eso era suficiente ¿O no? sentirse su dueño por el amor que le daba, era lo lógico pensaba en su mente enamorada además el tambien se consideraba suyo, concluyendo, se pertenecían mutuamente. Los celos racionales aunque de racionales a veces no tenían lógica era una manifestación del amor si se los sabe manejar, a pesar de este pensar en ocasiones sentía enfermarse de celos con tan solo imaginar a otros, en especial las chicas de su escuela que pudieran estar insinuándosele por ese motivo trataba de no pensar en ello muy seguido. Enfermarse de celos no se sentía bien. era como una de las peores jaquecas que te impedían pensar con claridad. 

Pero ciertamente sus pensamientos celosos en parte tenían razón de ser porque Michael, era un chico atractivo de mirada profunda cuyo aire de madurez lo hacia irresistible a algunas sino mayoria de chicas de su edad, sumando a esto su amabilidad, que mayor parte del tiempo era fingida pero parecía muy realista ante los ojos de los demás, detalles que podrían resultar más que atrayente a las jóvenes de su escuela quienes cual abejas a la miel le rodeaban a veces de forma fastidiosa, contado por el mismo. Ya en medio de un suspiro olvidaba el tema y se dirigía a sus aburridas clases.

"Si supieran que soy gay no estuvieran molestando tanto" era el pensamiento de Michael cuando estaba en clase mientras notaba como de forma incómoda una de sus compañeras le miraba fijo algo descarada porque ni siquiera lo disimulaba ¿Se suponía que así lo seduciría?. Sin embargo ellas se equivocaban porque en su mente solo había alguien que irrumpía gratamente su pensar y se lo permitía gustoso porque le encantaba rememorar su voz, su sonrisa, sus gestos, esos pequeños grandes detalles que lo enamoraban a diario. 

Nathan no necesitaba de tontas pretenciones para cautivarlo, no fue así como logró enamorarlo lo hizo y de la manera más sencilla: siendo el mismo, sin falsedad alguna, vio a través de su alma quedando prendido en ella porque era afín a la suya complementándose, entonces a la vez sentía la culpa carcomerle un poco, el motivo, el joven dueño de su amor, desnudaba su alma y corazón cuando estaban juntos y el no podía hacer lo mismo por el simple hecho de que temía perderlo si le contaba la verdad que su triste ser albergaba.

—Entonces hoy en la tarde vamos a reunirnos para ir a comprar los materiales para la feria de ciencias. —Hablaba un compañero de Michael al grupo en el que estaba. 

—Les doy el dinero pero saben que no puedo acompañarlos —Se justificaba este con una sonrisa. 

—Oye estás desperdiciando tu juventud con ese trabajo ya no tienes tiempo para nada. —Murmuraba otro compañero mirándolo de reojo pues al parecer todos en su grupo irían menos el.

—Claro que no... Solo estoy invirtiendo los mejores años de mi vida en algo productivo. —Michael alegaba de forma animada para no sonar pretencioso.

—Ya cuando seamos adultos habrá tiempo para eso. 

El escuchaba esta afirmación que podría bien tomarse a la ligera para alguien que no estaba por asi decirlo "condenado". ¿Cuando sea adulto? Disimulaba su tristeza al repetir esta pregunta en su mente mientras los otros conversaban animadamente porque lo más probable era que el no llegaría ni a los veinte años.   

La tarde había llegado los dos jovenes se encontraban en la biblioteca como era su agradable costumbre, hablando sobre la divertida situación de la noche anterior estaban en la mesa simulando leer un libro trataban de no mostrarse tan animados ya que todavía a esa hora había la posibilidad de que cualquier estudiante apareciera. 




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