El chico del segundo B

Capítulo 5 Un castigo doble.

Mi cuerpo estaba adolorido, intenté abrir los ojos lentamente y la luz segadora de la habitación me lo impidió. Poco a poco me fui adaptando a la claridad hasta que logré enfocar a mi madre que estaba a mi lado dándome una mirada para nada maternal. 
Me encontraba en una camilla de hospital. La habitación no era muy grande, a mi lado había una ventana por la que se filtraba la luz y al lado había una mesita con algunas cosas de mi madre. Al parecer llevaba mucho tiempo en aquel lugar.

—¿Te sientes mejor?— Su voz fue cortante. De inmediato percibí que había metido la pata ( bien metida ).

—Si yo...

—¡No me digas nada! me mentiste Miseria, a mí, a tu madre que tanto te quiere.

—Es que... —Intenté remediar las cosas.
 
—¡ES QUE NADA! yo que he sido una madre ejemplar, que te ha dado todo lo que has querido y me pagas con esto. Ah, lo olvidaba, a tu amiguita no la quiero ver por la casa, las dos me vieron la cara de tonta y me mintieron ayer.
 
—Madre... —Juro que intentaba hablar pero no me  dejaba. Sus gritos hacían que mi cabeza quisiera explotar del dolor.

 De pronto a mi mente vino el rostro de Alex y recordé que había sido él el que me había llevado al hospital. ¿O había sido un sueño?

—Si me hubieras pedido ir a la fiesta te hubiera dejado ir.

 —Sus palabras resonaron en mis oídos. 

No podía quedarme callada, no con ese tema. Apreté los puños frustrada y comencé a hablar con lágrimas en los ojos.

—¡Eso no es verdad, no mientas! 
 
—¿Me estas diciendo mentirosa?

—Dejame hablar, nunca me dejas decir lo que pienso, estás siempre controlando mi vida y a mi hermano por ser tu preferido lo dejas hacer lo que el quiere. No me dejas salir con mis amigos, siempre ha sido así ¿A qué le tienes miedo? ¿a que me drogue? ¿A que salga embarazada? Si me conocieras de verdad te darías cuenta de que yo no soy así. Aunque no lo creas me se controlar y se lo que está mal hecho.

—Ahora resulta que eres muy responsable ¿no? —Soltó una risita y negó con la cabeza, ya estaba caminando de un lado a otro —como lo fuiste anoche. Te recuerdo que me mentiste y te emborrachaste. Mira como terminó todo con tu responsabilidad. —Eso último lo dijo haciendo signos de comillas con los dedos. 

Un médico canoso entró en la habitación y la interrumpió —Señora su hija necesita descansar.

—¿¡NO VE QUE ESTOY HABLANDO CON ELLA!?

Él señor abrió los ojos como platos y salió cerrando la puerta a su paso. 

La miraba de la mujer se detuvo de nuevo en mí. 

—Miseria Elizabeth Aslan que sea primera y última vez que me hablas así. Yo soy tu madre y me tienes que respetar. No me vas a enseñar como educarte a estas alturas del campeonato. 
 
—Pero...

—Te callas que estás castigada hasta que yo me acuerde. 

No dije nada, sabía que era por gusto hablar con ella, mi madre era así. Ponía su palabra por encima de la mía y nunca me dejaba hablar o defenderme.
En verdad estaba que hervía del coraje, la rabia junto con la resaca y los dolores musculares eran enormes.

Después del medio día me dieron el alta y gracias al universo nos fuimos a casa. 

La tarde transcurrió tranquila. Era innegable que en mi casa algo pasaba ese día. Por primera vez en mucho tiempo todo estaba en silencio, algo desconocido para nosotros, cuando no era uno era el otro gritando o peleando por algo.  

En cuanto estuve a solas me quité la venda de la frente y observé tres puntos entre el cabello y la frente y, ¿qué creen? No me quedarían marcas. 

 Estaba tan feliz que di pequeños saltitos agradeciendo a todos los santos, pero el dolor de cabeza aumentó y me senté en la cama mientras encendía mi celular. un sin fin de mensajes y notificaciones llegaron, todos de Facebook y dos mensajes de personas distintas. 

Charley : Lo siento Mise no se que me pasó, de verdad siento que la noche haya terminado de esa forma ojalá y un día puedas perdonarme.
 
Hice una mueca de disgusto recordando todo y lo dejé en visto ¿En verdad creía que lo perdonaría tan fácil?

Abrí el otro mensaje y era de Edu, ese chico misterioso que me escribía cada día. 

Edu : Buenos días princesa. (Aja estoy haciendo alusión al primer libro del club de los incomprendidos porque también soy un incomprendido ) 

Edu : ¿cómo pasaste la fiesta? 😀 Me imagino que estas de mal humor por la resaca 😂.

¿Eso era todo? No había más mensajes, ni de Edu ni de Lía. ¿Donde estaban mis amigos cuando los necesitaba?

Abrí el chat de Lía y oh no.

 Admito que fui dramática, y si, adoraba el drama en aquel entonces y ese momento ameritaba que recurriera a esa expresión del arte llamada drama ¿no? 

—AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAh!! —El grito que di se escuchó por toda la casa. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo.

 A la velocidad de la luz entró por la puerta de mi cuarto mi madre aterrada.

—¿Qué pasó? —preguntó de inmediato con las manos en posición de boxeador. 
Detrás de ella llegó sin aire en los pulmones Piter jadeando de tanto correr.

Voltee la mirada hacia los dos y con el llanto en la garganta les dije :

 —Lía me bloqueó. 

Mi madre se quedó mirándome y negó con la cabeza —¿En serio gritas por eso? ¿a caso me quieres matar del corazón?.

Ignoré por completo a mi madre y seguí con el drama. —Lía, mi mejor amiga de siempre, mi compañera de batallas me bloqueó.

Piter puso los ojos en blanco y se marchó a su cuarto segundo después salió mi madre diciendo que tenía cosas que hacer.
 
Después de pensar y dar vueltas al asunto supe por que había sido. Lía creía que yo había estado con Charley. Sólo de pensarlo se me revolvió el estómago. Ese idiota no merecía que mi amiga y yo estuviéramos peleadas por él.

Respiré frustrada y me fui a descansar a mi cama. Tomé mi celular y le envié un mensaje a Edu.




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