El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO VEINTIOCHO

 

 

XXVIII. El hermano mayor

 

 

Abril Martinelli

 

 

Los días siguieron pasando sin detenerse. Cada hora que pasaba, era como si durará menos. Los minutos dejaban de tener sesenta segundos. Y parecían solo diez.

 

Todos en la universidad corrían de un lado a otro hacia sus clases. En la cafetería todos los que llegaban no perdían tiempo en pensar que sería lo que pedirían

 

Era extraño. Como si se estuvieran preparando para algo. Como si el tiempo estuviera por llegar. Yo lo sentía así. Como si algo que estaba por suceder en mi vida estaba más cerca de lo que yo misma creía.

 

No sabía cómo explicarlo. O como expresarlo. Pero ese sentimiento de que algo malo pasaría estaba ahí. Presente. Desde hace dos semanas estaba ahí.

 

Alejandro volvió hacia la sala con el plato lleno de palomitas. Me dedico una radiante sonrisa, para después sentarse a mi lado y atraerme hacia él

 

— ¿Estás bien? — me pregunto, mirándome a los ojos. Yo asentí

 

— Si. Solo algo estresada. Pasado mañana será mi primer exámen final del año.

 

— ¿Y por qué no te quedas a dormir aquí? Está más cerca de tu universidad. Y así puedes dormir un poco más y puedes estudiar más en la noche — propone. Lo pensé unos segundos. —. Además, estos días hemos estado más aquí que en otros lados. Y no ha pasado nada de lo que nos podemos preocupar

 

— No lo sé. No quiero molestar...

 

— Yo feliz de que te quedes aquí. Solo serán unos días. Mientras las semanas de exámenes pasan

 

La verdad esque durante estas dos semanas, había pasado más tiempo aquí que en mi propia casa, inclusive ya me había quedado a dormir un par de veces. Normalmente venía a comer aquí, después de todo, Alejandro era muy buen cocinero.

 

— ¿Entonces? ¿Qué dices?

 

— Bien. Me quedaré a dormir aquí. Pero, tengo que hablar con mis padres y explicarles todo. No quiero tener problemas con ellos

 

— De acuerdo — el sonrió, provocando que esos hoyuelos que tanto amaba, aparecieran.

 

— Hablando de ellos — hablo, alejándome de él, para mirarlo a los ojos —. Mañana nos reuniremos en la casa de Óscar, para almorzar. Y me dijeron que te invitará, ¿quieres venir? Es a las once de la mañana

 

— ¿Estará tu madre y tu cuñada ahí? Porque bueno, siento que tu hermano mayor me odia. Solo ellas lo controlan —. Comencé a reírme por la mueca de nerviosismo que había hecho. —. No te rías. ¿A caso olvidas cómo fue la primera vez que nos conocimos?

 

— Cómo olvidarlo

 

 

Semanas antes

 

 

Debiste de haber invitado a Alejandro, hija. Es buen chico. Y así conoce al resto de la familia — recomienda mi madre. Yo la mire nerviosa, esperando lo que se venía...

 

— ¿Alejandro? ¿Quién es Alejandro? — preguntó, confundido mi hermano mayor

 

— Él es...

 

— ¡Nuestro nuevo cuñado! — me interrumpe Tomy, con una sonrisa de maldad en su rostro

 

— Traidor — le susurre, provocando que su sonrisa se hiciera más grande

 

— ¿Cuñado? — preguntó nuevamente Óscar. Tenía una ceja alzada, esos ojos verdes mirándome profundamente. — ¿Desde cuándo tengo cuñado?

 

— Desde hace algunos días

 

— ¿Días? Pero, según mis cuentas ya son me.. ¡Auch! — se quejo mi hermano menor cuando mi madre le dio un pellizcon y yo una patada por debajo de la mesa — ¡Eso es trampa! ¡Dos contra uno, no se vale!

 

— ¿Y dónde lo conociste, Abril? — pregunta esta vez mi cuñada, con esa sonrisa tan cálida que te provoca confianza

 

— En la cafetería. — no pude evitar sonreír al recordar las primeras veces que cruzamos palabras —. Era un cliente frecuente. Empezamos a hablar y ya lo demás es historia

 

Mi hermano estaba que se mordía la lengua para no decir nada que pudiera terminar en pelea. Pero estaba molesto. Y ni siquiera sabía por que

 

— ¿Algo que decir, Óscar? — preguntó, nuestros ojos se encuentraron. Pero a comparación de veces anteriores, no me deje intimidar, le mantuve la mirada. Retandolo.

 

No me avergonzaria de mi relación con él. Tal vez Óscar solo quería cuidarme, pero tampoco le permitiría que se metiera en mi vida, y mucho menos que me dijera con quien estar, y con quien no. Si no se lo permitiría a mis padres, mucho menos a mi hermano mayor

 

— Nada. – dijo finalmente. Todos nos miraban, esperando a que alguno de nosotros atacará; como si fuéramos dos fieras esperando quien empezarían la pelea —. Esperó pronto conocerlo. ¿Por qué no lo traes el próximo domingo? Sí es que puede, claro

 

— Le comentaré. Después te aviso, hermano

 

Días después

 

— ¿Qué tu hermano mayor me quiere conocer? — pregunta algo nervioso mi novio

 

— Sí. El domingo. ¿Cres poder ir? — el mi miro, algo indeciso antes de asentir

 

— Esta bien. No tengo nada que hacer. ¿A qué hora?

 

— A las once de la mañana. Te paso la dirección por mensaje.

 

— Bien, la estaré esperando. Me tengo que ir, aún no termino de trabajar

 

— ¿Y por qué viniste ahora? — preguntó, confundida. El me sonrió antes de darme un corto beso en los labios

 

— Porque me pediste hablar. Y tú eres más importante que cualquier otra cosa. Nos vemos luego, Abril — dicho esto, me dio otro beso en los labios, para después salir de la cafetería




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