El chico del segundo B

Capítulo 10 Un código rojo

 

—No puedo creer que me vas a dejar a cargo de eso. —Apunté a Piter que estaba comiendo pizza en el sofá mientras veía un reality de belleza.
 
—¿Miseria quién te dijo que te vas a quedar a cargo?. —Contestó mi madre mientras apretaba la ropa en la maleta y fruncía el ceño. 

—¿A no?, y con quién nos quedaremos.

—Está a punto de llegar.

—Menos mal, por un segundo creí que sería la niñera de...

—¡Llegué! —Alex irrumpió en la sala como perro por su casa. 

—¿Qué haces tú aquí y por qué no tocaste la puerta como la gente normal?

—¿Miseria esas son formas de tratar a tu amigo?

—Él no es mi amigo. —Me crucé de brazos indignada. Parecía una niña pequeña con una rabieta y esto sólo divertía a Alex que parecía pasárselo bien con aquella situación.

—Misse él se va a quedar a cargo mientras no estemos en casa. 

 Sus palabras me dieron KO, creí que me daría un infarto. Pero cuando estaba a punto de reclamar entraron Alicia y Morgana ( la vecina de Alex ) con su marido. Los tres con camisas verdes y sombreros del mismo color. Los 4 pasarían un fin de semana en un camping a las afueras de la ciudad. 

 No tuve de otra que obedecer y callar. Debía resistir heroicamente todo lo que me vendría encima. 

—Mis niños cuídense y pórtense bien. —Dijo mi madre con voz tierna.

  Miré a Piter y a Alex con mala cara —Descuida mamá yo me encargo de que estos dos se porten bien. 

—Miseria estoy hablando de ti y de tu hermano. No quiero que acaben con la casa mientras estoy fuera. Como se que los dos se viven peleando por la comida le puse candado al refrigerador. 

 Piter casi se atrabanca con la pizza y yo puse la boca en forma de O.

—Pero, ¿nos quieres matar de hambre? —Reclamé de inmediato.

—¿Quien te crees que soy?, le dejé la llave a Alex. Él es lo suficientemente responsable como para alimentarlos a ustedes. 

—Pero... —intenté hablar.

—Pero nada. Nos vamos que ya es tarde. ¡ Camping allá vamos ! 

 Los cuatro salieron de la casa con sonrisas triunfantes mientras yo me  preguntaba cómo era posible que mi  madre fuera tan irresponsable de dejarme sola con un adolescente hormonal como Alex. Con esos músculos y esa ropa ajustada que lo hacían ver tan sexi...
 
—Oye ya deja de mirarme. —Pestañé varias veces y me crucé de brazos. 

—No te estaba mirando a ti. —Espeté.
 
—A no verdad. Estabas observando mi hermoso cuerpo. ¿Te gusta?

—¿Qué?, ya quisieras tú. —Me puse de pie mientras le torcía los ojos y le enviaba un mensaje a Lía.

Misse : Código rojo. 😱

Sólo pasaron 5 minutos para ver a mi amiga llegar corriendo a mi cuarto.
 
—¿Qué te pasó?, ¿te duele algo?, no te puedes mover? Dios necesito que estés en calma. No te muevas. Ahora llamo al 911.

—Que estoy bien, pesada.

—¿Qué!?

—Que estoy bien. —Se me dibujó una sonrisa inocente.

—¿Cómo has podido Mentirme!? Creí que estabas muriendo. ¿Ya olvidaste cual es el código rojo? Caso de vida o muerte.

—Oye si estoy en un caso de vida o muerte.

 Mi amiga se cruzó de brazos con mirada asesina. —No te veo ni sangrando ni agonizando.

—Creeme si no me ayudas esta noche mañana lo estaré. ¿Puedes creer que mis padres se fueron de camping con los padres de Alex y nos dejaron solos aquí a cargo de Alex?.

—¿Espera qué?, ¿Alex está aquí?—Asentí — ¿Tu vecino que parece sacado de una revista te va a cuidar?, ¿Va a dormir aquí?. —Puse los ojos en blanco y volví a asentir haciendo una mueca.

  Lía corrió hacia el espejo y se empezó a maquillar y a arreglar su cabello.

—¿Se puede saber que estas haciendo?

—¿Miseria te das cuenta de la suerte que tienes?, yo en tu lugar estaría saltando. Dios esto es de locos. ¿Te imaginas que en medio de la noche se aparezca semidesnudo aquí en tu cuarto, te tome de la...

—Olle, pervertida. ¿Ya te tomaste tu pastilla hoy? 

—¿Qué pastilla?

Al sentir la puerta del baño abrirse dimos un salto de la cama y quedamos de pie. Del cuarto de baño salió Alex cubierto exclusivamente por una toalla. El agua aún goteaba por su abdomen descubierto y me vi en la obligación de tragar en seco. Al final fui yo la que reaccionó.

—¡¿Se puede saber qué haces en mí baño!?
 
El chico hizo un ademán quitándole importancia y siguió su camino hasta el espejo.

—¡Te estoy hablando! 

—Ya te escuché. No soy sordo.

—¡Entonces contesta!

 Alex suspiró y clavó su mirada divertida  en mí por el espejo —El baño de mi cuarto no funciona y Piter me dijo que podía venir a este. Además, tu madre me dijo que me comportara como si estuviera en mi casa y eso es lo que estoy haciendo. 

—Alex, no me importa lo que te haya dicho el traidor de mi hermano ni la irresponsable de mi madre pero más te vale salir ahora mismo de mi habitación o te vas a arrepentir.

El chico se dio la vuelta y su mirada chocó con mi ceño fruncido. Lía no decía ni media palabra. Ella estaba ocupada observando aquel cuerpo de modelo. 

—¿O qué aras?. Seguro que a la señora Aslan le va a encantar saber que me trataste mal.

  Abrí y cerré la boca varias veces. Ese chico en verdad conocía mis puntos débiles y los estaba utilizando en mi contra.

 No sabía qué hacer, en verdad me estaba sacando de mis cabales. Busqué la mirada de Lía para que me ayudara pero esta estaba en el limbo.

Ya que no me quedó de otra me abalancé hacia él. —Sal de mi cuarto. —Le hice fuerza pero no lo moví. Él se estaba divirtiendo con aquella situación. Mi mirada bajó de sus ojos a su pecho y a aquellas gotas de agua.. Me arrepentí de inmediato y volví a sus ojos.

El sonido de la puerta mientras se cerraba nos hizo dar un salto. Busqué con la mirada a mi amiga pero esta ya no estaba. Se acababa de ir para dejarnos solos.




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