El chico de la biblioteca

Capítulo XV. Revelaciones

En esa madrugada Michael entre lágrimas permanecía en ese trance emocional mientras se aferraba en un fuerte abrazo al delgado cuerpo de Nathan, quien al sentirse observado por su madre en esa situación un tanto comprometedora, desviando la mirada de ella trataba de calmar al joven sollozante.

—Michael... Trata de calmarte. —En un murmullo a su oído seguía tratando de tranquilizarlo— Me quedaré contigo.

Eran las palabras que susurraba, las que suponía lo irían calmando poco a poco, aunque sabía que su madre le escuchaba no le daba tanta importancia; no podía dejarlo, no en ese estado pretendiendo que no le importaba cuando sufría solo para guardar las apariencias. 

—No quiero que sufras por mí... 

Era lo que decía una y otra vez mientras sollozaba, Nathan no lo había visto antes en ese estado es más en ese casi año en que mantenían una relacion no lo había visto siquiera llorar, Michael parecía una de esas personas difíciles de quebrantar pero ahí estaba completamente vulnerable con su cuerpo que temblaba sin parar y su respirar era errático con el pasar de los segundos. 

 —Quizás sea un ataque de pánico o algo así —Murmuraba confundida la mujer en un tono de preocupación a su hijo. 

—¿Y qué hago? ¿Cómo lo calmo? 

—No sé, siguele hablando y trata de calmarte tú también  para que él se tranquilice. 

Michael al escuchar la voz de la mujer parecía entrar en razón de repente, ¿Qué estaba haciendo? Este no era su sueño, confundido volvía lentamente a la realidad dándose cuenta de la habitación en que estaba, sobre todo notaba la mirada de Nathan sobre el que reflejaba estar entre aliviado y a la vez confundido también.

—Lo siento... Tuve un mal sueño. —Trataba de reponerse de inmediato mientras tembloroso se levantaba, nerviosamente sonreía disimulando el incómodo momento anterior pero era obvio que no estaba bien porque tambaleante con dificultad pretendía ir al baño— Iré a lavarme la cara. 

Nathan levantándose con prisa junto a él lo ayudaba a sostenerse para que no cayera pretendía acompañarlo al baño pero decidió detenerlo.

—Mejor recuéstate yo traeré un paño húmedo. 

—¿Seguro? —Michael le cuestionó, el otro asintió con su cabeza, llevándolo a su cama donde lo hizo recostarse.

Sara en silencio observaba la dinámica entre los jóvenes, era la primera vez que veía a su hijo con ese tipo de brillo en su mirada, ella también estaba en una especie de trance pero silencioso. ¿Su querido hijo estaba enamorado de ese joven? Michael era el prospecto de chico perfecto del que cualquiera se enamoraría no dudaba que este sedujera a su hijo con sus encantos pero sabía que Nathan era bastante listo, no podría dejarse envolver fácilmente si el lo permitió era porque también su afecto era afín al que este joven le ofrecía.

—Iré a preparar un té —Murmuró la mujer en voz baja pretendía salir de la habitación, se sentía un poco abrumada a pesar de que nada estaba confirmado ¿Qué más podría confirmarse si solo con verlos era obvio que entre ellos había más de una amistad? 

—Mamá... —Era el llamado que se escuchaba por parte de uno de los jóvenes al notar ver el desanimado semblante de su madre mientras pretendía salir de la habitación.

—Hablaremos cuando traiga el té. 

Nathan asentía con la cabeza ante su sugerencia viendo como se alejaba suspiraba resignado, Michael le tomaba de la mano no dejaba de disculparse porque por su crisis emocional que no fue a propósito se habían delatado.

—Está bien de todas formas yo quería decírselo, lo que me preocupa ahora eres tú. —En un susurro le confesaba abrazándolo con fuerza era como si esa angustia le fuera contagiada— Nunca te había visto así, me preocupaste mucho.

—Fue solo un mal sueño, una pesadilla.

—Alguien no se pone así solo por un mal sueño, ¿Hay algo que debas decirme? 

Cuestionaba Nathan separándose sutil pero aún se mantenía cerca suyo mirándolo fijamente para que le respondiese con la verdad, ya venía sospechando que había algo que le ocultaba quizás ahora se lo confesaría, el otro desviaba la mirada suspirando se prestaba a responderle. 

—Prometo que lo haré después pero ahora es más importante el asunto con tu madre. ¿Le contaremos la verdad cuando regrese? Creo que mentirle será peor si ya se dio cuenta de todo.

—Si... Además no se lo tomó tan a mal de lo contrario te hubiera sacado de la casa a golpes. ¿No lo crees? 

—Hubiera sido un poco cruel que me golpeara estando todo... Llorón... Que vergüenza que me hayas visto así.

—No tiene nada de malo llorar eso no te hace menos hombre —A manera de regaño le aclaraba pero aun asi con uno de sus dedos rozaba su mejilla un poco humedecida todavía en lágrimas— Sentía que cada lágrima que derramabas era un golpe para mi.

—¿Vas a llorar también? —Se le burlaba Michael pero no lo decía en serio sino que esa era la forma en que trataba de esquivar la situación que le resultaba penosa.

—Sé lo que haces y no voy a llorar... —Hizo una breve pausa— Solo quiero decir que nunca voy a dejarte, estaré junto a ti siempre, claro si tu quieres.

Ambos suspiraron con una sonrisa nostálgica quizás esta crisis inesperada no era del todo mala, mirándose entre si comprendían el amor que sentían el uno por el otro, muchos quizás dirían que su amor se desvanecería cuando la adolescencia acabara pero Michael estaba convencido que no era así sintiendo como esa mano cariñosa lo acariciaba, sus ojos con un brillo de devoto amor lo estremecían, era un primer amor verdadero que estaba destinado a desafiar a la muerte.

Unos pasos se oían entrar a la habitación, Sara traía una pequeña charola con un jarro de agua caliente y unas tazas vacías, los jovenes se preparaban mentalmente para la conversación que tendrían mientras la veían preparar las tazas con té. Un par de minutos pasaron, se acomodaban para beber ese té caliente que les era ofrecido por la mujer quien los incomodaba un poco por su silencio hasta que decidió romperlo.




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