El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO VEINTISÉIS

 

 

XXVI. Una mentira descubierta

 

 

Abril Martinelli

 

 

Semanas después

 

 

Me dirigí hacia mi casillero con todo el pesar del mundo. Exhausta. Estaban por acercarse los exámenes finales del año y todo se estaba comenzando a poner cada día más pesado.

 

Mis profesores con cada minuto que pasaba se ponían más detestables. Todos anhelaban que las vacaciones de verano. Y entre ellos estaba yo.

 

— Por dios, no soporto a la profesora Klein. Es tan odiosa. — murmura mi mejor amiga recargandose en el casillero de alado — Maldita estadística inferencial

 

Yo reí un poco mientras escuchaba como seguia quejándose de la maestra

 

— Con que aquí esta mi persona favorita — la voz de mi mejor amigo se hizo presente.

 

— Lo que nos faltaba — susurro de mala gana, Andrea

 

— Y también Andrea... — la cara Diego se transformo en una de disgusto al ver a Andrea, quien también copió el mismo gesto.

 

— ¿Cómo lo has podido soportar por años?

 

— Lo mismo me pregunto – contesta el chico, hacia el comentario sarcástico de mi amiga

 

— Yo me pregunto como he podido soportar las peleas de los dos por años — los interrumpo, provocando que me vean, ofendidos

 

— Tú no juegas en nuestra pelea — dice Andrea, cruzandose de brazos como una niña pequeña

 

Rodee los ojos divertida. Para después centrarme en mi mejor amigo

 

— ¿Qué pasa?

 

— Preguntarte si vendrás al entrenamiento. Porqué desde que estás con ese niño que dices se llama Alejandro, me has dejado olvidado — se queja indignado. Reí por su comentario antes de asentir

 

— Si iré. Y deja de ser tan exagerado. No me necesitas. Tienes a tus otras amigas

 

— ¡¿Esas siendo sus amigas?! — exclama dramáticamente Andrea — Primero encuentro al amor de mi vida antes de que esas sean sus amigas

 

— Tú no te metas

 

— ¡Por dios dejen de pelear! — exclamó comenzando a irritarme

 

— ¡Bien! — exclama, cansado. — ¿Ahora no saldrás con tu novio? —  preguntó, frunciendo el ceño. Yo hice un gesto.

 

— Tenía cosas que hacer y no sabe a qué hora acabará.

 

— ¿Qué tipo de cosas?

 

— Creo que era algo de su trabajo, no le entendí muy bien. — me encogi hombros guardando todos mis libros para después cerrar el casillero —. Vamos

 

Ambos asintieron y comenzamos a dirigirnos hacia las canchas que se encontraban en la parte trasera del campus. Ellos seguían peleando mientras yo negaba con la cabeza con una pequeña sonrisa

 

Aunque me quejara de su comportamiento infantil, me gustaba oírlos pelear. Era extraño. Pero no se sentía nada igual si ellos no se estuvieran peleando entre ellos

 

— ¿Qué aquel no es amigo de tu novio?— me preguntó Andrea, cuando nos fuimos a sentar a más gradas

 

Gire hacia dónde ella apuntaba, y vi a Henry platicar muy animado con una porrista. Quien le dio un beso en la mejilla y también se fue a su entrenamiento

 

— ¿Por qué no vas a saludarlo? — habla nuevamente mi amiga

 

— Ahora vuelvo

 

Ella asintió y yo me dirigí hacia Henry. Quien me sonrió cuando me miró llegar

 

— Hola, Abril

 

— Hola, Henry. ¿Qué haces aquí?

 

— Vine a acompañar a una amiga —me guiño el ojo enfatizando la última palabra, provocando que riera—. ¿Qué haces tú aquí? ¿Vienes a acompañar a alguien?

 

— Si. Vine a ver el entrenamiento de mi mejor amigo...

 

— ¿Y ahora porqué no estás con Alejandro?

 

— Tenía cosas que hacer...

 

El frunció su ceño algo confundido

 

— ¿Cosas que hacer?

 

— Si. Algo en su trabajo

 

— ¿En su trabajo? Pero si me dijo que su familia estaba aquí y que...

 

Se detuvo abruptamente mirándome nervioso. Yo lo mire, perdiendo la sonrisa que tenía. ¿Alejandro me había mentido? ¿Por qué lo había hecho?

 

— Yo eh..., lo siento Abril..., tal vez si tenía mucho trabajo, y yo me confundí...

 

— No, no. Olvidalo. Nos vemos después. — me di la vuelta y me dirigí con mi mejor amiga. Quien frunció el ceño al ver mi expresión

 

— ¿Esta todo bien? ¿Pasó algo? — pregunta preocupada, una vez que estoy frente a ella

 

— Si. Pero me tengo que ir. Pídele perdón a Diego de mi parte. Adiós — no deje que Andrea dijera algo al respecto porque yo ya estaba bajando las ultimas escaleras de las gradas

 

Llegue a mi casa encerrandome en mi habitación sintiendo un lío en mi cabeza. Cerré los ojos por un momento y la idea de Alejandro mintiendome me golpeó fuertemente

 

¿Porqué me mentiste, Alejandro? ¿Qué es lo que me estás ocultando? ¿Por qué no confías en mi?

 

Solo te he pedido la verdad. Tú verdad. Y veces como esta, siento que no eres capaz de dármela...

 

 


Alejandro Schieber

 

 


— ¿Qué dijiste qué? — preguntó, aturdido

 

— ¡Yo no sabía que le habías mentido! Se me salió decirle que aquí estaba tu familia. Lo siento. Pero tú tampoco me dijiste que no le podía decir nada...

 

Maldita sea

 

— ¿Y qué te dijo? — le preguntó impaciente a Henry

 

— Nada. Solo vi como le decía algo a su amiga y se iba.

 

Esto no puede estar pasando. Tome mi teléfono para llamarla, pero no me contesto, y me marcó como si el teléfono estuviera apagado




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