El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

 

 

XXXV. Un mundo sin ti... 

 

 

Abril Martinelli

 

 

Al día siguiente

 

 

— ¿Estas segura de esta decisión? — me pregunta mi mejor amigo cuando se detiene a un lado de la universidad. Yo tome aire, antes de asentir

 

— No puedo estar un momento más aquí, Diego. Es lo mejor. — él me dedico una sonrisa reconfortante

 

— Esta bien, yo te apoyo. Te puedo ayudar a buscar alguna otra universidad. Tengo mucho tiempo libre —. Le sonreí un poco antes de abrir la puerta y salir del auto —. Me llamas cuando vayas a sacar todo de tu casillero, para poder ayudarte —. Solo asentí y comencé a caminar hacia la entrada de la universidad

 

Vi una camioneta negra y fuera de esta, otros dos hombres vestidos del mismo color, vigilando a todo el que entraba y salía de la facultad

 

Comencé a subir las escaleras de la entrada, y cuando me tope con varias personas de seguridad. Era alrededor de tres hombres vestidos de negro, cuidando a otra más

 

Sentí mi corazón acelerarse, parecía como si con tan solo tenerlo cerca, mi cuerpo reaccionara inmediatamente, como si sintiera su presencia.

 

— Bril... — susurró

 

Estábamos frente a frente, las otras personas se pusieron a la defensiva e intentaron alejarme de él. Pero Alejandro les dedico la mirada más fría que pude haber visto en él.

 

— No se les ocurra tocarla — habla, en un tono frío. Las otras personas sólo retrocedieron un poco, quedando detrás de él

 

Llevaba un traje azul de dos piezas, junto con una camisa de vestir blanca. Tenía puesto unos lentes negros. Y sentí un dolor en el pecho, este no era mi Alejandro. Él parecía un desconocido para mí. Un maldito desconocido que hacía que todos mis sentidos despertarán con él hecho de tenerlo cerca de mí

 

— ¿Qué haces aquí? — pregunté, intentando sonar firme, aunque mi voz salió algo temblorosa

 

— Ayer se realizó una transferencia bancaria a mi cuenta de esta universidad. Una cantidad que yo ya había destinado para alguien. Tenía que venir personalmente a revisar que había pasado. Y la respuesta que me dieron, fue bastante sorprendente —. Yo lo mire, molesta.

 

— No necesito tu dinero para salir adelante

 

— Nunca dije que lo necesitarás. Solo quería ayudarte

 

— Pues no necesito tu ayuda.

 

— Eres tan orgullosa — susurra, mirando mi rostro con nostalgia —. Tanto que me enamore de ti sin darme cuenta

 

Yo aparte la vista. Intentando controlarme para no hacer un espectáculo aquí. Tomé algo de aire, antes de mirarlo

 

— Pero lo arruinaste todo, Alejandro. Arruinaste todo lo que había construido juntos. Ahora atente a las consecuencias —. Él me miró, pero odiaba esos malditos lentes; no me dejaban ver sus malditos ojos azules, no podia apreciar su rostro como tanto quería

 

— No tienes porque recordarmelo...

 

— ¿Hiciste algo? — murmure, intentando cambiar de tema e irme lo mas rápido de ahí — En la universidad.

 

— Lo intenté. — admitió —. ¿De verdad piensas renunciar a todo esto?

 

— Eso no es de tu incumbencia. ¿De tuviste el proceso?

 

— Estuve a punto de hacerlo. Esta universidad es tu sueño, Abril, y ambos lo sabemos...

 

 

Tú eras mi sueño

 

 

Yo negué varias veces, sonríe amargamente. Sentí el nudo formarse en mi garganta, pero aún así hable como pude

 

— ¿Y tú que sabes de mis sueños? — le espete. —. Encargate de tus cosas, de tus empresas o yo que se. Ve y da órdenes como lo hiciste ahorita. Ve y vuelve a tu maldita vida, a tu maldita realidad, y a mi déjame en paz

 

Intente pasar por su lado, pero el me tomó del brazo y me detuvo

 

— Tú estas en mi maldita realidad, Abril. Estas en mi maldita realidad y en mi estúpida fantasía. Estas en todos lados de mi mundo. ¿A caso crees que no he luchado por qué no sea así? ¿A caso crees que fue mi intención encontrarte aquí? ¿A caso crees que no fantaseo con qué estés junto a mi?

 

— Pues lamento decirte, que hay fantasías imposibles por cumplirse

 

Su teléfono sonó, note como rodaba los ojos, antes de que uno de los hombres que lo acompañaban, le dijera algo de una asistente y una junta, no comprendí, pero note como Alejandro rodaba los ojos nuevamente, con fastidio

 

Yo mire el piso, sintiendo mi pecho doler, ese era su mundo. Un mundo al que siempre había estado acostumbrado, y yo no pertenecía a este

 

— Será mejor que vuelvas a tu mundo, Alejandro

 

Susurre, jalando mi brazo de su agarre. Él me miró, y por primera vez en ese momento, pude ver su expresión de dolor, de desesperación...

 

— Tú eres mi mundo, Abril

 

— Y tú eres el mío, Alejandro. Pero ahora tengo que aprender a vivir sin él...

 

Dicho esto, me di la vuelta siguiendo con mi camino, dejándolo atrás. Quedándome solo con nuestros recuerdos. Ambos tomamos caminos diferentes, tal vez nunca nos volveríamos a ver, tal vez nunca más sabríamos el unos del otro. O bueno, el nunca sabría nada de mí. Había cortado toda conexión que pudiera recordarme lo que había pasado algún día entre él y yo, pero sabía que sería imposible, porque él siempre estaría ahí.

 

Podrian pasar muchas cosas en un futuro, tal vez yo me enamoraría de otra persona, o tal vez él lo haría. Así como el destino se había encargado de unirnos, también se encargo de separarnos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.