El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO ONCE.

XI. Alex

 

 

Abril Martinelli

 

 

A la mañana siguiente

 

 

En unas horas saldría nuestro vuelo, pero antes tenía que ir a la universidad y a mi trabajo, o bueno, en la cafetería solamente le informaría a Rafael que tendría que salir

 

En cuanto entre a mi salón, me di cuenta de que Andrea estaba sentada con las otras chicas, pero su mirada estaba perdida.... demasiado perdida

 

La verdad es que, en estos momentos, necesitaba realmente a mi mejor amiga, pero, tal vez no era lo correcto... Tenía que valorarme. O por lo menos intentarlo

 

Las clases comenzaron a transcurrir, el almuerzo estuvo muy tranquilo, y en la salida, me dirigí casi corriendo hacia la cafetería. Ya iba algo tarde para tomar el vuelo, teníamos que estar ahí por lo menos dos horas antes.

 

Pero en mi camino hacia la cafetería, tenía que pasar a un lado de las canchas de la universidad, por lo que me tuve que encontrar con el equipo de fútbol, y con ello, Diego

 

Bajé sin saber por qué la mirada y aumenté el ritmo de mis pasos. Tal vez ellos ni siquiera se dieron cuenta de mi presencia por lo ocupados que estaban entrenando, pero con que yo supiera que posiblemente me vería era suficiente para que mi pobre ser quisiera salir corriendo de ahí

 

— ¡Diego! ¡Concéntrate! — escucho el fuerte grito del entrenador

 

Levante un poco la vista, y logre ver como el me miraba. Me había visto. Pero estaba respetando mi decisión. Y de todo corazón, se lo agradezco...

 

— ¡Hasta que llegas! — exclama mi jefe al verme entrar a la cafetería después de una largo y exhausto recorrido —. De verdad, te subiré el sueldo Abril. Te haré la jefa. No entiendo por qué no lo despido



— Hola — lo saludo sin muchas ganas —. ¿De quién hablas?

 

— De ese don Juan que está en la mesa cuatro — murmura.

 

Mi vista se dirigió hacia aquella mesa y lo primero que llamó mi atención, fue la presencia de la misma chica con la que vi a Alejandro ayer por la noche

 

Mis ojos y los de él se encontraron por unos segundos que para mí parecieron una eternidad, antes de volver a centrarme en Rafael

 

— Necesito hablar contigo. Es algo importante

 

— No hablaba en serio sobre el sueldo

 

— ¡No es eso! — le aseguró, algo divertida —. Yo, le quería pedir mis vacaciones que me tocan. Tengo que salir de viaje de emergencia. Tal vez tarde algunos días en volver. Una tía falleció y tengo que ir a su funeral...

 

— Está bien. Y lamento la perdida. Puedes ir. ¿Quieres que te pague ahora? ¿O cuando vuelvas?

 

— Ahora, por favor...

 

El solamente asiento, para después comenzar a preparar mi paga. Mordí inconscientemente mi labio inferior, mientras veía como él se centraba en sus cosas. Cuando aquella voz se hizo presente

 

— Hola Bril

 

— Alejandro — saludo después de unos segundos intentando reaccionar

 

— ¿Ya no hay más ricitos? — pregunta ladeando su cabeza

 

En cualquier otro momento, hubiera sonreído, pero tenía tantas cosas en la cabeza, que no lo hice...

 

— Ahora no...

 

— ¿Mal día? — con tan solo ver la mirada que le di, comprendió todo

 

— Alejandro, no estoy de humor. ¿Me podrías dejar sola?

 

— ¿Pasó algo...

 

— Alex — la voz de la chica de la otra noche se hizo presente — ¿Por qué tardas tanto? — le pregunta confundida

 

Mire con Alejandro se tensaba antes de voltear a verla

 

— Abril —la voz de Rafael me distrae por completo — Aquí esta tú paga. Suerte... Nos vemos en unos días

 

— Adiós Rafa. No mates a nadie, te lo pido

 

— Trataré...

 

Y antes de que alguien me pudiera detener, me apresure para salir de aquella cafetería

 

Mi hermano antes de que yo entrará a la cafetería, me dijo que ya estaba por llegar para irnos hacia mí casa y de ahí, al aeropuerto

 

Sería un viaje bastante pesado, pero rogaba por qué pasará rápidamente

 

— ¡Brel! — escuché que gritaban mi nombre. Sabía quién era, pero aun así decidí ignorarlo y seguir con mi camino

 

— ¿Lista? — pregunta Óscar en cuanto subo al auto, sin saber lo que pasaba

 

— Vamos... — murmure algo nerviosa

 

El auto se puso en marcha y pude ver por el retrovisor, ha un Alejandro deteniendo sus pasos...

 

Y sin saber por qué, un dolor —ajeno a la muerte de mi tía —, se hizo muy presente

 

 


Horas después

 

 


— ¿Estás bien? — murmura Dafne, mientras se sienta a mi lado

 

— Es... Extraño... Yo... No lo sé... Simplemente duele... Simplemente, esta ese dolor ¿sabes? Es como algo que no se va, que solamente existe... Que no te aporta nada ni bueno ni malo... Que solamente queda ahí...

— Es normal... Te duele su partida, pero es algo normal... Y debemos aprender a vivir con ello, no ha olvidarlo, porque es imposible, pero si a soportarlo

 

— Jamás la volveré a ver...

 

— Pero ella a ti sí... Y te aseguro que no te abandonará. Jamás lo hizo, y jamás lo hará...

 

— Solamente, quiero dejar de sentir el así... Estoy ¿arrepentida? Ni siquiera sé cómo me siento y es frustrante, porque no puedes hacer nada...

 

«Es de esas veces, que por más que quieres llorar, o desahogarte, no lo puedes hacer. Te sientes como fuera de sí. Como si no dominarás lo que sientes. Que sientes ese vacío que te impide hacer o sentir algo»

 

— De verdad te quiero ayudar Abril. Lo quiero hacer. Pero, no sé cómo hacerlo




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