El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO DOCE

 

 

XII. ¿La primera cita?

 

 

Abril Martinelli

 

 

Días después

 

 

Luego de varios días estando en Estados Unidos, mis hermanos y yo no tuvimos de otra, mas que regresar a Italia. Mis padres se quedarían unos días más en Los Ángeles, acompañando a mis primos. Los cuales, tal vez vuelvan con ellos.

 

— Y de nuevo a la universidad — murmura Tomás al llegar a nuestra casa

 

— Y apenas comienzas hermano — hablo pasando por un lado de él, dirigiéndome hacia mí habitación

 

— ¡Gracias por los ánimos! — exclama, desde el piso de abajo

 

Me deje caer en la cama. Me sentía cansada. Estos días no había dormido muy bien. Me sentía sin fuerzas.

 

Odiaba ir a funerales, me hacían sentir extraña. No había una palabra exacta para describir la sensación, pero lo que era seguro es que no era una sensación bonita

 

Comencé a desempacar mientras escuchaba mi gran novela de Yo soy Betty la fea. Por que si, yo amo a Betty, no me importa que tenga años de su estreno, yo la amo.

 

Pero al parecer, alguien quiere morir, por que el sonido de mi celular mi celular anunciando una llamada de Nala, interrumpio mi capítulo.

 

 

En la llamada

 

 

— ¿Qué quieren y por qué me interrumpen?

 

— ¿Abril? — escucho la voz de ¿Alejandro? ¿Qué hacía él con el teléfono de Nala?

 

— ¿Alejandro?

 

— ¡Sí soy yo! ¿Dónde estás?

 

— En mi casa — murmuro confundida

 

— ¿Podrías venir a la cafetería?

 

— ¿Pasa algo?

 

— Si... eh... veras, tú jefe, quiere matar a Leandro. Nala y Dayana lo intentan impedir; aún que creo que será imposible, por que tu jefe está persiguiendo a Leandro por toda la cafetería con una cuchara en la mano. ¿Lo puede matar con una cuchara?

 

— Probablemente... Ahora voy.

 

— Gracias

 

 

Fin de la llamada

 

 

Se van arrepentir de haberme interrumpido. Les aseguro eso. No se la acabarán

 

En cuanto me iba acercando a la cafetería, los gritos de mi jefe se escuchaban cada vez más fuertes, por suerte la cafetería estaba cerrada y no había personas pasando frente a ella, si no les aseguro que nadie pondría un pie dentro de esta

 

Entre con ayuda de mis llaves, y mi vista se fijo inmediatamente en aquella escena.

 

Leandro en un rincón de la cafetería, arriba de una mesa, muerto de miedo. Rafael apuntandolo con una gran cuchara hechando humo por las orejas del coraje. Dayana intentando calmar a mi jefe. Y Nala grabando todo divertida

 

— ¡Abril! ¡Ayúdame por favor, esta loco! — grita Lean en cuanto me ve llegar, provocando más el enojo de Rafa

 

— ¡¿Loco?! ¡Loco tienes el...

 

— ¡Basta! — grite cuando por fin termine de asimilar la escena

 

Me dirigí a ellos con pasos seguros, estaba molesta, bastante molesta para ser específica

 

Visualice como ambos tragaban grueso en medida que me iba acercando. Le quité de malas maneras la cuchara a Rafael, y apunté a ambos con ésta

 

— ¡Escuchen bien que sólo diré una vez, par de estúpidos! — comienzo intentando contenerme — Hoy es mi maldito día de descanso. El último en específico. ¡Y ustedes me interrumpieron por sus estúpidas peleas! — grite lo último, haciendo que ellos dieran un respingo —. Te advertí que no matarás a nadie. ¡A nadie! — enfatizó, dirigiéndome hacia mí jefe —. Y les aseguró que la persona que quiere matar ahora a ciertas personas está por hacerlo si no se callan y dejan de discutir en este momento...

 

Solamente bastó eso para que ambos dejarán de discutir y se tranquilizaran, aunque estaban algo tensos con mi precensia estando molesta

 

— Y que sea la última vez que me llaman mientras veo mi novela ¿entendido? — preguntó, pero continuó al ver que nadie habla — ¡Pregunté qué sí entendido!

 

— ¡Si! — hablan los dos al mismo tiempo

 

— Yo le rezó — escucho como alguien murmura

 

Me giré hacia donde escuche aquella voz, y me di cuenta que todos me miraban

 

Ni siquiera me había dado cuenta que estaban ahí, los amigos de Alejandro y él. Llegué directamente con los que están detrás mío. Me miraban algo boquiabiertos, pero decidí ignorarlos y soltar un largo suspiro de cansancio

 

— Hola por cierto — dice Dayana, después de unos segundos en silencio

 

— Hola — murmure algo incomoda — Y adiós... — intenté llegar a la salida pero sentí unos brazos rodearme por la espalda

 

— ¡Cerebrito! ¡Volviste! ¡Mi mesesito favorito regreso! — exclama, emocionado, Leandro

 

— ¡Sueltame! — hablo intentando alejarme de él

 

— ¡Te extrañe tanto! — continúa poco afectado

 

— Leandro — le advierto, y basto con eso para que él se alejará a una distancia prudente

 

— Está bien. ¿Entonces mañana vuelves al trabajo?

 

— Para mí desgracia

 

— Trabajas por qué quieres. Sabes que yo te puedo mantener si me lo pides — habla guiñandome el ojo, provocando que ría

 

— Bobo... bueno, ¿y por qué discutían?

 

— Tú jefe es muy gruñón. Se molesto por que me faltó algo de dinero en caja

 

— ¡Dile el por qué! — grita desde la cocina mi jefe

 

— Porque, puede que yo le regalará algunas cosas a otras chicas para conseguir sus números de teléfono — susurra algo nervioso




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