El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO CUATRO.

 

 

IV. El consentido de mamá

 

 

Abril Martinelli

 

 


— Hola Bril — saluda mientras detiene el auto

 

— Hola — murmuro confundida

 

— ¿Quieres que te lleve? — se ofrece, pero yo lo pienso un poco — Vamos, estarás bien. No te haré nada malo — asegura. Y yo asiento después de unos segundos en silencio

 

— Gracias...

 

— ¿A dónde te llevaré? — pregunta reintegrándose en la carretera

 

— A mi casa — le explico, y después de darle la dirección, él continúa manejado

 

Me sentía sumamente nerviosa, jamás me había así, a no ser porque Dylan estuviera de mal humor conmigo... le tenía pavor

 

— Creí que irías con los demás... — susurro tratando de cortar el silencio incómodo que se había formado

 

— No tenía ganas. Prefiero descansar que estar de fiesta en fiesta...

 

— Creí que las personas ricas eran lo que hacían — confieso, pero el arquea una ceja

 

— ¿Quién te dijo que yo era una persona "rica"?

 

— No se necesita ser muy listo para saber la verdad...

 

— Entonces las apariencias engañan. Te aseguro por lo que más quieras, que no soy ni millonario, ni rico. — me asegura, y yo lo pienso un poco — ¿O acaso ves que tenga un carro del año? — pregunta

 

Tiene razón, el carro es bastante bonito, pero no es del año o tan lujoso como pasan en las películas... Tal vez tiene razón y yo lo juzgue mal

 

— Mhmm... ¿Entonces no tienes una mansión ni más de cinco tarjetas de crédito con muchísimo dinero?

 

— Que yo sepa, no — murmura con una sonrisa

 

— Bien. Te creo, Alejandro — hablo y veo como su sonrisa se hace más grande

 

—  Con que sabes cómo me llamo ¿eh?

 

— Escuche a tus amigos llamarte así. — explico encogiéndome de hombres

 

— Que buen oído, Bril

 

— Da vuelta aquí — le pido cuando nos acercamos a la calle de mi casa

 

— Que casas tan hogareñas

 

— Esto es normal — susurro confundido

 

— Siempre he vivido en departamentos... — aclara, pero yo solamente asiento

 

Dirigí mi vista hacía las casas de mis vecinos, hasta que finalmente mi mirada se centró en la mía. Pero en ese mismo instante, sentí un escalofrío recorrer toda mi espalda

 

— Detente — hablo, y Alejandro me mira confundido

 

— ¿Qué?

 

— Detente Alejandro — exclamó intentando ocultar mi miedo 

 

— Bien. — habla mientras se detiene a unas cuantas casas antes que la mía — ¿Está todo bien Bril?

 

Pero ya era muy tarde, él me había visto y se acercaba a mí hecho una furia

 

— Vete — exclamó nerviosa, pero el semblante confuso de Alejandro me dio a entender que no lo haría hasta que le explicara — ¡Maldita sea, Alejandro! ¡Vete! — le grito cerrando la puerta del copiloto

 

Camine rápidamente hacia Dylan quien en cuanto estuvo frente a mí, me miró con esa mirada que conocía perfectamente. Estaba perdida, y él miedo se apoderó de mí al instante...

 

— ¿Dónde estabas? — pregunta con la mandíbula tensa

 

— E-en la cafetería yo...

 

— ¡Cállate! — me grita, haciendo que de un pequeño brinco — ¡¿Quién diablos es ese idiota?!

 

— Dylan, baja la voz te van a escuchar

 

— ¡Me importa un bledo que me escuchen! — grita furioso

 

— ¿Abril esta todo bien? — pregunta Alejandro mientras se baja del auto para ponerse detrás de mí

 

— ¿Y tú quién eres? — le pregunta Dylan tratando de intimidarlo. Pero era obvio que no lo hacía ni en lo más mínimo. Alejandro era un par de centímetros más alto que él y tenía más músculos definitivamente

 

— Alejandro. — responde con un tono frío — ¿Estás bien Abril? —repite nuevamente

 

— Lo estoy. Te puedes ir, por favor — le ruego. Solamente estaba complicando lo que era complicado

 

— ¿Segura?

 

— ¡¡Qué te largues!! ¡¿Qué no entiendes?! — exclama Dylan

 

— ¡Tú a mí no me vas a gritar! — habla Ale, intentado contenerse 

 

— Alejandro, por favor... — susurro mirándolo. No quería más problemas de los que ya tenía...

 

— Está bien... — susurra mirando fijamente a Dylan. Para después mirarme a mí con más calidad — Ten cuidado — murmura, pero solamente asiento. En cuanto él se da la vuelta, yo hago lo mismo para mirar a Dylan

 

— Tú y yo vamos a hablar muy seriamente ¿entiendes? — pregunta molesta. Aunque ni siquiera me dio tiempo de responder, porque ya me había tomado fuertemente del brazo y me estaba arrastrando hacia su auto

 

 

Oh no. Otra vez no... Por favor

 

 

— Dylan, no por favor — le ruego llorando — ¡Dylan, no quiero! — exclamó intentado alejarme de él

 

— Me importa poco lo que pienses. Tú te meterás a ese maldito auto, y vas a hacer lo que yo quiera para que me encontentes

 

— ¡No quiero! — grito. ¿Dónde demonios estaban todos? ¿Qué acaso no escuchan los estúpidos gritos? ¿Dónde estaba mi familia?

 

— ¡Ya basta Abril! — exclama furioso, pero siento muchísimo miedo invadirme cuando su mano se alza para darme una bofetada, la cual, jamás llega

 

— ¡No la toques! — grita Alejandro, mientras lo aleja de mí — ¡Ni se te ocurra tocarla maldito idiota!

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.