El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO VEINTITRÉS

 

 

XXIII. Las estrellas

 

 

Alejandro Schieber

 

 

La mirada llena de emoción de Abril me tranquilizaba por completo. Sus gestos cada que veía a través del telescopio me daban años de vida.

 

Había veces en los que ella llegaba a mostrás su lado más inocente y puro. Uno en donde seguía sin estar dañado. Uno que solamente me enseñaba a mi. Así como yo le enseñaba esta parte de mi

 

En otras ocasiones me hubiera parecido patético esto. Lo odiaba. Odiaba que las parejas hicieran cosas de este tipo. Las sentía innecesarias. Pero cuando la conocí..., cambió toda mi perspectiva de ver la vida y las cosas que me rodean..., me cambió a mí y eso tal vez nunca lo sabría...

 

Existen personas que ayudan a cambiar a todo el mundo. Pero también existen personas que aunque no ayudan o cambian a todo el mundo en general, si cambian el mundo de una persona. Tal vez para algo bueno. Tal vez para algo malo. Pero lo cambian. Y dejan esa huella. Que a veces son tan profundas que ni la mismísima eternidad es capaz de borrarlas...

 

Abril Martinelli marcaría mi mundo. Y sabía que lo marcaría tan profundo que nadie borraría su huella. Nadie lograría marcar igual de profundo como ella lo haría.

 

Sabía perfectamente que esto en algún momento terminaría. Estaba muy consciente de eso. Sabia que en cuanto ella se enterara de la verdad. No habría nada que hiciera que me perdonará. Solamente sería ella la que elegiría si me perdonaba o no, y el único factor que ayudaría sería el tiempo y solo eso...

 

Saber que la persona que más amas sería la que más rápido se iría, te destruía por dentro sin piedad alguna. Te hacia tocar más haya del fondo...

 

— Esto es increíble, Alejandro — me sonrio mirándome. Esa sonrisa tan pura y honesta. Una sonrisa por la cual daría todo para mantenerla ahí siempre

 

— De pequeño amaba ver las estrellas. También en mi adolescencia. Y ahora en mi adultez sigue siendo igual. Las estrellas son el mayor testigo de todo lo que pasa a nuestro alrededor...

 

— Eso fue muy poético de tu parte

 

No pude evitar sonreír antes de volver a hablar

 

— Soñaba con ser astronauta. Podía pasar horas viendo el cielo aún cuando no pasará nada. Cuando había eclipses eran mis momentos favoritos..., recuerdo que mi madre me encontraba durante la noche, a veces me regañaba, otras veces, mis favoritas, se quedaba conmigo a mi lado, hablándome de cada constelación...

 

— ¿Ella sigue en Estados Unidos? — la mire, ella no sabía nada de lo que había sido mi vida..., y temía que algún día lo supiera

 

— Sigue ahí..., pero no tengo una buena relación con ella

 

— ¿Por qué? — preguntó, con curiosidad

 

— Por muchas razones..., cuando eres pequeño, no te das cuenta de las injusticias que los adultos cometen. No las razonas como se deben, pero conforme pasa el tiempo, tu perspectiva de ver todo cambia..., y con ello, dejas de estar de acuerdo con muchas cosas que antes no les dabas importancia...

 

— Lo siento..., yo no lo sabía

 

— No tienes porque disculparte..., casi no hablo de ellos y es normal que tengas ese tipo de dudas

 

— Debería de dejar de ser tan curiosa

 

— No lo hagas. Nunca lo hagas. — ella me miró, antes de que yo continuará hablando -. Si lo haces cambiarías algo de ti, y yo me enamore de tus defectos y virtudes

 

Aun con la poca luz que había, note como se sonrojaba. De verdad luche con todas mis fuerzas contra mis impulsos, pero era casi imposible. Tomé una de sus mejillas, y uní nuestras frentes

 

— No sabes lo mucho que estoy luchando por no besarte en este momento — me aleje de ella un poco, perdiendome en el verde de sus ojos. Después de unos segundos, mire sus labios, y los acaricie con mi dedo pulgar...

 

— ¿Y porqué no lo haces? — murmuro, haciendo que yo la observará

 

— ¿Un beso en nuestra primera cita? — enarque una ceja, y ella me imitó

 

— No sería la primera cita... ¿te recuerdo la primera?

 

— Esa ni siquiera fue una cita — asegure, con una sonrisa de lado

 

— Bueno..., pero ya lo habíamos hecho

 

— Lo sé..., y no sabes lo mucho que me arrepiento por eso — ella me miró con su ceño fruncido, entonces fue cuando añadí —: Porque hubiera querido que nuestro primer beso fuera más especial que ese...

 

— Para mí lo fue... — me aseguro, y en ese momento, se acercó a mí eliminando cualquier tipo de distancia —, como se que también lo será este

 

Dicho esto, se coloco de puntitas, presionando sus labios con los míos en un lento y largo beso. Todo a nuestro alrededor desapareció. Solamente estábamos ella y yo. Sin prisas ni complicaciones. Solo nosotros..., las estrellas siendo testigo de todo lo que sentíamos...

 

Cuando se separó, me dedico la más hermosa sonrisa que había visto en mi vida, para después, recargar su cabeza en mi pecho

 

— Esta cita me está encantando

 

Y entonces lo supe. O mejor dicho lo reafirme. Estaba a sus pies. Ella tenía mi corazón. Ella era la dueña de todo ahora. Ella sería quien me destruiría. Y solo tenía que esperar a que ese momento llegara...

 

 


(***)

 

 

— Gracias por toda esta noche, Alejandro. Me encantó

 

— ¿Entonces no hice nada de lo que me deba disculpar? — ella lo pensó un momento, antes de asentir

 

— No haberme vuelto a besar — ni siquiera me dio tiempo de reaccionar, antes de darme un beso en la mejilla y salir —. Pero aún así me encantó. Adiós, ricitos — dicho esto, se dio la vuelta dejándome muy sorprendido




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