El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO DIECIOCHO

 

 

XVIII. Un arcoiris sin color

 

 

Alejandro Schieber

 

 

— No te preocupes, todo va a estar bien. Tranquila — murmuro intentando ocultar mi tono preocupado para evitar que se altere más

 

 

Todos sabemos que el único alterado eres tú, ella está más que feliz en este momento

 

 

Habla mi subconsciente

 

— No me gusta vomitar — confiesa con una sonrisa, pero no de esas que tanto me gustan, era una de ebrios — ¡Parece queso! — exclama nuevamente comenzando a reír

 

No pude evitar que una sonrisa se plasmara en mi rostro al verla reír con muchas ganas. Tal vez no se encontraba en el mejor estado, pero ella se sentía feliz, ella en ese momento era feliz

 

 

Cuánto daría yo por causar esa sonrisa y esa felicidad durante cada día de su vida...

 

 

— Vamos, Bril — murmuro tratando de ponerla de pie. Ella me miró antes de abrazarme fuertemente

 

— No te vuelvas a ir, por favor — pide escondiendo su cara entra mi pecho

 

— Estás ebria, vam... 

 

— No quiero irme a otro lugar para que después vuelvas a desaparecer — cada vez apretaba más su agarre hacia mí. Un dolor se hizo presente cuando escuché un sollozo salir de sus labios. De esos labios que hace a penas unos minutos, estaban riendo

 

Cerré fuertemente los ojos, le di un beso en cabello antes de citar las palabras que sabía que ella no recordaría, pero yo sí, y aunque me conviertan en un maldito egoísta cumpliría hasta que ella me pida que lo dejé de hacer, o hasta el día de mí muerte...

 

No me alejare de ti nunca, mi luz. Te juró que nunca más lo haré

 

 

(***)

 

 

— Ella estará bien, ¿verdad? — pregunta la amiga de Abril después de ayudarme a subirla al mi auto, sinceramente, no recordaba su nombre



— Te lo prometo — aseguro, dirigiéndome hacia la puerta del piloto

 

— Alejandro — me llama provocando que la mire —. No le ocultes tú verdad. Sabes perfectamente que cuando se enteré, te vas a arrepentir de haberle mentido de esa forma. Y si no se lo dices tú, te prometo que lo haré yo

 

Su tono era de una amiga protectora. Trague grueso antes de hablar

 

— Se que me arrepentiré, que ella me odiara. Pero así como yo lo se perfectamente, tú también sabes lo que es estar en un mundo lleno de críticas

 

— No la lastimes jugando un juego en dónde ninguno saldrá ganador

 

— Probablemente la lastimare, pero no la lastimare tanto como las otras personas lo harán con sus comentarios

 

— ¿Por eso te alejaste?

 

Seguía sin poder responder aquella pregunta, mire hacia Abril, viendo cómo estaba durmiendo tranquilamente en los asientos traseros de mí auto

 

Un suspiro salió de mí, antes de mirar a su mejor amiga

 

— Sube, en el departamento te cuento — ella dudo unos cuantos segundos, pero finalmente accedió

 

En cuanto subimos, el silencio reino a nuestro alrededor. No planeaba llevarla a mi verdadero departamento, si no al otro lugar.

 

Digamos que después de su visita ese edificio, me resultó agradar más de lo normal, por lo que durante estos días estuve visitando aquel lugar, sonriendo con cada momento que pasamos durante esa cena. Antes de despedirme de ella

 

La logré transportar con más facilidad de la que creí que sería. La recosté en la habitación que se supone era la principal antes de ayudar a su amiga a quitarle los zapatos

 

— Alejandro — susurró mi Abril, una vez que la tapaba con algunas sábanas para evitar que le diera frío. Una sonrisa me invadió, ¿estaría soñando conmigo?

 

— Descansa, mi pequeña luz. Mañana todo estará mejor — murmuro dándole un beso en su cabeza

 

La sonrisa de su amiga cuando me gire hacia ella ocasionó que desviara mi mirada

 

— La quieres ¿verdad?

 

— No te tienes ni la más mínima idea de cuanto lo hago

 

Mire a Bril por última vez, para después proceder a cerrar la puerta de la habitación apagado todas las luces de esta

 

— ¿Quieres un café? — preguntó a su amiga quien asiente. Luego de que se lo preparará, ambos subimos hacia la azotea. Sabía que conversación se venía, y no quería que por alguna cosa u otra, Abril se enterará.

 

La chica me miró con una pequeña sonrisa

 

— Soy Andrea por cierto

 

— Ya me conoces, pero aún así me presento, Alejandro

 

— ¿Por qué, Schieber? — murmura después de darle un sorbo a su café. No había duda, ella me conocía...

 

— ¿Qué cosa?

 

— Sabes a lo que me refiero

 

— No quiero que nada cambie entre nosotros..., se que todo cambiará en cuanto ella se enteré de la verdad, y no quiero que lo haga. Ella es de las pocas personas me quieren por ser realmente como soy, o bueno, que por lo menos me han hecho creer que lo hacen...

 

— ¿En serio te cruzó por la mente que no te quisiera? — su voz era totalmente incrédula, de asombro puro

 

— Hay veces en las que realmente lo hago. Veces en las que siento que me odia, que no quiere saber nada de mí

 

— Ella no te odia. Solamente tiene...., miedo — susurra mirando a la nada —. La han lastimado tanto que tiene miedo de volver a pasar por lo mismo. Dylan provoco que se perdiera por completo, dejó de ser la chica que sonreía por todo solamente por que un estúpido nunca la valoró como ella lo merecía...

 

« Si te pido que no le mientas Alejandro, es porque no la quiero ver sufrir más. Yo fui testigo del cambio radical que él provocó que ella tuviera. Y ten por seguro que ella te quiere, estoy segura que inclusive ella te ama, así que no arruines lo que con mucho trabajo le está costando aceptar




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.