—¿Por qué siempre tengo que lidiar con tus problemas? —le preguntó tío Patrick a tía Kristen mirándola con muy mal humor, mientras ella se cubría los labios con sus manos y miraba a su sobrina como si esta fuera un horrible fantasma que brotara del mismo suelo bajo sus pies.
Joyce los miró atentamente, con sus enormes ojos azules llenos de tristeza y esperanza mezcladas. La señorita Campbell, que había viajado con ella desde el orfanato de la ciudad donde estaban sus padres, hasta el de aquí, le había dicho que los Carroll serían su nueva familia, y que cuidarían de ella. No los conocía, pero al parecer, tía Rachel era la hermana de su papá, por lo que era su único familiar luego de la muerte de sus padres.
Éstos habían muerto en un accidente al que ella había sobrevivido. El carro había quedado desecho, y ella estuvo en un hospital varios días, y cuando salió, le dijeron que sus padres ya no estaban.
La llevaron a una casa grande donde había otros niños sin familia, así como ella, y luego la señorita Campbell le dijo que iría a casa de sus tíos. Todo en muy poco tiempo.
Tenía diez años, pero era muy lista. Ya leía libros, y sabía todas las operaciones matemáticas, y aunque había muchas palabras de los adultos que no entendía, podía entender perfectamente que estos dos de aquí no estaban contentos de tenerla.
¿Por qué no la querían?, se preguntó mirándolos llena de aprensión. Tía Kristen se parecía un poco a su papá, en el color oscuro del cabello y sus ojos azules, pero no la miraba como si se alegrara de verla.
Extendió su mano a ella para tomar la suya, pero tía Kristen dio un paso atrás.
—No puedo hacer nada. Si la abandonara… nuestra reputación se vería afectada, y a ti no te conviene —le contestó tía Kristen a su marido—. ¿Qué quieres que haga, que la devuelva?
—Sí, podrías hacerlo. Ya tenemos una hija, no necesitamos otra.
—Patrick…
—Me portaré bien —dijo Joyce, desesperada, al oír que la devolverían—. Seré una buena niña—. Sus grandes ojos azules brillaron llenos de miedo, pero ninguno de los adultos cambió su actitud, como si no la hubiesen escuchado—. Seré una buena niña —repitió, acercándose más—. No tengo que ser su hija, si no quieren—. Patrick soltó una risita sardónica al escuchar aquello, y miró con desagrado a su mujer, como si la culpara de todo.
Ella estaba pálida, muy recta, pero sin agregar nada más, ambos se dirigieron al automóvil aparcado en el jardín, y tío Patrick arrastraba su pequeña maleta para meterla al baúl. Joyce no necesitó más señal. Ellos la llevarían a su casa. Tendría una familia de nuevo, se dijo tratando de sonreír, pero la tensión que despedían estos adultos no la hicieron sentir tranquila.
Y tenía razón para ello.
Al llegar a casa, que era pequeña, pero a Joyce le pareció que era muy bonita, una niña de unos ocho años salió de la casa y la miró. Joyce se dio cuenta de que tenía también los ojos azules y el cabello oscuro como ella. Sonrió feliz de tener una amiguita.
—Julie, esta es Joyce, compartirá tu habitación por esta noche.
—¡No! —gritó Julie, y miró a Joyce de mal humor—. Que duerma en el sótano.
—No está adecuado todavía, tendremos que comprar una cama para ella, o…
—¡Que duerma en el sofá!
—¡Julie!
—Dormiré en el sofá —ofreció Joyce. No quería que Julie la odiara nada más llegar. Sabía lo delicioso que era tener su propia habitación, y lo incómodo que alguien más la invadiera. Tenía que ser buena con Julie, quería que fueran amigas.
—De acuerdo —aceptó tía Kristen. Estoy cansada, Joyce, ¿podrías abrir la nevera y traerme un poco de agua?
—Claro, tía —Joyce corrió a la pequeña cocina, pero se quedó perdida mirando los estantes. ¿En dónde estarían los vasos?
—Arriba —le indicó tía Kristen, y Joyce se dio cuenta de que estaban muy altos, y tendría que treparse en alguna parte para alcanzarlos. Pero nadie la ayudó, y eso debió ser una señal de lo que iba a ser su vida en los siguientes ocho años. Tendría que alcanzar cosas altas que no eran para ella, y nadie la ayudaría.
N/A; Muchas gracias por acompañarme en esta nueva aventura, estaré publicando en esta plataforma un día alternado. Las que ya me conocen, saben que amo leer sus comentarios y responder a sus inquietudes. Besos y abrazos!