Pasaron dos días en los que luché con todas mis fuerzas para no encontrarme con Alex, tenía miedo de lo que podría surgir con ese encuentro. Al comenzar los turnos de clase era la última en entrar y al finalizar la primera en salir para no tener que encontrarme con él.
Desde hacía ya varios meses me había apuntado a una clase de tango en el instituto y ese era el momento que más adoraba del día. Me gustaba el tango, lo amaba por lo romántico que era y soñaba con ser muy buena algún día.
Comenzó el turno mientras la profesora Sandra, una mujer a veces antipática pero muy buena bailarina nos ordenaba ensayar la coreografía en parejas que teníamos preparada.
Por todo lo que había vivido los últimos días no había practicado y había faltado a varias clases, por lo que estaba un poco perdida.
Todos fueron con sus respectivas parejas.
Suspire cansada y me quedé en un rincón viendo como los demás ensayaban.
De pronto la puerta de la entrada se abrió y vi como Alex entraba. Supuse que estaría confundido y se iría pero no. No se fue, le dijo algo a la profesora y ella me señaló. Si, a mí. No entendía muy bien lo que ocurría sólo se que mi odioso vecino me tomó de las manos y empezamos a bailar. Fue raro, todo ocurrió demasiado rápido. Ni siquiera me dio tiempo a protestar.
—¿Desde cuándo sabes bailar tango? . —le pregunté en un susurro mirándolo a los ojos.
Me volteó y me acerqué a él peligrosamente sin perder el contacto visual.
—Siempre he sabido. —No se si fue la ilusión del tango o que se yo pero su voz sonó sexi.
Volvió a sonreír, una sonrisa canalla y llena de malicia.
Me alejé dos segundos pero me volvió a atraer a su cuerpo, esta vez quedando a sólo centímetros de distancia entre ambos.
Tragué en seco y temí que percibiera los latidos de mi corazón.
—¿Te pongo nerviosa? —Me miró y supe que el muy idiota se estaba burlando de mí.
Decidí adoptar una postura menos obvia y mi mirada se volvió desafiante —Eso nunca —le respondí fríamente.
Yo sabía que no podía fallar frente a él, no ahora, no otra vez. ¿En qué momento él había entrado a la clase de tango?, y sobre todo, por qué estaba bailando de esa forma tan seductora que hacía que hasta la persona mas inocente sintiera deseos de... Aparté mis pensamientos y decidí centrarme en el baile mientras la profesora nos ordenaba lo que debíamos hacer.
Nuestras miradas no se despegaban, ambos estábamos tratando de bailar lo mejor posible para impresionar al otro y por un segundo nos olvidamos del resto de la clase.
En un movimiento brusco quedé pegada a su cuerpo y mi pierna derecha se pegó a su entrepierna.
«Mierda, ¿eso duro que siento ahí es su móvil?» Pensé y me lamenté porque él se dio cuenta y me sonrojé de inmediato.
En un giro inesperado haciendo parecer que la coreografía ya estaba ensayada quedé en sus brazos con la pierna extendida y los aplausos nos sacaron de la burbuja en la que estábamos trayéndonos a la realidad.
—Bravo, bravo, —Gritó Sandra —¿ven chicos?, eso que acaban de ver es el tango. Esa fuerza con la que bailaron bañada de delicadeza y seducción. El contacto visual entre ambos nunca se perdió. Parecía que estaban metidos en su propio mundo y eso es lo que quiero que todos logren —Ella sonreía de oreja a oreja y me avergoncé. Todos nos estaban mirando, me sentía estúpida por haber caído en su juego.
—Dime tu nombre, ¿tú no eres de esta clase verdad? —Le preguntó Sandra a Alex y odié que fuera tan cariñosa con él cuando en todo momento me regañaba a mí. ¡Miseria el paso no es así! ¡Miseria se más delicada! ¡Miseria hasta una gallina baila mejor que tú!
—Yo soy Alex y no, no soy de esta clase pero quiero estar en ella, en mi antiguo instituto estaba en una clase donde practicaba este baile, quisiera seguir aquí.
Triiiink
Al fin el timbre sonó y fui lo mas rápido que pude a por mis cosas pero antes de que pudiera salir por la puerta unas palabras me hicieron detener. —De ahora en adelante vas a ser la pareja de baile de Miseria.
—¡¿Qué?! —Exclamé y ambos me miraron —o sea no...yo... —Yo sabía que no debía llevarle la contraria a aquella mujer y eso me puso muy nerviosa al punto que empecé a balbucear.
—¡¿No qué?! —Preguntó la profesora y más que una pregunta sonó como un reclamo.
Elevé la mirada hacia ella y no tuve de otra que callar. —Nada, que será un placer bailar con él.
Una sonrisa de satisfacción se plasmó en el rostro de Alex y odiándolo por ello salí de aquel lugar.
—Joder Mise que lindo bailaron, la atracción fue mutua . —Lía estaba parloteando a mi lado como una loca.
—Es un hijo de puta. —Espeté pero ella continuó en lo suyo.
—Y si fue esa cargada con la que terminaron.
—Un estúpido engreído.
—Todos estábamos petrificados ante tanta belleza, en serio se ven muy bonitos juntos.
—¡¿Me estas escuchando?! —Grité y dio un salto —deja de idolatrar a ese idiota que solo nos quiere hechar en cara que viene de una escuela mejor que la nuestra. No ha habido un solo día en el que hablemos y no terminemos discutiendo. Lo odio, llevo meses ensayando el baile con Leo y ahora todo se arruinó.
Lía permaneció indiferente y una sonrisa de satisfacción se dibujo en su rostro. —Ni siquiera te gusta como baila Leo, —Dijo y tenía razón. Leo era un desastre bailando. Hacía unos meses que se había mudado a otra ciudad por eso actualmente estaba sola en cada clase —siempre te quejaste de que era pésimo bailando y ahora resulta que lo extrañas. ¿Por qué?, —Preguntó y ella misma se respondió —porque te da miedo estar con Alex, él te gusta o te atrae de alguna forma y eso a mí, a tu amiga que te conoce desde que te meabas en la cama no se lo puedes ocultar.
—Calla, ya estas hablando demasiado, también puedo gritar que lloraste a mares cuando te bajó la menstruación en sexto grado porque creías que te estabas muriendo.
#18433 en Novela romántica
#2405 en Novela contemporánea
romance juvenil primer amor, romance juvenil., romance juvenil amistad y familia
Editado: 15.04.2022