A las 6:00 am cuando su celular sonó, con ese tono tan peculiar que solo Paulina podía soportar, se levantó sin prestar mucha atención a l mundo en derredor de ella. Jissel, que dormía desparramada en la misma cama que su tía, se colocó la almohada en la cara y siguió durmiendo, Paulina se levantó de inmediato, aún tenía muchas cosas que hacer, debía hacer unas compras más para poder disfrutar de unos días de vacaciones en casa de sus padres. Este año el calendario escolar la había ocupado hasta el 20 de diciembre con los grados de sus chicos de último curso.
En la mañana mientras su mente volaba a las horas anteriores trataba de hacer las cosas que requerían su atención. Aunque no estaba segura de porqué estaba tan emocionada lo cierto era que lo estaba, pensar en que lo vería de nuevo le daba una extraña sensación en el estómago, no quería ilusionarse con un hombre que en dos días de iría y de seguro nunca más vería.
Tomó una ducha y se vistió con un cómodo vestido de color azul claro atado a la cintura con una cinta blanca. Salió y le dejo una nota a Jissel pegada a la nevera.
En el centro camino sin carreras, hoy no estaba con Sebastián y Verónica, sus dos hijos, solamente estaba comprando unos detalles para sus sobrinas. No tenía mucho dinero así que optó por comprar unas tonterías para decorar el cabello, que eran la sensación entre las jovencitas por estos días. Solo eran 5 niñas, adoraba a las pequeñas hijas de su hermano mayor por lo que siempre quería llevarles algo en Navidad. Ya había comprado los detalles de sus padres, de sus 6 hermanos, de los otros 5 sobrinos.
"Que familia tan grande somos", pensó cuando terminó sus compras y aprovecho para regalarse un par de zapatos que le encantaron. Pocas veces se podía dar esos gustos, el dinero siempre era escaso, su salario como docente era realmente bajo y apenas alcanzaba para sobrevivir con lo básico. En diciembre, al recibir un poco más por los bonos navideños, podía ser más generosa con ella y sus hijos. Siempre tratando de estirar el dinero y diciembre era la época de disfrutar un poco más. Hasta los viajes para visitar a sus padres eran solo en esta época, por la simple razón de que no había dinero en otro momento.
Eran alrededor de las once de la mañana cuando tomo otro bus para ir a su casa, cansada de estar de pie se apoyó en una de las sillas y recordó la sonrisa de Luka. Era increíble, un hombre tan interesante se había fijado en ella. "Seguro solo quiere pasar un buen rato con una tonta antes de irse". Aun así no dejaba de sonreír al recordar los detalles de la noche anterior. La mirada miel que parecía prometer tus más inalcanzables deseos, la sonrisa tranquila y amable que te ayudaba a sentirte tranquila y hasta cierto punto protegida, esa voz, por Dios, esa voz, la forma de usar esa camisa...
"Luka Di Lorenzzo"
Al bajarse del bus estaba sudando, pero sólo tuvo que cruzar la calle y subir las escaleras para encontrar su lugar de reposo. Los muebles eran muy sencillos de color amarillo fuerte y azul Rey que jugaban con las sillas del comedor. No había espacio para más cosas en aquella sala. La cocina era el lugar más agradable de la casa de colores modernos y con muy buen gusto, apenas ofrecía los espacios para que todo estuviera organizado, aun así, ese espacio la hacía sentir tranquila, podía pagarlo y eso ya era bastante.
Jissel estaba saliendo del baño con cara de acabar de levantarse.
– ¿Leíste mi nota? – por su cara se dio cuenta que no tenía ni idea. Tomó el papel en sus manos y le mostró – está, "fruta y chocolate en la nevera, pan en la canasta", mmmmm.
– uf tía... Creo solo me paré de la cama porque escuché la puerta - dijo con cara de pereza.
La tarde se la pasaron hablando del señor Di Lorenzo y hasta buscaron su perfil en las redes sociales, encontraron su perfil en Facebook y vieron que no era muy activo, pero apenas pudieron ver pocas cosas, para hacerlo seguro necesitaban que fueran amigos y no quería verse tan desesperada, dejaría a eso para después. Lo que había dicho era cierto. Era mayor que Paulina seis años, pero no parecía, se veía muy joven, vive en Italia, viaja mucho y parecía soltero.
En la tarde Jissel se fue a su casa, al otro lado de la ciudad, solo vino para estar unos días y ya debía volver si quería comprar ropa para la próxima navidad, su padre siempre esperaba a última hora para hacer esas compras. Paulina estaba indecisa, salir con Luka o quedarse en casa, que hacía, la idea de salir con un desconocido no era la más atractiva, pero si no iba nunca iba a dejar de ser un desconocido.
Como si no tuviera control propio se dio un baño, se aplicó crema en todo el cuerpo y se vistió con un sencillo vestido blanco de hilo. Ese le gustaba porque lo había diseñado su hermana. Unas sandalias de tacón corto igualmente blancas y un poco de maquillaje sobre su rostro. Su piel trigueña se veía de un color encantador al contraste con el blanco de su vestido. Tomó su bolso de salir y pidió un taxi.
Durante el tiempo que estuvo en ese vehículo solo pudo pensar cómo debía comportarse cuando llegara, no tenía ni idea de qué podrían hablar, lo que ella conocía como citas, eran las que tenía con el médico que la atendía cuando se enfermaba, eso cada tres años. La última vez que salió con alguien fue hace tanto tiempo que ya nos siquiera recordaba cómo era.
A las 7:30 estuvo en el lugar acordado, él estaba de pie, con una camisa blanca de unas pequeñas figuras azules, llevaba en la mano una bolsa de tienda. Al verla se apresuró al taxi, abrió la puerta y la besó en ambas mejillas. Paulina casi se sintió como una muñeca, no sabía cómo reaccionar ante ese espontáneo proceder, ella era normalmente muy abierta a las conversaciones, pero en ese momento su cerebro estaba medio entumecido, solo le dejaba los reflejos básicos para no parecer un zombi.
La bolsa era para ella. Una hermosa blusa en color crema con un ancla blanca y un cordón marinero en color plata. Perfecta.