El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO TREINTA

 

XXX. La casa del árbol

 

 

Abril Martinelli

 

 

Al día siguiente

 

 

Hoy sería el almuerzo y estaba un poco nerviosa. Aún no hablaba con Alejandro, y no sabía si iría. Ayer por la noche, Joana me había preguntado si estaba conmigo, ya que no sabía dónde localizarlo. Le conté que habíamos discutido, y ella se disculpo conmigo.

 

No sabía dónde estaba, probablemente en su casa o con Henry, ya que tampoco lo encontraban. No les negaré que al principio me preocupe, porque lo hice, y mucho. Estuve a punto de llamarlo, pero Andrea me convenció de que estaba bien, y que confiara en él.

 

Y tenía que hacerlo. Tenía que confiar en él, a pesar de todo, sabía que él me quería, y que nunca buscaría hacerme daño..., eso era lo que él siempre me había demostrado

 

Mordí mi labio inferior, antes de comenzar a vestirme. Cepille mi pelo, esperando a que la pantalla de mi teléfono se iluminará con un mensaje de él. Cosa que nunca pasó

 

— Abril, date prisa. Se nos hará tarde — tome mis cosas antes de salir y subir al auto

 

Mi mirada no se despegó ningún momento de la ventanilla. Lo más probable es que no iría. Y lo entendía. Estaba molesto, yo había sido la culpable de eso, y ahora tenía que afrontar las consecuencias de mis actos

 

Llegamos a la casa de mi hermano. No hubo nada nuevo. Él mismo recibimiento de siempre. Mis sobrinos corriendo y gritando por toda la casa.

 

— ¿Estas bien, hija? — pregunta mi madre, poniendo una de sus manos sobre mi frente, revisando si tenia temperatura o algo así

 

— Lo estoy mamá. Anoche no dormí bien. Solo es eso —ella asintió, poco convencida antes de darme un beso en la frente 

 

— ¿Alejandro vendrá?

 

— No lo se. — desvíe la mirada hacia mis sobrinos, quienes jugaban en el patio

 

— Tíaaa, vamos a la casa del árbol. Sube con nosotros, por favor

 

Po pavol — habla Samuel , haciendo puchero. Yo reí antes de asentir

 

— Esta bien. Vamos — alcé a Samu, y tome a Elly de la mano. Los ayude a subir antes de yo también hacerlo

 

Era un lugar bastante amplio para ser solo para ellos dos. Tenían tres sillones puff, juegos de mesas, juguetes de ambos, y una pequeña televisión para poder ver películas.

 

Comenzamos a jugar, y por un momento me olvidé de Alejandro y nuestra discusión. Mi pequeña sobrina me quiso maquillar, y no tuve otra opción que dejarme. Reí un poco cuando sentía como me pintaba con sus pinturas de niña

 

— ¿Estoy quedando bonita? — pregunte, sonriendo. Ella rio un poco antes de asentir

 

— Muy bonita. ¿Verdad hermano?

 

¡Ti! — exclamó riendo

 

— Hermosa — dijo una tercera voz. Me tense por completo cuando la voz de Alejandro se hizo presente. Me gire a verlo, encontrándome con su mirada, pero él comenzó a reír

 

— ¡¿De qué te ríes?! —exclame confundida

 

— Mirate — dijo, me tendió su teléfono, para poderme ver.

 

Sentí mi cara arder de vergüenza. Antes de comenzar a reír 

 

— ¿Te gustó, tía? — pregunta ilusionada mi sobrina. Yo reí un poco más antes de darle un beso en la frente 

 

— Mucho. Tanto que pienso que tama él lo deberíamos de pintar — recomiendo, refiriéndome a Alejandro

 

— ¿A mi? — pregunta nervioso. Yo asentí antes de mirarlo

 

— Si a ti. Esta es la moda de hoy en día — el rio, antes de acceder

 

— Bien. Utiliza tus dotes artísticos, Elly — dice sonriente, Alex.

 

Elly comenzó a maquillarlo. Y yo trataba de no reír al ver como iba quedando. Tomé el labial morado que había, para después pitarle las mejillas, haciendo dos corazones 

 

— Estas quedado muy bella — bromeó, el me miró de reojo, antes de sonreír

 

— Siempre lo estoy

 

— Vaya ego

 

— Decir la verdad no es ser egocéntrico

 

— Ajá, lo que digas

 

— Algún día lo aceptarás

 

— En tus sueños

 

— Te aseguro que hasta ahí te veo — sentí como me sonrojaba por completo. Por un momento se me había olvidado la situación por la que pasábamos.

 

— ¡Listo! — exclamó, Elly

 

— A ver — el vio su rostro por la cámara del teléfono, y note como empezaba a reir

 

Tenía "sombras" por todo el ojo. Y labial por todo el rostro. No se quien estaba peor, si el o yo

 

— ¡Abril! ¡Bajen a almorzar! — se escucha la voz de mi madre, desde la parte de abajo

 

— ¡Ahora vamos! — conteste — Ya escucharon niños. Debemos de bajar.

 

Baje primero, para ayudar a mis pequeños sobrinos a bajar después. Elly bajo con más facilidad. Pero Alejandro tuvo que pasarme a Samuel para que fuera más fácil, y después también bajar él 

 

— ¡Oh por Dios! — exclamó mi madre, aguantandose la risa al ver mi rostro y el de Alex

 

— Tus nietos, mamá

 

— Vayan a lavarse la cara — exclama riendo

 

Nos dirigimos al baño que estaba en la planta baja. Me comencé a quitar el maquillaje con papel de baño y un poco de agua. El ambiente entre Alejandro y yo se hizo más tenso. Ninguno decía nada. Ambos estábamos concentrados en quitar el maquillaje de nuestra cara

 

Cuando ambos terminamos, yo me di la vuelta para poder salir de ese pequeño cubículo en donde solo estábamos él y yo. Pero sentí como tomaba mi mano, deteniendome

 

— ¿Podemos hablar? — murmura. Yo lo mire nerviosa

 




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