El chico del segundo B

Capítulo 23 Una advertencia fuera de lugar.

Lunes otra ves, recién comenzaba otra larga y tediosa semana de clases. Yo caminaba en la cocina como zombie en busca de un cerebro, en mi caso buscaba mi desayuno. 

—¿Donde está mí cereal? —Gruñi y mis ojos buscaron a Piter, ahí estaba a un lado de la mesa con los labios manchados de cereal. —¿Ese es mi cereal? ¿qué haces con él? 

Los dos nos miramos con los ojos entrecerrados y sólo faltó la música del oeste para parecer un duelo a muerte. Me abalancé hacia él. Mi hermano intentó correr pero sus piernas se enredaron y fue a dar al suelo. Era increíble, se cayó y por no soltar el tazón con cereal se dio en la cara. Le arrebaté mi desayuno y fui a la cocina victoriosa. 

—Jamás me podrás ganar pequeña plaga. —Le di una sonrisa macabra cuando se puso de pie y me miró con cara de odio. Un mensaje llamó su atención y su semblante cambió. Caminó hasta el sofá de la sala y se acostó para desde esa posición escribir un mensaje. En su carita se dibujó una media sonrisa y no es que yo fuera cotilla ni nada pero quise saber qué lo alegraba tanto. 

—¿Qué te hace feliz a plena mañana pequeño desperdicio humano?

Desvió su atención y me miró por un momento sorprendido. —Nada que te importa, no seas chismosa. Una cosa es que te dediques a espiar a tu vecino y otra muy distinta es que quieras hacerlo conmigo. 

Wou, cuando Piter hablaba tanto y tan rápido sólo significaba una cosa, ocultaba algo, algo grande y valioso. Estuve a punto de decir algo pero llegó nuestra madre corriendo y nos interrumpió. 

—¿Qué hacen aquí todavía? ¡Piter ve a cambiarte de ropa que se te hace tarde! ¡Miseria parece mentira que tengas veinte años ya y seas tan irresponsable!

—Tengo 18 —corregí.

—Esas son las ganas que tengo de que seas grande ya, a ver si me ayudas un poquito siendo responsable.

Ok alguien había amanecido de mal humor. Tenía que salir a toda prisa antes de que el sermón matutino continuara. 

Me apresuré a ponerme el uniforme y al pasar por el lado de mi hermano le Susurré —Voy a descubrir lo que escondes, preparate si es algo malo. 

Me sacó el dedo corazón haciendo una mueca y salí de casa rumbo al elevador. Me sorprendió no ver a Lía con mala cara en el pasillo y supuse que se habían ido sin mí. En el segundo piso tampoco entró Alex y me desilusioné por eso. Esperaba verlo como cada mañana. 

 Al salir a la calle vi el auto de Ethan y caminé hacia él. Al entrar mis dos amigos hicieron un silencio incómodo.

 —¿Interrumpo algo? —Pregunté y ninguno de los dos dijo nada, Ethan aceleró el motor del auto y salió a toda velocidad y mi amiga desvío la mirada hacia la ventanilla. 

Era raro pero por primera ves sentí que sobraba entre mis dos amigos y no insistí en saber qué sucedía porque los conocía y sabía que tarde o temprano me dirían. 

Al llegar al instituto Lía salió a toda prisa del auto de Ethan y este último se quedó en silencio en el estacionamiento. Me miró por el espejo retrovisor y subí una ceja esperando a que hablara. 

—Le dije a Lía que su novio es un idiota. 

—¿Por qué hiciste eso?

—Porque ella me dijo que pensaba hacerse un tatuaje en conjunto con él y es una locura. Lía no está pensando lo que hace, no quiero que después se arrepienta y sea demasiado tarde. 

—Ethan, Lía es nuestra amiga desde que tenemos uso de razón, es muy posible que cuando estábamos dentro de nuestras madres ya nos comunicáramos por telepatía pero eso no quiere decir que debemos protegerla todo el tiempo.

—Es que no quiero que la vuelvan a utilizar como el tipo del chat hace unos meses. 

—Eso no volverá a pasar, ya nuestra amiga ha madurado, todos lo hemos hecho y si sucede algo ella sabe que siempre estaremos aquí.

Mi amigo meditó un momento y al final dijo con una sonrisa. —Pero no me vas a negar que tengo razón.

—¿En qué?

—En que su novio es un idiota.

Solté una risa y le hice una seña para que guardara silencio. Gustavo no era santo de mi devoción pero ella lo quería así que debía soportarlo. Tomé su mano y la apreté regalándole una sonrisa, después de eso los dos salimos del auto y fuimos a clases. 

El día transcurrió como siempre, tediosamente aburrido. Alex no apareció en todo el día y por alguna razón lo extrañé aunque eso nadie lo supo. A la salida del turno de matemática fui a guardar mis libros. Ya era la hora de almorzar así que mandé un mensaje mi grupo privado con Lía y Ethan  para ver qué estaban haciendo pero ninguno respondió. Últimamente todos estaban muy raros y me dejaban sola todo el tiempo. Frustrada cerré mi taquillero y me fui a la cafetería de la escuela. Al llegar me senté en una mesa alejada de todos después de comprar una hamburguesa junto a una malteada. 

Saqué mi celular y me puse a ver mis redes sociales para matar el tiempo pero mis ojos captaron algo fuera de lugar. Frente a mí estaba nada mas y nada menos que Rita. La chica popular odiosa que salió con Alex cuando recién se mudó a esta ciudad.

—¿Se te ofrece algo? —Pregunté después de ver la forma en la que me miraba, era como si me estuviera escaneando minuciosamente. Observando cada detalle e imperfección mía y eso me estaba incomodando.

—¿Es verdad lo que dicen? ¿Estás saliendo con Alex?

Su pregunta me sorprendió y por un segundo no supe qué responder porque la verdad era que ni yo misma sabía lo que estaba sucediendo entre nosotros.

—¿Alex? No, sólo es mi vecino y pareja de baile por obligación. 

—Pero él te gusta, eso lo veo en tus ojos. Cada poro de tu cuerpo  desea estar con él y no te culpo. 

—No entiendo a que viene todo esto...

—Alejate de él —Frunci el ceño —Alex no es lo que tú crees, ni lo que todos creen, él es frío y calculador.

—¿Quién eres tú para decirme lo que tengo o no que hacer? Yo lo conozco y te aseguro que es todo lo contrario. 

—Ja ja —Fingió una risita que me dio escalofríos —Que ingenua eres, creía que eras más inteligente, todo está frente a ti y no lo ves. —Negó varias veces con la cabeza —Eso sucede cuando estamos enamorados. Ya te advertí, con Alex todo está jodidamente mal. ¿Te confieso por qué te digo todo esto? No es porque me importes sólo no quiero que otra sufra como lo hice yo. Ya te advertí, después no digas que no te dije. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.