El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS

 

 

LII. Confiar...

 

 

Abril Martinelli

 

 

Al día siguiente

 

 

No pase mi mejor noche, para nada la había pasado. A las seis de la mañana ya estaba despierta, y pude escuchar como la puerta de la habitación de Alejandro se abría, suponía que se había ido a trabajar o yo sé. 

 

Suspiré y mire la hora, aun era muy temprano, por lo que decidí ponerme ropa cómoda y salir a correr a la orilla del mar

 

Conecté mis audífonos y por un largo rato despeje mi mente. Note como el sol ya comenzaba a acariciar el mar con sus finos rayos de luz.

 

Suspire largamente, sintiendo mi corazón acelerarse, todo mi cuerpo me gritaba que lo hiciera, pero tenía miedo a que me pusiese encontrar. Después de mucho pensarlo, tomé los caminos que tenía años que no visitaba y a los minutos ya podía ver aquella casa en donde pasé muchos lindos momentos con mi tía.

 

Todo parecía estar igual. El jardín que tanto tiempo había cuidado mi tía, parecía estar intacto, el césped estaba perfectamente bien recortado. Solo el color de la casa no era el mismo, ahora era de un todo grisaseo, el lila había desaparecido. Tregue el nudo que se formó en mi garganta, y tomé las fuerzas necesarias para acercarme un poco más a la casa. Una lágrima escurrió cuando mire las escaleras del porche, en esas escaleras recordaba como hablaba por horas con mi tía las pocas veces que la veníamos a visitar

 

Todo lo que algún día fueron momentos hermosos, hoy solo eran recuerdos nostálgicos y dolorosos. Recordé cada bello momento que pase ahí, cada risa que hoy era una lagrima de dolor. Si tan solo pudiera retroceder el tiempo y hablar con ella por última vez. Aunque a veces no lo parecerá, no dejaba de pensarla era como si su recuerdo estuviera tan clavado en mi memoria.

 

Y era normal, después de todo su partida había sido tan repentina y ella era alguien tan importante para mí. Cuando se fue sentí como si se hubieran llevado una parte de mi. Como si me hubieran quitado un cachito de mi corazón. Ese día jamás lo olvidaría. Nunca podría.

 

— Como quisiera que estuvieras aquí, tía — susurre sintiendo mi garganta arder

 

Deje que algunas lágrimas más escurrieran por mis mejillas antes de volver a la playa. Esta vez decidí detenerme y sentarme; todavía era temprano, no eran más de las ocho de la mañana. Marque el número de mis amigos en una llamada grupal, y ambos no tardaron demasiado en contestar

 

— ¡Hola, hola, amiguita! — me saluda Diego antes de que Andrea también lo hiciera

 

— ¡Abril! ¿Cómo va todo por allá? — pregunta entusiasmada

 

— Hola — murmure, y creo que solo con el tono de mi voz fue suficiente para darse cuenta que algo no andaba bien

 

— ¿Pasa algo? — mi mejor amigo fue el primero en hablar

 

— Esque..., no lo se... — murmure mirando hacia el mar

 

— ¿No lo sabes? — preguntó en un susurro me mejor amiga

 

— Sí. Esque es complicado. Ni siquiera yo se que es lo que pasa. Estaba bien, pero, no lo se, derrepente deje de sentirme cómoda con él

 

— ¿Con él? ¿Con Alejandro? — yo suspiré, antes de echar la cabeza hacia atrás

 

— Sí..., ayer, me llegó una foto de él con una chica. No hacía nada fuera de lugar con ella, pero, no lo sé...

 

— Eso fue lo que te incómodo, ¿verdad?

 

— Lo fue...

 

— ¿Has hablado con Alejandro respecto a ese tema? — me pregunta esta vez Diego, y creo que con mi silencio, fue suficiente para que obtuviera una respuesta — Abril, necesitas hablarlo con él. Que te explique las cosas, tal vez esa foto te la mandaron con solo una intención y tu sabes perfectamente cual es

 

— No quiero que crea que no confío en él

 

— ¿Y lo haces? ¿Confías realmente en él? — yo tomé un poco de aire.

 

No esperaba a que me dijera eso. Mucho menos a que lo preguntara tan directamente. Nunca me había planteado esa pregunta desde que lo volvimos a intentar. ¿Confiaba de nuevo en él como lo hice hace dos años? No lo sabía

 

— Sinceramente, no lo sé...

 

— Abril — comenzó Andrea después de unos minutos en silencio —, si quieren intentar algo de nuevo, y que esta vez sea realmente honesto, debe de existir la confianza. Y tu no lo estás haciendo. Estoy segura que esa foto tiene una explicación. Tienes que escucharlo antes de crear escenarios equivocados

 

— No es tan fácil...

 

— Claro que lo es. Todos sabemos que Alejandro te explicaría cualquier cosa que tu quisieras y estuviera en sus manos

 

— Desde que comenzamos el viaje lo notó un poco extraño. Y se suponía que estar en este lugar nos uniría un poco más y pasaríamos tiempo juntos, pero se va muy temprano a trabajar y llega hasta muy noche. No lo veo en todo el día, y tener comunicación de esa manera es muy difícil...

 

Ambos se quedaron en silencio, yo solo escuchaba las olas del mar y a lo lejos el tráfico de Los Ángeles. Suspiré cansada. Antes de hablar en un susurro

 

— Quiero volver a casa...

 

— No — contesto Diego, bastante seco, cosa que me sorprendió

 

— ¿No? — pregunte, aun confundida

 

— No, Abril. No puedes huir cada vez que tengas problemas. Así no funcionan las cosas. Ya cometí el mismo error una vez de no detenerte para que no huyeras, esta vez no lo permitiré.

 

« Soy tu mejor amigo y por lo tanto te tengo que decir las cosas de frente. No puedes dejar que una foto arruine todo lo que ya llevabas avanzado con él. Por Dios, el te ama más que a su vida, jamás te sería infiel, y mucho menos ahora que sabe que está a punto de terminar de recuperarte, y lo sabes perfectamente




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