Cerré la puerta tan rápido como pude y me senté en la cama aún con el celular en las manos. La primera en salir fue Lía.
—Mise te juro que no es lo que parece, esto no debió pasar. Traicioné a Gus, yo lo quiero a él no a este idiota... Mejor me voy, mañana hablamos ¿si? —Me dio un pequeño abrazo y salió como el perro que tumbó la cazuela.
Tres minutos después salió Ethan más rojo que un tomate. Se había echado agua en el rostro y el cabello, y traía una toalla en los hombros. Por un segundo no dijo nada y sólo se sentó en la cama, al lado mío.
—¿Te das cuenta de la magnitud de esto? —Le di una mirada asesina.
—Lo se y lo siento mucho. Yo entré y empezamos a pelear. Una cosa llevó a la otra y terminamos así. Fue el alcohol de eso estoy seguro. En mis sinco sentidos nunca hubiera...
—Te gusta ella, siempre te ha gustado. Vi tu cara cuando Lía besó a Gustavo en la cafetería. Estabas desilusionado.
Ethan no dijo nada. Se arrastró en la cama y se acostó. Yo hice lo mismo a su lado. Por unos minutos sólo vimos el techo ensimismados en nuestros pensamientos cuando me di cuenta ya mi amigo estaba dormido, me acerqué a la lámpara y la apagué. Mi sorpresa fue tanta que tropecé en la cama y caí al suelo mientras miraba el techo. Todo estaba cubierto de estrellas grandes y pequeñas fosforescentes pegados al techo y las paredes. En medio había un eclipse y de inmediato supe quien había sido el causante de aquella sorpresa. Alex lo había hecho, de nuevo él se interponía en mi felicidad y me recordaba que no era dueña de mis sentimientos.
Seguro el mensaje que había enviado había sido para que viera las estrellas.
Me acosté en la cama y me quedé dormida minutos después entre el mareo a causa del alcohol y la tristeza.
***
—Miseria, ya es hora de levantarse. —Escuché el grito de mi madre. La cabeza me quería estallar y tuve que cerrar los ojos varias veces para que la habitación dejara de darme vueltas.
Por unos segundos no me di cuenta de nada hasta que ella entró y se quedó en shock con cara de horror. Entonces me percate. Ethan estaba sin camisa a mi lado, durmiendo conmigo. «Ho no» pensé.
—¡Miseria Elizabeth Aslan qué cosa es esto!
( Que maravilla de día me esperaba )
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Después de que mi madre nos diera un sermón sobre la sexualidad y el embarazo en la adolescencia. Después de que votara prácticamente a patadas a mi pobre amigo de mi casa sin darle tiempo a desayunar. Después de todo eso estaba en mi balcón mirando la nada. Ensimismada observando el día pasar. A lo lejos en el cielo se avizoraban unas enormes nubes cargadas de agua. El paisaje era tan triste como mi estado de ánimo y estaba así por dos motivos. Uno, por lo que me había pasado con mi vecino y lo otro era que sólo faltaban dos días para el estreno de nuestra coreografía de baile en el instituto y no me creía capás de poder aguantar estar tan cerca de Alex. De sólo imaginarlo me entraban ganas de renunciar al tango.
Toc, toc.
Sentí que alguien tocó la puerta y entré a mi habitación. Cuando abrí era mi hermano. Tenía un papel en una mano y en la otra un sándwich.
—¿Qué quieres? —Le pregunté fríamente. Lo se, era una pésima hermana pero el tampoco ayudaba mucho.
Me miró de arriba hacia abajo y con la boca llena habló —Pareces un cadáver. Bueno igual siempre has sido así de horrenda.
—¿A eso vienes? A insultarme y burlarte de mí.
—Miseria este era el momento en el que me insultabas y me decías lagartija. Que desilusión de hermana mayor eres. Cumple con tu trabajo en la sociedad. —Lo miré sin mover ni un sólo músculo y añadió —Como sea, te dejaron esto en la puerta. —Tome el papel y sin dejarlo terminar cerré la puerta en su cara.
Me senté en la cama y abrí el sobre :
«Miseria Elizabeth el baile no tiene la culpa de nuestros desencuentros y altibajos juveniles. Si toca bailar en dos días pues bailemos pero bien. Tanto tu como yo necesitamos esa calificación. Por eso te pido que ensayemos donde siempre. Por siempre tu chico del segundo B
PD : Estoy en mi balcón en estos momentos por si me quieres espiar»
Echa una furia tome el papel y lo hice una pelota. Caminé con pazos apresurados hasta el balcón y como había dicho estaba ahí con la cabeza hacia atrás mirándome.
Tomé el rollo de papel y se lo lancé con toda mi fuerza pero fue a dar al suelo. Esto lo hizo sonreír. El muy idiota se veía tan bien. Tan perfecto que dudé por un momento en si entrar o lanzarle uno de mis zapatos pero no lo hice, sólo le saqué el dedo del medio. Él no se conformó con eso. Me dio una mirada seductora. Se dio un beso en la mano y fingió que lo lazaba hacia mí. Le seguí el juego, fingí que lo tomaba en mis manos y lo lanzaba lejos.
—¡Qué estas haciendo! —Di un salto al escuchar a Lía detrás de mí.
—¡Me asustaste! ¿No te han enseñado a tocar la puerta antes de entrar a algún lugar?
—Muy graciosa, qué estas mirando. —Se asomó al balcón y vio a Alex. Este último la saludó y para mi sorpresa Lía le torció los ojos y se volteó hacia mí.
—Tenemos un plan para hoy. Es una fiesta por el cumpleaños de Gus en su cafetería. No es nada alocado como me gustaría pero igual la pasaremos genial. —Por primera ves a medida que parloteaba me di cuenta de lo radiante que se veía. ¿Cómo hacía para verse tan bien con ese vestido negro y sus labios rojos después de la noche que tuvimos?
—Lía no estoy de ánimos para fiestas y menos si se trata de la fiesta de tu novio gruñón —Caminé hasta mi cama y me lancé boca abajo como un estropajo al fregadero. —Además antes de que insistas —Levanté la cabeza de mala gana —No podré mirarlo a la cara después de lo que vi anoche. Hablando de eso tengo un trauma ahora con mi pobre lavamanos. Nuestra relación matutina jamás será igual sin que me vengan a la mente tú y Ethan ahí..
—Hiu calla asquerosa, entre él y yo no pasó nada. Además, mi novio no tiene por que enterarse de nada. Para qué preocuparlo por algo tan insignificante como eso.
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Editado: 15.04.2022