El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO DIECISÉIS

 

XVI. Cambios en la vida

 

 

Abril Martinelli

 

 

— ¡¿En serio fuiste capaz de invitarme a cenar cuando no tienes nada en tú refrigerador?! —le exclamó a Alejandro

 

— Creí que tenía algo que comer — respondió nervioso al ver el desolado refrigerador.

 

¡Literalmente ni siquiera agua tenía! ¡¿Qué acaso no vivía realmente aquí?!

 

— ¿Quieren pedir algo de comer? — ricitos estaba totalmente nervioso. Apostaría que estaba por sonrojarse de la vergüenza que tenía

 

No pude evitar reír un poco, antes de cerrar la puerta de aquella caja

 

— No. Iremos a comprar algo para que tengas en este lugar, o si no, te aseguro que morirás de hambre — bromeó

 

— ¿Y tú amiga? ¿La dejaremos sola? — pregunta ladeando la cabeza

 

— Estará bien. Hay que dejarle un poco de espacio para que se tranquilice, además no a mencionado ni una sola palabra desde que estamos aquí adentro. Confía en mí

 

— Oh, créeme cuando te digo que confío más en ti que en mí — asegura, haciéndome sonrojar por enésima vez

 

Me acerque hacia mí mejor amiga, poniéndome de cuclillas frente a ella, y tomar sus manos entre las mías

 

— Andrea — la llamo, ella me miró con los labios en una línea —, tengo que salir, Alejandro me acompañará, ¿Te puedes quedar aquí un rato?

 

— Sí... estaré bien, tranquila — me susurra con una pequeña sonrisa

 

Me puse de pie después de suspirar. Alejandro y yo nos dirigimos hacia la puerta nuevamente. Íbamos en un silencio bastante tranquilo, no era incómodo, era un silencio normal

 

— ¿Por lo menos sabes en donde queda el supermercado? — preguntó una vez que subimos al auto

 

— Por supuesto que lo sé. ¿Por quién me tomas?

 

— Dudo que quieras saber la verdad

 

— Me lastimas con tus palabras

 

— Tú me lastimaste haciéndome creer que tenías algo en tú refrigerador. ¿Qué acaso no vives ahí? — ironizó, veo como el sonríe de lado

 

— Hace tiempo que no iba.... te lo dije

 

— ¿Entonces dónde duermes? — murmuro. Sin saber porqué, la inquietud de que me respondiera que con alguna chica que no fuera las que siempre van a la cafetería, ocasionó que se formará un nudo en mi estómago

 

Visulice como el mordía levemente su labio inferior, antes de hablar

 

— Con cualquiera de mis amigos, normalmente con Henry, evitando que haga alguna tontería

 

Hubo algo que no me termino de convencer lo suficiente, pero decidí no divagar más. Después de unos pequeños minutos en el auto, llegamos a la gran tienda. Frunci mi ceño cuando note que se ponía una gorra negra cubriendo esos hermosos risos, y tomaba unos lentes negros

 

— ¿Por qué haces eso? Solamente vamos al supermercado — hablo confundida, él me miró, antes de sonreirme

 

— No soy muy fan del sol. Odio el calor. — explica saliendo del carro

Entramos a la tienda y comenzamos a poner en el carrito todo lo que usaríamos para cenar esta noche, y para lo que él comería los siguientes dias

 

— No creo que sea necesario comprar todo lo que llevamos. Es demasiado para una sola persona que no pasa tanto tiempo en el departamento

 

— ¿Y sí derrepente llega una visita y no tienes nada que ofrecerle? — cuestionó, provocándole una sonrisa

 

— Te aseguro que si esa visita eres tú, te tengo todo lo que quieras metido en el refrigerador. Por mí no hay problema

 

— Qué gracioso

 

Tomamos algunas cosas más antes de dirigirnos a pagar. Note cómo el sacaba su tarjeta de crédito pasándola con una gran tranquilidad, si yo hubiera sido el, seguramente hubiera estado temblando al ver la factura en total, estaría por darme un infarto y no querría que me llevarán al hospital porque la cuenta aumentaría...

 

 

Cosas de pobres con las que se vive día a día...

 

 

— ¿En dónde se consigue esa tranquilidad? — le pregunto cuando firma un ticket que le dio la trabajadora, quien lo miraba con una sonrisa demasiado coqueta para mí gusto, aunque ricitos no le dirigía ni una sola mirada

 

— ¿Por qué lo dices? — me mira con una sonrisa en su rostro

 

—¡Gastas tú dinero con mucha tranquilidad! ¿Cómo lo haces?

 

— Es comida, no tengo porque pensarlo cuando se trata de eso

 

— Eso fue muy profundo

 

— Tengo dotes poéticos Bril

 

— Ya esta listo, muchas gracias, espero y vuelva pronto — interrumpe la chica rubia tendiendole un pequeño papel a Alejandro, quien la miró con un semblante serio, borrando cualquier rastro de sonrisa

 

— Gracias — habla secamente, tomando el carrito y alejándose de aquella chica, quien me escaneo con la mirada antes de rodar los ojos y literalmente, echarme de ahí con la mirada

 

Me apresure a llegar con ricitos, quien había hecho puño aquel pedazo de papel, mientras su ceño se fruncia cada vez más

 

— ¿Qué era eso? —preguntó curiosa, pero por primera vez, la mirada que me dedico me hizo saber que era mejor no pronunciar ni una sola palabra en ese momento

 

Entramos al auto nuevamente y no pude evitar morderme mis labios por lo incomoda que se había vuelto la situación. Decidí fijar mi vista en la ventanilla, mientras mi pierna comenzaba a moverse con mucha frecuencia, de la nada, un zumbido se comenzó a ser presente, aturdiendome poco a poco, y justo en ese momento, cuando comencé a sentir que aquellos ataques estaban por llegar, sentí como alguien tomó una de mis manos entre las suyas

 

— Abril — escucho como Alex me llama — ¿Estás bien? — pregunta preocupado. Lo mire con la respiración acelerada, haciendo que el frunciera más el ceño




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